viernes, 25 de marzo de 2016

Los años tenebrosos de la televisión colombiana: 1992-2015 (ediciones corregidas y aumentadas)


1992
A partir de este momento comienza la crónica sobre el porqué hoy hemos llegado al punto en que está postrada la televisión  colombiana, desentrañando las razones por las cuales estamos como estamos. El punto de partida es 1992, año en que entró en vigor aquella funesta licitación que marcó el destino de una televisión que, con sus aciertos y desaciertos, ya había creado valor agregado a nuestra ciudadanía e identidad como colombianos.

Tras la Constitución del 91, había muchas esperanzas puestas en la nueva institucionalidad creada con la misma. Pero, en la transición, se dio, a mediados de aquel año, la licitación de los dos canales, que desde el 1 de enero de 1992, pasarían a ser la Cadena Uno y el Canal A. La entonces programadora Caracol quedó en el Uno mientras que RCN Televisión en el A. Las demás programadoras se fueron alineando. Por ejemplo, en el Uno estaban TvCine, RTI, Jorge Barón Televisión y en el A quedaron las hoy extintas Punch, Coestrellas y JES. En materia de noticieros: El Uno contó con el ya conocido Noticiero 24 horas y CM& desde sus comienzos, el A quedaría con el tradicional Noticiero de las 7 y con QAP.

Muchas esperanzas se tenían puestas en la nueva programación, pues conservaba la idea de orden que venía desde la licitación de 1984 y a la que le hicieron conejo muchísimas veces, ante la ausencia de una entidad que las controlara en debida forma. La hoy extinta CNTV logró eso con la licitación de 1992: ahora, los noticieros competirían entre sí, los dramatizados tendrían su espacio y competirían entre ellos, pero habría una franja infantil interesante de lunes a domingo, coexistiendo con la televisión educativa y cultural que existía en las tempranas horas de la mañana y en parte de la franja vespertina. Hasta ahí todo pintaba bien. Pero llegó el factor de desequilibrio: el apagón, que desde marzo de 1992 hasta bien entrado 1993, asoló a los colombianos, y forzó a muchas programadoras a hacer medidas desesperadas por sostenerse.

Para los que no lo recuerdan, en el milimétrico sistema de reparto de programadoras, RCN competía con Inseparables, un culebrón infumable de esos que hacía Martha Bossio, en plena decadencia, contra En cuerpo ajeno, obra de Julio Jiménez para RTI (antes de que se la cargaran los de Telemundo), en el horario de las ocho; mientras que en la franja de las diez estaban La 40, la calle del Amor por Caracol contra Sangre de lobos, de JES. Los horarios del racionamiento hicieron que el liderato absoluto que tenía la historia de Jiménez para RTI eclipsara toda la programación. Incluso hubo gente que compró plantas eléctricas para ver las candentes escenas de Amparo Grisales con el galán del momento, Danilo Santos. Pero los hoy canales privados competían con historias trilladas, fofas, anodinas, que por más que en el elenco de Caracol estuviera el hoy desaparecido Carlos Muñoz (quien sería más tarde comisionado de televisión) o en el de RCN tuvieran a Natalia Ramírez y a Miguel Varoni, fracasaron. Incluso, como estrategia televisiva, En cuerpo ajeno pasó a transmitirse temporalmente en el horario de las 10 p.m., mientras Caracol corría a producir otra historia esta vez no diferente ni divertida, mientras RCN le apostó en su horario a una coproducción con Venezuela. Fueron semanas en donde el duelo televisivo Amparito Grisales vs. Aura Cristina Geithner (protagonista del culebrón de JES) dio de qué hablar. Pero ya era muy diciente el hecho de que los futuros canales privados  estrenaron novela y estrenaron fracaso. Sus reemplazos: La mujer doble (por Caracol) y De costa a costa (por RCN), tampoco es que tuvieran mucha aceptación que digamos. Las novelas de época ya no impactaban como en los ochentas, y ni hablemos del “hablado venezolano” de la segunda.

Pero ahí no paró todo el despropósito: D.F.L Televisión (programadora de Diego Fernando Londoño) contaminó las tardes de los fines de semana con todo un monumento a la ordinariez: No me lo cambie, liderado por Hernán Orjuela. Formato ramplón donde lo hubiere: ¿era un magazín?, ¿un programa de cámaras escondidas y pegas -no necesariamente en peluquerías-? Ni hablar de comedias grasientas y horrorosas como Vuelo Secreto o unos Dejémonos de vainas que, tras casi 10 años al aire, ya acusaba cansancio en los libretos que tenía, y que tuvo varios trasteos de horarios, conforme el apagón.

También eran los años de las primeras parabólicas. Aun sin luz, preferíamos lo de afuera que los bodriazos que nos daban los dos canales nacionales. Obviamente en este post se pueden ver los antecedentes y cómo es posible que hayamos caído tan bajo. Sin embargo, es justo decir que el único marco de referencia para comparar en ese momento eran las producciones mexicanas y las venezolanas, que se televisaban por "exitosamente" por toda América Latina. Por ello podemos concluir que  lo que ocurrió a partir de la licitación del 92, fue una respuesta obligada al creciente auge de las antenas parabólicas que se daba en Colombia, que sin duda le estaban quitando audiencia a la televisión nacional y esto obligó a que  al menos,  la imagen corporativa de los canales cambiara. Seamos sinceros, en cuestión de forma, el modelo que imponía Inravisión estaba más cercano a un canal público de cualquier país de la "cortina de hierro" que a un canal de este lado del mundo (por favor marxistas declarados  no atacarme). Aquí no existía el concepto de competencia y el modelo resultaba demasiado acartonado, en consecuencia, era obvio que resultaba más atractivo para una ama de casa o cualquier miembro de familia, ver su programa favorito en un canal extranjero (llámense telenovelas,  dibujos animados, películas, etc) todos los días, a cualquier hora y en cualquier canal mexicano o peruano, que tener que soportar que en la TV colombiana lo transmitieran una vez por semana. 

