lunes, 26 de abril de 2021

La reina del Flow 2: Empezó el autotune a las cifras de rating

 


Si ya la idea de la primera parte siempre me pareció floja y sobrevalorada, imagínense qué pienso de esta segunda parte: es como tratar de hacer un traje de novia con la misma tela de uno de primera comunión: Por más que lo estiren, esto ya no daba más de sí.

Comenzamos con una panorámica random de Nueva York y un concierto que se ve tan pre-pandemia, que da paso a otras imágenes similares en Madrid, París y luego en un Medellín tan despejado de tráfico que sí parece post-pandemia, y Yeimy llega al concierto de su hijo mayor,  Erik el Pez Koi, acompañada de su actual familia y le visita entre bastidores.

Paso a Charlie Flow en la cárcel, con recuerdos de la primera parte. Vaya, las únicas cárceles sin hacinamiento son las de las telebobelas nacionales. Y las únicas donde los presos se rehabilitan. Eso ni en Suiza. Con el cameo de Manuel Turizo (y tal vez de la máquina del autotune), ese concierto cierra con Erik y Yeimy en el escenario como madre e hijo. Pero alguien espía en las sombras a Yeimy y ella lo siente.  Ese es el leitmotiv de esta segunda parte, que verá la “resurrección” del tío Manín, con otra identidad, pero que es el cerebro detrás de toda esta persecución.

Dimos paso a un extraño operativo policial en las comunas de Medellín donde cae un narcotraficante que se había asociado con Charlie, pero ni así dejan de acechar a Yeimy, quien llega a encarar a uno de los que la siguen, sin éxito.  Muy coherente todo. Pero la guerra psicológica contra Yeimy apenas comenzó. Y aunque ella toma el toro por los cachos visitando a Charlie, creo que no fue la mejor decisión.

Pero Mike Rivera, un productor rival, llega a la misma plaza y será parte de los conflictos de esta nueva inquilina de ese horario de las 9 pm, que en menos de dos meses ha pasado de ser el del alargue de Desafío The Box, a recibir dos horas de la aburrida retransmisión de Pedro el Escamoso.

Se le abona a La reina del Flow 2 una buena fotografía de Medellín, pero ni eso compensa tan floja narrativa. Escenas como las de la abogada de Charlie, la psicóloga de Yeimy o la visita de Rivera a la productora de Juancho son tres botones de muestra. Con todo, muy probablemente las cifras de esa audiencia ignota que va como focas a aplaudirle volverá a La Reina del Flow una franquicia tan “rentable” como lo fue Sin Tetas No hay Paraíso o El Paseo en el cine. A la mierda la coherencia argumental, eso qué más da. Si pudieron revivir a “Catalina” en la primera de las mencionadas, aquí pueden saltar el tiburón cuantas veces sea necesario para liderar a las 9 de la noche como dé lugar. Para los de La Floresta, el fin justifica los medios. Y si ese fin son rozar los 15 puntos de rating que ya ni por error lograban con la telebobela en que se ha convertido su farsality de las 8 pm, ni con el ladrillo de repetición que tenían, para ellos basta y sobra.

Lo dicho, las focas que todo se lo aplauden a Caracol estarán agradecidas, incluso por ese giro argumental que hace resonar mentalmente el tema de The X Files, porque esto es un misterio como esos de los que escribe Natalia Bedoya en sus informes contractuales.

martes, 6 de abril de 2021

Review Lala´s Spa ¿Casa de reinas versión 2021?

 

La televisión nacional apenas en tiempo reciente ha abierto lentamente la puerta a las personas trans. De la absoluta invisibilidad del siglo XX al protagónico actual de la venezolana Isabella Santiago, hay un largo camino recorrido, que va desde el papel de Laisa Reyes por Endry Cardeño (aunque ahí el mérito es más de Telefe, que emitió Los Roldán, original de Los Reyes), pasando por la participación en diversos formatos de telerrealidad de mujeres trans como en La Agencia. Sin embargo, el imaginario de personalidades LGBTI aun es bastante limitado y marginal en nuestra pacata televisión nacional, algo que no ocurre en la televisión de Estados Unidos y Europa, donde hasta una mujer transgénero ha llegado a ser representante en Miss Universo, o hemos tenido producciones como Queer as folk, The L Word, Pose, entre muchas otras.

