La programación vespertina ha
sido considerada históricamente como la “franja maldita”, aquella que no
precisamente destaca por sus ratings altos, y por lo visto, tampoco por su
calidad. Caracol ha apostado abiertamente por imitar uno de los peores enlatados
de la Tv latinoamericana, y que de vez en cuando le da buenos réditos a RCN en
materia de rating: La Rosa de Guadalupe, dramatizados unitarios con moralina de
por medio, historias sobreactuadas a morir, y que terminan con una alabanza a
un objeto de culto, que en el caso de la mediocre ficción mexicana es una rosa
cuyo viento inspira paz al final del episodio a quien pide fervorosamente el
auxilio de la virgen guadalupana, y que en el caso del clon colombiano son
diversos santos, arcángeles y la misma virgen.
Caracol ubica su nuevo estreno
entre las infumables Elif y Tu voz estéreo, reputados monumentos al
bodrio televisivo. Igual, a las 5 de la tarde no hay nada medianamente inteligente
que ver ni en el Uno (Caso Cerrado)
ni en RCN (donde compite directamente con el programa imitado, La Rosa de Guadalupe) Es, sinceramente,
horario de telebasura pura y dura.
Irónicamente, Caracol trató de
imitar ya hace unos años al formato de Televisa, y obtuvo el rechazo de crítica
y teleaudiencia. Divino niño fue un
fracaso a partes iguales. Es que si vas a imitar algo, que sea algo decente, no
semejante chambonada intragable como lo es La
Rosa de Guadalupe. Se nota que el presupuesto creativo de esta bazofia es
igual al de la programadora de Jorge Barón.
La primera historia narró de una
pareja que tuvo una pérdida de un hijo y la mujer estaba buscando volver a
quedar embarazada, contando con la oposición de una suegra malvada e hiriente.
Oh, la mata de la creatividad. Las actuaciones fueron más planas que las de la
telebobela turca que la antecede en la parrilla de La Floresta, incluida una
escena de cama más predecible que libreto del Chavo del Ocho. Lo mismo ocurrió con la oración de la protagonista
al arcángel Gabriel, pidiendo el milagro de procrear de nuevo. La escena de la
suegra desenmascarando a su nuera por sus dificultades para concebir fue de
bazar de colegio. Televisión a los alaridos. Luego, se pone en el tapete la
idea de adoptar un bebé, lo cual desata la ira de esa suegra que es todo un
palito untado de mierda, desembocando hasta en la idea de una separación, donde
la señora siembra más cizaña que el Centro Democrático; y en el giro final de
los acontecimientos, Lucila queda embarazada y Eduardo descubre que su mamá no
es la pobre viejecita que no se puede mover, echándola de la casa, hasta que
ella reflexiona y hacen las paces. No, pues, hasta a la Epa Colombia se le habría ocurrido algo más creativo. El listón
está bastante bajo, la verdad.
En definitiva, si lo suyo es la
TV llena de clichés, sobre y subactuaciones, libretos con menos coeficiente
intelectual que película de Dago García, Dios
sabe cómo hace sus cosas es para usted. Disfrútela con su empleada del
servicio, sentados cual sirenita de
Copenhague.