Las programadoras contraatacaron este percance nacional congelando proyectos para tiempos con mejores condiciones y reemplazándolos por enlatados, programas de concursos de tres centavos como Maxi mini u Odisea o novelas bien cachifas como Decisiones, Lucerito y demás porquerías de cuyo nombre no queremos ni acordarnos. Seamos sinceros: Decisiones era una basura. Eran los mismos culebrones sobreactuados, hechos en los estudios de Gravi con tecnología del año de upa antes de Cristo, donde se repetían los elencos casi todo el tiempo, siendo fijos en la trama la comisaria y el psicólogo. Simplemente estaba diseñado para servir de entretenimiento de cachifas en horario de cocina. Por lo menos así lo recuerdo yo. 

Pero lo admito, en realidad, yo tampoco me perdía varios de los programas a los que aludo en este análisis. Tampoco hay que glorificar el pasado. Por supuesto que hubo cosas muy buenas, pero recordemos que en esos tiempos éramos más fáciles de complacer y teníamos menos opciones. Digo yo, por la edad ¿qué carajos iba a saber yo si era bueno o malo? Antes uno veía TV por inercia. Pero hoy sí pienso, que aunque con menos tecnología, prepagos y guisadas, la televisión de antes era más rescatable que la actual. La televisión en los 80´s y principios de los 90´s no tenía la angustia del rating – o si la tenía, no lo evidenciaban tanto-, era una televisión más parroquial, pero de calidad, con buenos libretos, más ideas, contenidos que reflejaban la cultura de nuestro país, buenos actores pues primaba el talento aunque no habían los avances que hay hoy en día en televisión, desafortunadamente con el paso del tiempo todo cambio y para mal. En fin, ¿perdimos el norte o es que nunca lo hemos tenido?


Pero no todo es tan malo. A raíz de que la gente se volcó en la radio para superar la escasez de energía, surgió el formato de La luciérnaga, que hizo las delicias de quienes pasaban las largas horas sin luz con los radios de baterías, cuya venta se estimuló (es más, casi todos los medios impresos de la época ofrecían de obsequio linternas o hasta radio linternas con sus suscripciones). Y es por eso que nuestro rescatado de este primer año tenebroso es, irónicamente, un programa radial y no televisivo. Dios mío, en tus manos colocamos la basura que ya pasó y los bodrios que llegan.

1993
Retomando el hilo conductor del año 1992,  el apagón modificó muchos de los planes que las programadoras tenían respecto a sus productos, enviando al congelador algunos en pro de mejores condiciones.  Para paliar la crisis, el hoy presidente Juan Manuel Santos, entonces ministro de Comercio Exterior del gobierno de Cesar Gaviria, promovió el famoso Decreto 717 de 1992, mediante el cual se modificó la hora en Colombia, y también coadyuvó en la interconexión eléctrica con Venezuela, con lo que la frecuencia de los apagones empezó a disminuir, hasta que se derogó la Hora Gaviria en marzo del año 1993, y los apagones se superaron hacia los dos meses siguientes.

Ello permitió que uno de esos programas que estuvieron “engavetados” viera la luz, para posterior desdicha nuestra: Padres e hijos. La premisa, casi calcada de Familiy Ties (Lazos familiares) era la de dos padres de clase media, un hijo apuesto, una hija del medio intelectual y llamativa, y una menor que reflejara las inquietudes propias de su edad. Bajo la mecánica de dramatizados unitarios, donde a uno o varios de los integrantes de la posteriormente odiada familia Franco les pasaban determinadas situaciones que concluían en una moraleja con voz en off de uno de ellos, el programa no parecía sino otro proyecto mas de los muchos que tuvo el Canal A, plagado hasta ese entonces de telenovelas venezolanas o mexicanas en su franja vespertina. Pero los sistemas empezaron a pervertirse al poco rato, pero de ello hablaremos más en detalle en el post de 1994.

Continuando con las demás franjas, en la de las novelas de las 8, el liderato que hasta ese entonces tenía RTI con su novela En cuerpo ajeno tendría un final abrupto. A Julio Jiménez le pidieron alargar la novela, pero la historia ya no daba más de si, por lo que, en un rifirrafe entre Jiménez y RTI, se optó por una solución que el tiempo demostró, sería la peor de todas: Terminar la novela tal como se tenía planeada y luego reemplazarla con el primer refrito oficial de nuestra era: Dulce ave negra, que era el refrito de Lola calamidades, que databa de 1987. A su turno, RCN recuperaba el terreno perdido con su polémica novela, que le llevó más de una queja a bordo y hasta destrozó el matrimonio de Miguel Varoni por el affaire con su coestelar, Aura Cristina Geithner: La potra zaina, ambientada en los Llanos, fue de las novelas más exitosas de aquel año, aunque lo que ocurría tras bambalinas era más llamativo. Ya RCN tenía experiencia en telenovelas grabadas en exteriores, y ríos de tinta corrieron sobre la evidente tensión sexual entre sus protagonistas. Fue, por así decirlo, el primer éxito del hoy canal de Las Américas.

Pero sus hoy homólogos de La Floresta no pudieron decir lo mismo. Tras el abrupto final de La mujer doble, a finales de 1992, lanzaron apresuradamente Pasiones secretas, adaptación de Dancing days, novela brasilera. La novela, con sus sobre y sub actuaciones, tuvo un elenco que no impactaba en lo más mínimo. A ella la sucedió otra novela hecha de coyunturas: Solo una mujer, que trataba sobre el oscuro mundo de las intrigas en un canal de televisión. Y digo, coyunturas, porque se aprovechó el boom de una modelo y de un cantante de preferible no recordación musical y peor recordación actoral: estamos hablando de Viena Ruíz y de Marcelo Cezán, quien competía por el premio “tumbalocas de la TV” con Naren Daryanani, integrante del elenco de PeH… Si, así de grave estábamos en cuanto a recreo visual. Solo una mujer era otra novela insubstancial, que no le hizo ni cosquillas a Morena Clara, otra novela en coproducción, que Jes desarrolló tras el final -polémico, por demás- de Sangre de Lobos.

Pero 1993 también hizo ver la luz a un proyecto que sigue en televisión actualmente: El Gol Caracol. Las anodinas transmisiones deportivas del grupo de programadoras de la OTI (entre las cuales estaba Caracol)  se hacían en destartalados equipos que escasamente funcionaban, mas cuando Telecom por esos años, entraba en frecuentes paros, privando de señal a los pocos colombianos que se habituaban a ver la transmisión de partidos de futbol. Ese año, como algo que aun no se explica, la hoy “Decepción” Colombia si era un equipo que valía la pena ver, y que logró su clasificación meritoria el mundial USA/94, con aquel partido del 5 de septiembre en el estadio Monumental de River Plate, si, el del famoso 5-0, el peor espejismo de nuestras delegaciones deportivas.  Caracol se valió de sus asociaciones con programadoras de la cadena Uno en las transmisiones dominicales, que competían con enlatados y el ya comentado No me lo cambie en ese entonces. Era ya frecuente ver la gente con el televisor en mute y escuchando el partido en radio.