Pero la premisa de Lala´s Spa es muy simple, tal vez en demasía: ella es una atractiva y excepcional peluquera, con un amplio sentido de la estética, que regresa de París (¿así o más cliché?), donde hizo su transición de Lalo a Lala, pero debe regresar a Colombia para ayudarle a su mamá a pagar las deudas que contrajo cuando convirtió su peluquería en spa. Los vecinos del barrio, aún no se acostumbran a la nueva Lala. El único que se atreve a defenderla en la plaza de mercado es Francisco, un corredor de bolsa, quien sin saber que Lala es trans, se enfrenta a un grupo de coteros para salvarla de ser agredida. Favor que luego le devuelve Lala, cuando Francisco termina enredado en un escándalo financiero, y mientras logra demostrar su inocencia, debe esconderse en algún lugar en donde las autoridades jamás puedan encontrarlo, el spa de Lala. Mientras tanto, crecerá un sentimiento entre los dos.

Es de agradecer que le dieron el personaje central a una mujer trans y no a una mujer cisgénero. Y que la canción de la novela sea una versión un tanto rara de ¿A quién le importa?, himno por excelencia, ayuda bastante. Y aunque la he criticado en el pasado, siento que Luly Bossa hace un gran papel.

La escena de Lala con el affaire del pasaporte me gustaría que hubiese tenido un mejor desarrollo.  Pero el elenco es la principal de las sombras del formato: Ricardo Mejía como protagónico masculino me parece super flojo. Sentí cero creíble su rol de yuppie. De hecho, el grupo de personajes de la financiera los sentí postizos (Algún parecido con Interbolsa, pura coincidencia). Y en nada ayudaron los subtítulos en castellano unas cuantas frases que ni siquiera lo ameritaban. Y la escena del gomelo tratando de colarse en Transmilenio…para correr tupido velo. Cuanto daño ha hecho Juanpis González al sector audiovisual neogranadino ¿Qué es eso de firmar sin leer? Digno de libreto de los ochenta (y de los más flojos). Pero el colmo es ese operativo de allanamiento que se frustra con una simple fuga por un shut de basura. Ya estos operativos de telenovela parecen planificados por el Coyote del Correcaminos.

No puedo con las sobreactuaciones de Zulma Rey (as herself), Ernesto Ballén (que prácticamente se repite en el papel que tuvo en Confinados), responsable de que se sepa el cambio de Lalo a Lala en frente de don Salomón, el prestamista usurero, el de la agente del CTI ultrasobreactuada de Connie Camelo o Aco Pérez (de lejos, uno de los peores). Vamos a ver a Mauricio Vélez de lunes a domingo: primero en esta novela y luego en Factor X. Nos va a saber a cacho. Ni que fuera Iván Duque… Y ni hablar de esos integrantes del elenco que salen simultaneo en Enfermeras. Aparte, siento que el papel de “boba despechada” de Michelle Rouillard no me cuadra para ella. 

Lala´s Spa tiene unos zapatos muy grandes qué calzar: La enésima repetición de Yo soy Betty la fea cerró en el podio de las mediciones de audiencia, y aun en una etapa en que el rival de La Floresta comete frecuentes flops de programación y sus productos “estrella” cotizan a la baja: Y es que dos horas de ese ladrillo de Pedro el Escamoso son un letrero luminoso que grita “nos enhuesamos”, y en menos de un mes, pasaron de una emisión de hora y media de Desafio The Box a tan solo una hora, y perdiendo varios puntos frente al estreno ¿Está haciendo aguas su farsality, señor Martino?. Pero vistos los resultados de audiencia del debut, con Lala´s en un incómodo sexto lugar y siendo casi duplicada por la huesera de repetición de Caracol, no hacen presagiar nada bueno. Y es que aunque el horario bien puede aplacar las criticas gratuita de la bodega de focas de Caracol, que critican cual Helena Alegría de baratillo “¿Alguien quiere pensar en los niños?”, pero seguramente si fuera una de las sobrevaloradas producciones del canal del molusco, solo loas tendrían. En fin, la hipocresía. Pero nadie podía medir con exactitud qué tanto la iba asumir una audiencia abigarrada por la pandemia, y por lo visto, no creo que pueda hacer buen tándem con la programación actual y futura del canal de las tres letras (que ya anuncia el remake de Café). Las cifras no llaman al optimismo.

