Debo confesar (aunque
a mis lectores eso nunca les extrañe) que siento profunda pereza por los concursos
de cantantes que hacen en Caracol. Visto uno, vistos todos. Sobre todo, porque
esa cómoda como inmerecida posición de liderazgo en rating ya cansa, y más si
no propone nada nuevo bajo el sol. Rara vez cambia la mecánica, y hasta el
repertorio musical de los programas mismos. Además, como es una de mis críticas
más claras, yo no veo el “otro nivel”
en que musicalmente están John Onofre o
Jair Santrich después de ganar las temporadas del 2016 y 2017, respectivamente.
Ahora se
reestructura el programa con el brasilero Canta
Conmigo, y eso explica por qué en el set del episodio debut (que, también
confieso, vi en riguroso diferido, porque ni piensen que voy a dejar de asistir
a mis clases de alemán por ver esta bazofia) vimos a tantas caras conocidas,
como Maía, por ejemplo, otra experta en salir en cuanto reality se le presente,
en uno u otro canal ( La Pista o Masterchef Celebrity, por solo citar
dos ejemplos), en el panel frontal de 100 jurados, que en una escena hicieron
el ya pasado de moda mannequin challenge –
#GiveMeABreak, eso fue tan 2016…-. Los jurados son un revuelto entre ex
participantes de las temporadas pasadas o de realities pasados (Laura Mayolo,
ex integrante de Escarcha, surgido de
Popstars) asesores vocales de Yo me llamo y una gente muy XYZ que definitivamente #MVM.
Temo que Paulina
Vega se está encasillando con un programa tan de poca monta, de esos que se
olvidan desde el día en que terminan. Cada noche, siete
cantantes se pondrán a prueba. Los tres más
votados del panel frontal que no logren los 100 votos avanzarán a la fase del
ascensor. Si un cantante logra convencer a la totalidad del panel de jurados, pasa
directamente a otra fase de A otro nivel,
superior a la etapa del ascensor. La primera en cantar fue Guita, con el género
de la salsa. Ahora no dicen “Yo me llamo”,
sino “Canten conmigo”. Pero seguía
existiendo una antesala, esta vez no con familiares del aspirante, sino donde
los otros participantes esperan su turno. La primera cantante obtuvo los 100
votos, con los clásicos comentarios donde todo son felicitaciones y flores. Debe ser que con miel cortamos los
comentarios envenenados que de vez en cuando tiraba Amparo Grisales en el programa
antecesor.
El segundo
participante eligió un pésimo tema (Bon Jovi en castellano debería ser un
absoluto NO), y no convenció sino a 46 jurados, menos de la mitad. La tercera
participante nos habló de su trillada experiencia con la música. Ya es la clásica
historia plantilla que estamos hartos
de saber en estos programas. Logró 97 de los 100 jurados. La ranchera del
cuarto aspirante también la he escuchado hasta la saciedad en prácticamente
todos los realities musicales de este
país, y también obtuvo el pase directo sin la etapa del podio. A “La
Leona” más bien le fue como a perros en misa con escasos 40 jurados. Y a la siguiente aspirante le tocó el libreto
de la historia telepornomiserable de la noche. Obvio, eso no podía faltarles en
su reality a los de La Floresta. Creo que el tema de Selena le quedó muy
grande, pero le sirvió para colarse, temporalmente y por escaso margen (44
puntos) al podio, mandando a casa a la “Leona”. El último cantante con el
género vallenato fácilmente llegó a los 96 puntos y eso mandó a casa a su
antecesora.
Lo dicho: Si
antes A otro nivel fusilaba la idea
de la silla giratoria de The Voice y
la reemplazaba con el ascensor, ahora esta etapa del podio es como el six chairs challenge del X Factor
de varios países. Claro, en esta semana del debut, bien pudo apalancarse
con el torneo preolímpico, aunque marcando menos que el final de Yo me llamo, pero
¿Se comportarán las cifras bien con ellos en las fechas siguientes? ¿No será
hora de que el ascensor de este formato marque su descenso al sótano de la
tabla de ratings? ¿De verdad el reemplazo de la modorra que producía la fase final
de Yo me llamo era otro reality de
cantantes? Los tres jurados que esperan a los de la fase del ascensor son Diego
Torres, Paola Jara y Greeicy Rendón. Irónico es que una “estrella” surgida de
un reality de la competencia ahora sea jurado que juzgará el talento vocal que
ella misma ni siquiera tiene. Remezón total en el panel de jurados, pero el
programa me produce una pereza infinita.
Pronóstico: Liderará en
rating, porque básicamente RCN le dejó
el camino libre programando el bodrio de Los
Reyes, que a nadie le importa; el Uno solo pasa ladrillos y porque en el fondo sé que a muchos de ustedes
les gusta que Caracol nunca salga de su zona de confort. Sin embargo, su liderato no es tan contundente como quisieran en La Floresta, y por lo visto, Pa ´Quererte, sin ser nada del otro mundo, ya les respira en la nuca, tanto, que protagonizó un sorpasso breve pero diciente entre el 18 y el 19 de febrero del 2020. Lo malo, es que no fue lo suficientemente duradero para mantenerse como tendencia. Sin embargo, yo creo que es hora
que dejemos de acudir como las ratas del Flautista de Hamelin a darle rating al
enésimo concurso donde su ganador será olvidado una semana después de que gane, después de vencer a los mismos palanqueados de siempre, a las estrellitas frustradas de otros realities nacionales o de ver cantar el mismo bucle de temas que ya nos sabemos de memoria.
Opta por el rescate: No.
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