Del resto de la programación, destacar la nada grata salida al aire de otra comedia plagada de sobreactuaciones, pero que permitía harto material para rellenar en los comienzos del Canal Caracol: Tentaciones. Bajo la premisa sencilla de una apuesta entre un ángel y una diabla en pro o en contra de la estabilidad de un matrimonio, debía ser la comedia más barata de hacer, en términos de libretos, locaciones y casi que de elencos, pues, aunque los protagonistas originales cambiaron con frecuencia (solo persistió Diego León Hoyos, el ángel Serafín), la inercia nos dejó verla por casi cinco años en activo. Lo curioso era ver cómo, con ese elenco tan reducido, y esas locaciones tan trilladas, sobrevivió ese programa tanto tiempo. En estos capítulos nos daremos cuenta que muchos de los programas que tal vez nos gustaron, no pasaban de ser  unos reverendos bodrios...

En el otro lado, RCN nos metía hasta por los ojos a Paola Turbay y su programa Hola Paola, una suerte de magazín  con escasa coherencia pero rating discreto. También podemos destacar la programación de los fines de semana, liderada por Punch en buena parte de ella, con enlatados de diversas pelambres (Guardianes de la bahía, Clase de Beverly Hills, Melrose Place, La Dama del Oeste), pero todas ellas macheteadas y pésimamente transmitidas, con desfases entre las temporadas respectivas. Sí, eso lo heredamos desde hace años.

Y como plato fuerte, en las noches de los jueves, tras el final de una incomprendida Espérame al final, tenemos la novela condenada al ostracismo: El Oasis: protagonizada por Pedro Rendón y una Shakira que trataba de hacerse camino en la capital, a dos años de haber figurado con “Magia”. Se notaba lo mal asesorada que estaba la pobre, porque esta novela, lejanamente inspirada en la desgracia de Armero, era de lo más ridículo que se pudiera ver. La barranquillera sacó disco ese mismo año, que nula figuración tuvo en radio. Y tanto se avergonzó de su actuación, que llegó a bloquear su retransmisión (Bueno, con la crisis de Cenpro en el 2000, todo era posible).

De 1993 también debemos destacar que Carlos Vives llegó a la cima del éxito con "Clasicos de la provincia" su disco más importante, pero también creo en ese mismo año "La tele" con Martin de Francisco y Santiago Moure. Aunque a Vives también podríamos endilgarle el nacimiento de uno de los fenómenos musicales mas detestables que se hayan vivido en Colombia, como lo es el de "los reencauches" pues en los años subsiguientes y hasta el sol de hoy empezaron a salir cuanto grupo y cantante de tres pesos cantando música vieja (acuérdense de Café moreno con Danna García, Iván y sus bam band, Los 50 de Joselito y un interminable etcétera).


En el 93 salió a la luz la entonces señorita Bogotá Carolina Gómez, en medio de un reinado plagado por el escándalo de la Señora Amazonas: El engaño a las directivas del reinado, todavía al mando de Doña Tera,  a las autoridades del Amazonas (que venían de haber coronado a Paula Andrea Betancur en 1992) y su salida digna de una película de Hollywood del tercer piso del Hotel Hilton, fueron la cereza en el postre de un año convulsionado, que a la par de contar con el operativo que dio muerte a Pablo Escobar, también tuvo inteligentes propuestas televisivas como Señora Isabel, que trató temáticas hasta ese entonces tabú como el amor otoñal de una mujer madura con un hombre mucho menor que ella, tras haber sido abandonada por su esposo. Magistrales actuaciones de Judy Henríquez, la hoy fallecida María Eugenia Dávila (que en la trama hacía de la mejor amiga de la protagonista, una mujer que, dada su promiscuidad, moría de SIDA en la telenovela) Álvaro Ruiz (q.e.p.d) y Luis Mesa, que la convierten en la rescatada del año 1993. Dios mío, en tus manos colocamos la basura que ya pasó y los bodrios que llegan.


1994:
Llegamos a un capítulo muy esperado, el de 1994, esperado por cuanto marca el año en que nuestra televisión llegaba a sus primeros cuarenta años de existencia, pero a su vez, un punto de inflexión en cuanto a su calidad, que ya ha venido siendo cuestionada en los dos capítulos anteriores. Prepárense, que hay muchos temas entre el tintero.

Me pedían que me pronunciara respecto del tema de las tutelas que hacían sacar del aire algunos programas, y luego bloquearían hasta conciertos. Pues bien, el año 1994 fue el año del cambio radical de la tendencia. Si bien la infame y tristemente célebre tutela de la señora Deisy Porto viuda de Vargas es de agosto del año 1993 (T-321-93), recuerden que en aquellas épocas, donde el Internet no era lo que es hoy en día, los jueces de la República tenían que esperar las gacetas de la Corte Constitucional o los de la Corte Suprema de Justicia (unos libros enormes y pesados, que extraían lo más destacado de la jurisprudencia de esta institución) llegaran a sus estantes para, así cambiar la forma en cómo se aplicaban el derecho.
  
La señora Porto, en un acto que debemos considerar de “desocupe”, entuteló programas de diversa índole como MacGyver, la telenovela venezolana Carasucia o la colombiana Lucerito. En primera instancia le concedieron lo que pidió, sacando del aire esos programas, pero la Corte varió todo, en aras de no volverse la evaluadora de contenidos de la TV, labor que, en realidad, debía hacer la hoy extinta CNTV. En palabras  de la Corte “No basta la nuda afirmación de un ciudadano acerca de los peligros morales que para sus hijos menores puede entrañar la transmisión de ciertos programas, señalados por él mismo a su arbitrio y según su personal manera de enjuiciar, para que por ese solo hecho tenga que variarse, por vía de disposición general, toda una programación, en un país donde la censura está proscrita de modo terminante por una norma prohibitiva de la más alta jerarquía, cuyo texto no deja margen a las dudas interpretativas: “No habrá censura”.