Yo, por mi parte, siento que tuve suficiente con este episodio debut. Pasó de todo, pero con un desarrollo de personajes mas superficial que el de un comercial de Fabuloso; y la trama misma no da para más, así que, lo siento, no tuve esa chispa que necesito para encarretarme con esta producción.


sábado, 3 de abril de 2021

Teletop: Lo más vergonzoso de la música colombiana


Porque ustedes lo han pedido, un nuevo  Teletop del 2021 ha sido elegido mayormente por ti, y hoy tendremos los 10 monumentos a lo peor de la música colombiana. 9 de los puestos fueron elegidos por ti, y el décimo es nuestra wildcard personal:

10- Iván Duque: Admitámoslo, como presidente, Iván Duque es un músico muy mediocre. Del mismo modo, en el sentido contrario. No solo por el repudio que suele despertar nuestro Prospecto de Andrea Serna de Pueblo, sino porque uno no se puede tomar en serio a un político que salía a hacer retos rockeros, pero era incapaz de responder un debate sobre política tributaria. El meme ambulante que nos gobierna ocupa este puesto con el dudoso honor de ser nuestra wildcard.

9- El Show de las estrellas: 

En otros países han existido programas musicales como Top of the Pops o TRL  como grandes plataformas para conocer qué sonaba en la música del momento y qué artistas emergentes llegaban al foco del público. En nuestro país teníamos musicales de gran factura como Espectaculares Jes o El Show de Jimmy, pero el único que sobrevivió hasta nuestros días fue el programa de don Jorge Barón, que hoy pasa sus horas más bajas en RCN, tras lustros en un canal Uno donde solo producía pena ajena de ver cómo se pasó de tener de invitados a estrellas internacionales como Paloma San Basilio o Ricky Martin a… Arelis Henao o Alejandro Palacio. Si aquello de la “patadita de la buena suerte” o “Entusiasmo” es nuestro referente musical, agravado con la monserga de don Jorge después de dar el año nuevo, se entiende por qué somos un país muy tercermundista.


8- Género “Urbano”:
 Elástico rótulo que en este país da para encajar a todos esos reggaetoneros de medio pelo que se dice que triunfan en el exterior y que son capaces de hacer discos supuestamente conceptuales que hasta la crítica especializada desprecia, y luego posan de jurados en realities musicales criticando voces, cuando ni las de ellos son buenas, y su “canciones” luego solo sirven para retos huevones en TikTok o comerciales de empresas de celular de mala calidad.


7- Colombia en la OTI:
 ¿Sabían ustedes que, en un pasado muy lejano, en Iberoamérica trataron de emular el Festival de Eurovisión, entre los setentas y noventas, y que, en ese Festival, Colombia obtenía resultados bastante discretos (lo máximo, un segundo lugar con Juan Carlos Coronel por allá en 1991)? ¿O que nuestra última representante (porque al último Festival ni asistimos) fue la actriz Natalia Ramírez, un año antes de encarnar a Marcela Valencia en Yo soy Betty La fea, con una canción cuya letra y música ya daba mucho qué desear? Es que el nivel medio de este concurso fue bastante regular tirando a malo, y los que ya estamos en edad de riesgo de vacunación no le votamos tan positivamente, dejándole un (in)digno séptimo lugar.


6. La Tecnocarrilera:
Espantoso experimento de mediados de los noventa que dio al mundo su propia reina autodenominada: Marbelle. Derivado de esa moda de reencauchar canciones de despecho y ponerle sonidos discotequeros baratos, pocos ya se acuerdan de las Tequila Mix, que disputaban el trono con la vallecaucana y eran las delicias de camioneros en cantinas, burdeles, grilles y potreros de toda laya. Como género, no fue redituable más allá de las fronteras nacionales, ni sobrevivió al Y2K, pero con eso y todo, le valió para hacerle bionovela a la señora Ramírez.