Se ha invocado la violación o la amenaza de un derecho fundamental, pero no se ha probado. Porque si es problemática, en abstracto, la afirmación de que los programas de un cierto contenido dañan, mucho más lo es la de que ciertos programas han ocasionado daño a determinados niños, de los cuales se ignora tanto la conducta anterior como la posterior a su compulsiva afición. No sería la tutela el instrumento jurídico adecuado para corregir la situación que la actora encuentra inconveniente y violatoria de los derechos fundamentales de sus hijos menores”.

Pero la puntada definitiva la daría otra de las cortes, esta vez la Suprema de Justicia, dándole reversa a la decisión del mismo magistrado que falló favorablemente la tutela de la señora Porto, en contra de la tutela que impidió que el concierto de Eros Ramazzotti del año 94 se llevara a cabo en El campin. En ese entonces, dijo la Corte que  las garantías de seguridad estaban dadas y si se hubiese presentado un hecho de desorden o alteración del orden público, eso era algo fortuito por lo que debían responder el Alcalde y la Policía. Según la Corte, el hecho de utilizar un escenario para espectáculos diferentes a su naturaleza no genera violencia o desórdenes, tanto así que el concierto de Ramazzotti se presentó en otro lugar sin que se registraran hechos censurables.  La Sala Civil del Alto Tribunal  desestimó los argumentos del abogado Hugo Angarita, quien presentó la tutela y adujo que éste no acreditó suficientemente los derechos que, según él, le iban a ser vulnerados con la realización del concierto en El Campín. La Corte Suprema dijo que si bien en dos oportunidades anteriores se presentaron desórdenes en las cuadras aledañas al estadio, durante la realización de un concierto, estos hechos son meras referencias históricas que no se pueden asumir como si siempre fueran a suceder. Es mas, según la Corte, el demandante no pudo ni siquiera demostrar que vivía en el sector que rodea el estadio El Campín, y lo que fue la cereza del postre: Se  hizo un llamado a los administradores de Justicia para que realizaran estudios más profundos antes de fallar tutelas de este tipo. Con esto, pasamos al otro extremo: la de los jueces a los que les (o nos) importa un reverendo carajo qué pasan en TV, radio o espectáculos públicos. Para eso hay otras autoridades. Si bien se instó a una mayor prudencia por parte de jueces y magistrados, responsables de fallar sobre tutelas de esta índole, hoy evitamos la fatiga y congestión del aparato judicial con base en estas sentencias.

En el mismo año 94, es de destacar cómo pasamos de la euforia y el triunfalismo barato a la desazón por la derrota en el Mundial USA/94.  Bavaria, junto con el siempre infame periodismo deportivo, se encargó de exprimir y agotar a la selección con un montón de amistosos hasta con la juvenil de Arabia Saudita con el fin de ganar más plata con merchandising y patrocinio. Tras sonar como favoritos por cuenta de Pelé (a quien le atribuimos, hoy en día, poderes salinos similares a los de Katherine Porto),  la ya “Decepción” Colombia fue eliminada en primer a ronda, tras caer 3-1 contra Rumania, 2-1 (con autogol a bordo) contra la enclenque selección anfitriona y escasamente ganar 2-0 contra la siempre débil Suiza. Hasta ahí llegaron meses en que Viñazco Ch y su combo inflaron  el ego de un combinado que comenzó a salir desde comerciales de llaveros, álbumes, pelucas, cuadernos, muñecos articulados hasta pantaloncillos. Acusaciones fueron y vinieron tras la derrota, enlutada por el asesinato de Andrés Escobar, y curiosamente, en ese año, todo lo que tuvo que ver con el futbol sufrió un tremendo bajonazo: Desde las transmisiones de los partidos del Parma (equipo donde militaba “El Tino” Asprilla), las del Bayern Munich (enhuesada que se pegó RTI, solo porque el “Tren” Valencia jugaba en la liga alemana), pasando por las de los restantes partidos del torneo mundial – si, a quien ya le importaba un partido Suecia/Arabia Saudita, después que nos eliminaron- y hasta Supercampeones – si, los dibujos animados japoneses donde varios  goles y jugadas desafiaban todas las leyes de la física, donde un partido duraba más que un día de hambre y en una liga donde se hacían las faltas mas hijueputas y no aparecía ni una tarjeta amarilla, ni mucho menos una roja, ni siquiera una hijueputeada al árbitro. Terminamos casi que aborreciendo el fútbol ese año…

Tanto como se podía aborrecer una de las últimas telenovelas que produciría Jorge Barón, antes de ser comprador masivo de manteca  made in México: Paloma, bodrio televisivo que contaba con la súper actuación de Nelly Moreno, quien era una de las chicas predilectas de don Jorge Barón, al lado de Linda Lucía Callejas, de quien tomó el testigo, tras finalizar ese infumable culebrón llamado Lucerito, y coprotagonizada por Edmundo Troya, quien aullaba cantaba el tema principal de la novela, toda una oda a la mediocridad. Paloma era una novela sin pies ni cabeza, que Ud. podía dejar de ver en febrero, y volverla a ver, digamos, en diciembre, y estaba en las mismas.  Villanas tan sobreactuadas como Ana Bolena Meza o Sandra Eichler… que me las busquen. Tras el final de la novela, doña Nelly se adentró en la política.

Y bueno, ahora si van a ver desde donde empezó a joderse Padres e hijos: tras la acogida del programa, en una era donde los noticieros todavía duraban media hora al mediodía, el vacío que dejaron algunos espacios “censurados” por doña Deisy fue rellenado hábilmente por Aponte y Reyes alargando de media hora a una hora de programa. Esto también, con el ánimo de hacer frente a la nueva competencia que les plantó Tevecine: Amanda, tortas y suspiros, serie ridícula donde las haya, que fue el primer protagónico formal de Katherine Vélez, en una fórmula trillada y media: madre separada que trata de salir adelante, al frente de una repostería. Al final, y como pasó mucho tiempo con Padres, mientras no tuviera un rival de altura (¿?) iban a seguir logrando el éxito.