5- Tropipop:

Género de nula calidad, letras cursis, formaciones de las que casi nadie se acuerda y cantantes intercambiables que luego recalan como figurettis de medio pelo en realities de “celebridades” o como jurados de estos, y hoy quedan relegados a lo más olvidado de muchas playlists que se escuchan con altos niveles de alcohol en el organismo o cuando la fiesta ya va a la baja. Tanto, que casi nadie se acuerda de cuál es el apellido del cantante de Mauricio y Palo de agua, yo creo que ya debería irse a cambiar la cédula para que lo llamen así. Desde el primer decenio de los dos miles hasta poco más allá del 2013, y con el contubernio de más de un locutor de emisoras, destrozaron nuestros tímpanos en más de una vez con esta barata apropiación cultural del acordeón en canciones insulsas.- Tropipop:  

4- La moda de los Reencauches: La veta la descubrió Carlos Vives por allá a comienzos de los noventa, y desde entonces se abrió la caja de Pandora. Remakes de toda laya saturaron el mercado, con cantantes y grupos de dudosa calidad haciendo verdaderos atentados musicales. Canciones vallenatas, de despecho y hasta de música pa´ planchar han sido fusiladas desde entonces para hacer las delicias de un público que, en navidades, fines de año y cualquier fiesta local, digiere lo que sea, así sea el enésimo cover de termas de Julio Jaramillo con el ritmo que se le antoje al productor de turno. 


3- Payolas radiales:
Sí, eso de lo que no se habla, pero que hace que locutores y emisoras enteras hagan programar esas canciones inmundas de ese cantante o grupito que nunca debió invadir las ondas hertzianas, se lleva nuestra medalla de bronce. Es bien sabido de que hay muchos “artistas integrales” que han sonado gracias a ella, pero todo lo que sube, tiene que caer, es ley de gravedad. Y que, así como hay payolas para sonar, las hay para “silenciar” nuevos talentos emergentes. No necesitamos dar nombres ni de emisoras, ni de “artistas” payoleros, por sus actos ( y esperpentos musicales) los conoceréis.

 


2- Grupos noventeros con celebridades (o actores volviéndose cantantes):
A comienzos de los noventa, otra moda pasajera nos legó canciones (en su mayoría reencauches, también) como Ay qué calor, En la oscuridad, La Negra Celina o Momposina. Las incursiones en el mundo de la música de Carolina Sabino, Amparo Grisales, Aura Cristina Geithner o Danna García, a menudo no avanzaron de un segundo disco, sobre todo en agrupaciones como Luna Verde, Café Moreno o la efímera Karamelo, pero nos dejaron la medalla de plata de lo más vergonzoso de nuestro panorama musical nacional

 


1-            Realities de cantantes:
Con el 8,93 % de los votos, la medalla dorada se la llevan estos infumables formatos de telerrealidad que pretenden buscar la nueva estrella musical colombiana, de la mano de jurados que ya vienen de fracasar en sus propias carreras, infladas a menudo con payola. Y es que en 2021 estamos asistiendo a, tal vez, la hora más baja de estos formatos, que ya ni lideran las tablas de audiencia, o de plano, se relegan a horarios inviables. No ayuda mucho el limitado repertorio (ya canciones como CucurrucucúPaloma están pidiendo jubilación absoluta), repetido hasta la saciedad en todos los canales, o las ganas de hacer galas temáticas fuera de lugar, que hace que algunos de sus participantes queden en calzas prietas por tener que meterse a hacer espantosas versiones como las de un tema de salsa en versión rockera, que ni les pega ni embadurna a sus estilos, sin contar con las polémicas por hacer avanzar a participantes que se les olvidan las letras o tienen el carisma más perdido que la mamá del Chavo del Ocho; o por la falta de jurados con verdadero criterio competitivo ( ya me dirás de las aptitudes de Fanny Lu eligiendo participantes o canciones para los mismos). Lo cierto es que con ellos completamos el hall de la infamia de la música colombiana.