Pero sostener los libretos y al elenco en la temporada del año 94 iba a ser difícil, pues Naren Daryanani y Tania Robledo, que interpretaban a los hermanos mayores, se fueron a formar parte del elenco de nuestra Clase de Beverly Hills criolla: Clase aparte, donde compartieron créditos con otro grupo de jóvenes actrices que, posteriormente, harían parte de otros proyectos: Susana Torres y Sandra Reyes. Si, para los que todavía están perdiditos, la misma donde fue tema principal La soledad, tema de Laura Pausini, que fue canción del año en 1994. En la historia del mediodía, se acomodaron los horarios de grabación hasta que fue imposible hacerlo, pero ya en el próximo post veremos parte del desenlace de esta situación.

Veamos ahora qué sucedió con la franja nocturna. En 1994, vivimos el primer estreno simultáneo de RTI y RCN, desde los acaecidos en 1992: Los primeros optaron por otro culebrón de Julio Jiménez, que pasó con más pena que gloria en su momento: Las aguas mansas, un proyecto al que solo salvó, al principio, su venta al extranjero (igual, en Eslovenia les importa un carajo que el rating de esta novela marcara índices pésimos: no tienen con qué mas rellenar sus mañanas sino con novelas latinoamericanas baratas), y luego, su refritada telemundesca, de la que ya hablaremos. Por los lados de Las Américas, seguía sonriéndoles la suerte con una novela paradigmática: Café, con aroma de mujer, que fue el feliz retorno de Margarita Rosa de Francisco a la televisión colombiana, siendo ella de las pocas artistas que goza de buena aceptación del público en ambos canales. Era mucho más importante ver, y se volvió todo un fenómeno de masas, las desventuras de Gaviota/Carolina Olivares con las maquinaciones de la Familia Vallejo que la novela de época que mostraba RTI. Aunque la historia era la misma de la niña pobre y el niño rico, la única diferencia era que Café fue muy bien investigada por Fernando Gaitán y nos mostro las dinámicas de las empresas cafeteras y las plantaciones.

En la franja de las 10, La maldición del paraíso hizo de las suyas, hasta que llegó Candela, primera novela estelarizada por Angie Cepeda, junto a Víctor Mallarino, que puso las cosas muy picantes hacia finales de aquel año. Y eso que no hemos hablado del primer gran fracaso de JES en esta franja: Mambo, novela que marcó el debut de Flora Martínez en la TV colombiana, y que solo duró al aire 40 episodios que, hasta el fiasco de Valentino el argentino, fue de las novelas de más corta duración.

De otra parte, el resto de la programación seguía siendo una enorme invitación a apagar el televisor: Cómo olvidarnos de los pecuecos programas de César Ramírez (como A toda música o T.Q.M.), Ojo Pelao Bebé,  los enlatados basura que compraba RTI (como cierta versión de La pantera rosa donde ella hablaba), las películas malísimas que pasaba Jorge Barón Televisión los domingos al mediodía o los dramatizados de los sábados, Momposina incluida (un gran fiasco de RCN), y ni hablemos de Mi generación, serie de ingrata recordación con el grupo Poligamia, si, el mismo de Andrés Cepeda, Juan Manuel Turbay y Gustavo Gordillo, quien, por esas épocas, fue novio de Shakira, quien , en las postrimerías del 94 lanzaría Donde estás corazón, tras el rotundo fracaso actoral ya comentado en el pasado capitulo.


Del año 94, y solo para cerrar, rescatar un solo producto de buena calidad: El programa infantil  Brújula mágica, que tenía secciones entretenidas y educativas  en medio del océano de basura de tan olvidable año como, en mi criterio, fue 1994. Programa que presentó, desde sus comienzos, Patricia Castañeda. Algo bueno tenía que haber de este despropósito. No trataban al niño como tonto sino que ellos realmente entendían quien era. Y por eso es el tercer programa rescatado de esta saga. 

Dios mío, en tus manos colocamos la basura que ya pasó y los bodrios que llegan.


1995
Muchos pensarán que, comparado con el año que le antecedió y el que le sucedería, 1995 fue un año muy flojo. Y si, tienen buena parte de razón. Pero 1995 es una etapa que tenemos que mencionar en la explicación de por qué la televisión colombiana es como es. Poniendo en contexto las cosas, el escándalo de los “narcocassettes”, que empezó a gestarse a finales de 1994 prometía echarle buena dosis de agua sucia, mediante el surgimiento del muy cacareado proceso 8000, al presidente del entonces, Ernesto Samper. Es por ello que comenzaron cabildeos rápidos para sacar adelante, mientras las mayorías legislativas así lo permitieran, proyectos como el que se convirtió en la Ley 182 de 1995.

Recordemos que, hasta ese entonces, era más cómodo para los gobiernos de turno, manipular las licitaciones televisivas (sobre todo las de los noticieros) en las licitaciones a tres años pero Samper y los suyos se vieron maniatados en una que se diseñó a seis años. En consecuencia, si no puedes manipular a los medios ya existentes (sobre todo noticieros como el ya extinto 24 Horas, que pertenecía a la familia Gómez), tenías como única opción ampliar las franjas de televisión. Es así como desde marzo de aquel año, pasamos a tener una programación de 24 horas.

Es en ese momento que entran Caracol y RCN de plano a crear sus franjas de informativos, que antes no tenían. A cada uno de ellos se les dio su propio espacio a las 7:30 de la mañana, franja que antes tenía la televisión educativa y cultural, primera damnificada de esta nueva mecánica de hacer televisión. Pero, mucho antes que ellos, en la Cadena Uno se asentó una de las fórmulas televisivas más funestas de cuantas se hayan asentado en nuestra TV: El programa matutino de variedades de sofá y algo de noticias serias. Y los gestores de este fenómeno fueron Darío Restrepo y Adriana Arango (no confundir con la ex de Robinson Díaz) con En vivo. Este espacio, en apariencia inocente y entretenido es el padre de las bazofias que hoy vemos personificadas en Muy buenos días o Día a día. En 1998, veremos cómo se pervirtió –aun más- el modelo.

Sigamos con el tema de la televisión educativa y cultural: usualmente, hasta 1995, tenía dos franjas horarias: desde las 6 a.m. hasta las 10 y entre las 2 pm hasta las 4 pm. Pero, al pasarse a una programación de 24 horas, los apetitos de las programadoras hicieron que todos estos espacios se vendieran al mejor (o peor) postor. Se acabo la televisión educativa y cultural, y desde ahí la televisión colombiana dejo de tener su ingrediente formativo para lentamente convertirse en lo que es ahora, una fábrica de bodrios y refritos.  Uno de los casos más palmarios ocurrió con la franja vespertina, que pasó a ser inundada por toda laya de telenovelitas mexicanas de dudosa factura, como Volver a empezar o Marimar. Adicional a ello, se vio a los programas de la franja educativa como algo obsoleto, a lo cual había que relegarlo al olvido pronto. Se rompieron acuerdos de cooperación televisiva que hicieron posibles programas de corte infantil en la TV colombiana como los de la NHK.

Y en la franja maldita, un programa ya comentado aquí comenzaba a saltar el tiburón: Padres e hijos llegó al año 95 con el retiro de dos de los integrantes de su elenco principal y el ingreso de otros que darían de qué hablar, no necesariamente por su talento. Daryanani y Robledo, que ya comentamos en el episodio pasado, salieron casi definitivamente de la serie. Al primero lo mandaron fuera del país con su esposa e hijo (si, ya Andrea Guzmán hacía ese rol), mientras que a Robledo la emparentaron en la novela con otro conato de actor, presentador y cantante. John Zea. Así, las típicas salidas de personajes de los culebrones (irse de viaje, morirse, etc.) se afincaban en esta serie y en su reemplazo, Manolo Cardona y Daniel Abella entraron al elenco, como hijos adoptivos de los Franco. Por un lado mejoraba nuestro recreo visual con Cardona, pero Abella, en su insufrible papel de Pablito, era el perdedor por antonomasia. A su vez, libretos que en realidad, debían ser los del personaje de Tania Robledo, fueron prácticamente reescritos para que los asumiera el papel de Ana Victoria Beltrán, pero de eso profundizaremos en el capítulo del 97.

Ya en la franja prime time, el liderato de Café se sostuvo hasta bien entrado el año 95, compitiendo con uno de los mayores desastres televisivos de su época. Digo desastre, porque, con el elenco que gozó y con lo mucho que se invirtió, la historia nunca cuajó: María Bonita, primera – y afortunadamente única- novela colombiana donde actuó Adela Noriega, al lado de un cada vez menos convincente Fernando Allende. RTI ya casi no veía la hora que este culebrón, con libretos de Martha Bossio, viera su fin, no solo para desenhuesarse de Allende, figura ya en verdadera decadencia, sino porque ya no podían ocultarse las enormes rivalidades entre la mexicana Noriega y la local Flora Martínez, que fungía como ¿antagonista? Nunca lo tuve muy en claro.

Si creían que la Spanic y la Siachoque eran las primeras en enfrascarse en una guerra de egos, es porque les faltó conocer la turbulenta convivencia en el set de esta novela. Tan fue así, que Noriega dejó físicamente botada la novela a poco de acabarse, siendo sustituida en los episodios finales por una doble. Lo irónico es que, para el final de la misma, al menos la competencia estaba más igualada, ya que RCN sacó uno de sus productos más flojos del prime time. Uno con in título que era una invitación al onanismo: Eternamente Manuela, otra novela donde la química entre sus protagonistas era la misma que la de un Alka Seltzer en un masato. De esta novela tuvimos que lidiar otro esperpento: Alejandro Martínez como cantante. Mientras en las emisoras de RCN (La mega como la primera de ellas) no sabían como promocionar el tema de la novelita de pacotilla esta, en las de Caracol sonaban otros temas, todos igual de malos, claro está. En el horario de las 10, a la ya comentada Candela la sucedió una polémica novela: La sombra del deseo, que tuvo una de las escenas de cama más sonadas entre Omar Fierro y Amparo Grisales, que contrastaban con las casi risibles escenas entre Astrid Carolina Herrera y Luis Mesa en El Manantial. Fue, por así decirlo, de las pocas veces que Caracol logró remontar, por escaso margen, a su rival de turno.

1995 fue, en mi criterio, uno de los pocos años en que, a cambio de acabarnos la televisión educativa y cultural, vimos un auge de la televisión infantil o diseñada para el entretenimiento de la familia. Aunado a los ya existentes Okidoki , Los Dumis o Brújula mágica (rescatado del episodio anterior), entraron a la parrilla televisiva Conjunto Cerrado, Sabor a limón, Los Caballeros del Zodíaco, Power rangers y El gran Juego de la Oca. Quiero destacar los dos primeros, por ser unas comedias infantiles y juveniles que tenían su mérito propio. Fue una lástima que a la primera se la tiraran en 1998 y a la segunda no le dieron continuidad al año siguiente.

Pero no todo es positivo en el 95: una programadora que se hizo con muchos espacios y los rellenó a punta de magacines fue Tevecine, siendo los más destacados Non plus ultra (donde se estrenaba Zharick León como presentadora) y Todo que ver(con Víctor Gómez y Marcela Sarmiento), que competían con uno de los mayores bodrios que lanzó RCN en su momento: En todo, de la mano de los nada carismáticos Rodrigo Beltrán y Valeria Esteban. 1995 también vio el triste final de la Teletón, que se había llevado a cabo de manera ininterrumpida desde 1980, en medio de una crisis económica y política que ya estaba gestándose y cuyos más repugnantes efectos veremos en el capítulo de 1996, para el cual recomiendo bastantes antiácidos, porque va a ser muy fuerte.


También fue el año en que el Canal 3 cambió a ser Señal Colombia, conservando su carácter cultural, pero sin ser el rescate de los programas defenestrados de los canales comerciales. Y fue el año de nuestra propuesta rescatada de este año: Quac, un genial programa para que el tristemente asesinado Jaime Garzón, al lado de Diego León Hoyos hicieran ese humor político que tanto tendrían que explotarle a este periodo tan oscuro de nuestra historia nacional.  ¿Cuál es el mérito de QUAC? Su formato giraba en torno a un noticiero. ¿La razón? No hay que olvidar que en los 90s varios de los noticieros en el aire, o pertenecían a familias de políticos o eran muy afines a partidos políticos y a sus 'cacaos'. Por eso, QUAC, en forma de noticiero que presentaba distintas opiniones (los personajes de Garzón), se burlaba de la desinformación de tan "distintas" vertientes de noticieros (a la larga de la misma clase política de siempre) Y si le agregábamos la convulsa fauna política en épocas del proceso 8000, era un coctel bien bravo.... Y así cerramos este episodio de nuestra historia, que poco a poco marcaría lo que hoy tenemos. Dios mío, en tus manos colocamos la basura que ya pasó y los bodrios que llegan.


1996
Advertencia: se recomienda una bolsa o balde con buena capacidad porque el nivel de las porquerías televisivas que Ud. va a recordar a continuación le pueden provocar fuertes ganas de vomitar.

Hemos llegado a un año de negra recordación: 1996, año en que un tsunami de manteca se apoderó de nuestra televisión nacional, y ya verán porqué lo digo: Mientras el país se polarizaba políticamente tras las escandalosas revelaciones de Fernando Botero Zea de que Samper “sí sabía” de la entrada de dineros del narcotráfico a su campaña presidencial, y en medio de descertificaciones, conspiretas, monitas retrecheras, Alfonsos  Valdiviesos, Heynes Mogollones y demás fauna política, que sería las delicias de programas de humor como Los reencauchados o el rescatado del episodio anterior, Quac; nuestra televisión caía en una fuerte decadencia en materia de contenidos, en prácticamente todas sus franjas.

Despuntaban las mañanas televisivas, y nos tropezamos con la peor manifestación de las bazofias televisivas: Ellas por ellos, otro de los ene mil magazines de tres centavos hechos por Tevecine a mediados de los noventas, a cargo de un gran productor de basura televisiva como Carlos “Vigoril” Echeverry y su secuaz, Pablo “Sonrisa de Guasón” Lamus, que competía con otros programas como Álvaro al aire (antecesor directo de Yo, Jose Gabriel, una copia barata de los late shows gringos) o el Noticiero del espectáculo de Jorge Barón, que eran el destino perfecto de la Lista H de aquel entonces (recordemos que Sweet nacería a finales del año siguiente). En estos programas, iba cualquier galán de vereda o actriz/modelo de medio pelo a ser entrevistada, incluso, prácticamente repetían invitados. Al lado de estos programas, hasta la abominación que hoy presenta Jota Mario merece un premio Nobel de Paz.

Allí también tuvieron cabida abominaciones musicales de ese mismo año como Charlie Zaa o Marbelle y su one hit wonder “Collar de perlas”. Ah, y para los que, de pronto  todavía se preguntan ¿porqué le dicen la reina de la tecnocarrilera, si solo ella canta ese género?, recuerden que también surgió un grupo (ya extinto, me imagino) que hizo covers de rancheras famosas en este abominable engendro musical: Tequila Mix, grupo perfecto para rellenar cualquier disco de música pachuca de fin de año o programa de videos de pacotilla de los festivos en aquellos años.

Al medio día, don Jorge Barón nos daba la importación mas grasienta de cuantas hayan aterrizado en nuestras pantallas: El premio mayor, novela guisa por antonomasia, que prefiero llamarla El alarido ramplón. De sobremesa, nos trajo otra importación mexicana, sobreactuada a morir: María la del barrio, si, la misma de la escenita de la Maldita lisiada; y ni hablemos de ese conato de reality show con presupuesto de tres centavos llamado La nueva estrella de las canciones, experimento que ya había hecho  el productor y presentador ibaguereño años atrás, pero que rellenaba las tardes de toneladas de mediocridad musical.

En las tardes, cedían terreno los programas infantiles, a manos de novelitas infumables como Celeste, siempre celeste (no sé a qué mente retorcida se le ocurría comprar las insoportablemente largas y tediosas telenovelas argentinas, trilladísimas en argumentos que permanecían anclados en los años ochentas) o programas como Dicen, con la Negra Candela, cloaca putrefacta de chismes mal contados, que a malditas horas recaló en la televisión vespertina.

Ya en las noches, el liderato de RCN se perdió totalmente con uno de sus peores gazapos telenoveleros de los años noventas: Guajira. Si, otra novela donde los protagonistas (Guy Ecker y Sonya Smith) irradiaban tanto calor como la estación Vostok de la Antártida, pero que fue el debut actoral de Rafael Novoa, de quien profundizaremos en 1997. Fue una novela tan mala, donde se exageró hasta la saciedad la caricatura barata de los costeños, que cayó por debajo de los 9 puntos de rating, lo cual, en buena parte, permitió que su enfrentado hiciera de las suyas, en medio de los libretos cada vez más inverosímiles que tenía: La viuda de Blanco fue líder absoluto del prime time, ocultando la evidente sobreactuación de Ana María Hoyos ( quien luego abandonaría la novela, ante el previsible alargue de la misma), o los ya trillados recursos de Julio Jiménez, como el de los poderes sobrenaturales de los gemelos Blanco o las poses de galán de vereda de Oswaldo Ríos, por quien Shakira dejaría a su entonces novio Gustavo Gordillo de Poligamia. A RTI solo le importaban las cifras del rating y el “merchandising”  que le reportaba la novela, que hasta banda sonora alcanzó a tener en el mercado.

Seguimos en la franja nocturna, cuando Yamit Amat, a comienzos de marzo de 1996, se ideó una sección que vendría a ser replicada en todos los noticieros que le sucedieron: Las cosas secretas. La elegida para presentarla: Viena Ruiz. Ante su fracaso actoral, del cual ya hablamos en el episodio de 1993, la paisa era apenas la marioneta perfecta que necesitaba Amat: Con figuración en medios, bonita, de bellas y llamativas piernas, y con la dicción apenas necesaria para que la gente viera la sección predilecta por gobiernistas y conspiretas del entonces. Con ello surgen las noticias politicas farandulizadas, siempre pendientes de detalles sin importancia en vez de informar lo que sucede. Aunque para algunos, "Las Cosas Secretas" era teasing del bueno, pues, sin creerse una mujer de otro mundo, Ruiz era simpática y al menos tenía algo de clase; no parecía una culicagada reciclada de alguna comuna con hijo a bordo, o una costeña desabrida, ni otra “egresada” de la UNAB, o la típica valluna que tiene que mantener a toda una familia... todas vestidas como Danias. Además siempre tenía una sonrisa, no como las presentadoras de nuestros días que viven estreñidas, por decir lo menos.

Mientras CM& se consolidaba, QAP naufragaba ante el bajo rating y los constantes cambios de presentadores, que le restaron identidad al telediario.  Tras el fin de estos noticieros, Caracol volvió a las andadas con otra telenovela malísima donde las haya: Prisioneros del amor, primer protagónico de Andrea López y Carlos “Piti” Camacho, que ya había actuado juntos en la infamemente recordada comedia O todos en la cama“, y como antagonista, un Omar Fierro que distaba mucho del galán seductor de una Sombra del deseo, terminada a los escobazos.

Pero si por allá llovía, por la competencia no escampaba: JES sacó, tal vez, uno de sus peores errores televisivos: Mascarada, protagonizada por una de las primeras mujeres de Lot conocidas en la televisión colombiana: Juanita Acosta, quien hacía pareja con otro de los “galanes” del momento, Juan Ángel. Una novela que era un revuelto de cosas sin sentido: hablaba del mundo del modelaje, pero con algunas referencias con aspectos políticos, como si en sus libretos metiera mano Julio Sánchez Cristo a manera de panfleto. Mostraban una irrealidad de las agencias de modelos, y es que tú no puedes creerte que se hable de las connotaciones del proceso 8000 en una escena de cama o en una peluquería.  En el elenco de este despropósito televisivo se contaban figuras como Carolina Trujillo, Gloria Zapata, Marcela Agudelo, Diego Trujillo, y jóvenes figuras como Luigi Aycardi, Andrea Guzmán, Ángela Vergara y hasta Maritza Rodríguez, pero fue “masacrada” a partes iguales por críticos y espectadores. Tenía más rating El minuto de Dios.

Tampoco podemos ignorar los dramatizados semanales que plagaron las noches y hasta las tardes de aquel 1996: Otra en mi, con una sobreactuación, por partida doble, de Geraldine Zivic, haciendo de  buena y mala (oh, esto no se le había ocurrido a nadie antes), junto a Mauro Urquijo; Las ejecutivas, una serie que seguía dando tumbos en los horarios más cercanos a la medianoche, tras haber comenzado en las tardes dominicales, dado su fuerte contenido que rayaba casi en el porno; o Leche, comedia de los jueves por la noche, que tenía muchos libretos de grandes figuras como Jorge Maronna, Bernardo Romero Pereiro o Daniel Samper, y aunque pretendía ser parodia, fracasaba en el intento. Pretendía ser graciosa, y despertaba bostezos. Pretendía ser musical, pero eso aquí en Colombia ya no calaba. Aunque algunos la consideran una novela de culto, a mi no me despertaba mucho que digamos  la nueva aparición de Flora Martínez junto a Juan Carlos Vargas en la televisión colombiana. Lo curioso es que, en medio de todo, Flora Martínez competía contra ella misma en el mismo horario, siendo la antagonista de una serie con mucha calidad: La otra mitad del sol, también protagonizada por Juan Ángel y Alejandra Borrero, a la que si dejamos indemne de este festival de mediocridad.

Pero de la quema no se salvan tampoco Fuego verde, serie que pretendió relatar los conflictos de la zona de las esmeraldas, pero que derivo luego en una larga sarta de episodios donde lo único que pasaba eran un festival de disparos a diestra y siniestra, protagonizada por un Roberto Escobar al que le pasaban mas desgracias que a José Miel, y donde debutaría Paola Rey; y ni hablemos de dos de los peores productos made in Colombiana de televisión: El día es hoy y Hechizo: el primero fue una suerte de historia paralela a Padres e hijos, donde Kike Vivaldi (otro galán de vereda) se enamoraba de Danna García (si, estaba muy perdidita la niña en ese entonces, tras el final de Café Moreno), cuyo hermano en la novela tenía cáncer o algo así… en la segunda, ambientada en la lucha libre, hizo su debut actoral Ricardo Vélez, pero no pasaba de ser otra serie del montón, que rápidamente fue ignorada por los televidentes.
Renglones aparte merece uno de los peores productos “institucionales” de la época: Hombres de honor, serie que relataba la vida de unos reclutas haciendo el servicio militar, en una época donde las tomas guerrilleras y los secuestros de militares y policías serían el cruel calvario nacional. Con las (sobre)actuaciones de Juan Carlos “Acabarropa” Gutiérrez, Oscar Borda, Jorge López y Horacio Tavera, no pasaba de ser una vulgar copia, mal hecha por demás, de Misión del deber, serie gringa de finales de los ochentas. Con ver series así, uno no se extrañaba del auge del paramilitarismo. También merece entrar en la hoguera el grueso de dizque programas de “humor” de ese entonces, liderado por Ordóñese de la risa, Va la mami y La grúa, ramplones ejemplos de que con tres pesos de presupuesto se puede salir en la tv nacional.

Mención aparte tiene la polémica que surgió con un programa que tanto me estaban reclamando los lectores en episodios pasados: De pies a cabeza, que relataba las vicisitudes de un equipo de futbol de los muchachos del barrio Pablo VI. Y la polémica surgió por aquel episodio donde Pablo (Manuel José Chávez) y Violeta (Carolina Acevedo) perdían la virginidad. Ríos de tinta corrieron, tanto a favor como en contra del seriado de Cenpro, que duraría al aire dos años más. Para algunos, una de las mejores series juveniles de los noventas (surgió en 1994), pero, lo confieso, a costa de que me acribillen, a mi me parecía aburridísima, predecible, repetitiva y pasaba de largo sobre ella. En todo caso, se apeló a lo mismo de lo mismo: el personaje abandona la serie por un viaje al extranjero, le dan una despedida inolvidable…


Pero no todo es malo, televisivamente hablando, en este 1996: rescato de este año un producto como Hombres (serie de RCN de los sábados en la noche estelarizada por Margarita Rosa de Francisco y Nicolás Montero), que sacaba la cara por la mediocre televisión del año 96. Y bueno así cerramos otro de los más siniestros episodios de nuestra televisión. Tristemente tengo que admitir que si mencionamos en amplitud los buenos productos, pierde la gracia el titular "Los años tenebrosos". Damos rejo venteado a la sarta de programas mediocres, que son los que tienen a nuestra TV en la inmunda en que está. Dios mío, en tus manos colocamos esta bazofia que ya pasó, y los bodrios que llegan.


1997
A semejanza de lo ocurrido en 1995, el año 1997 podría decirse que fue un año de “transición”, ya que en él se dio aplicación a la recién aprobada Ley 335 de 1996, la cual reguló las licitaciones de los canales privados de Colombia. Como dijimos en su oportunidad, la política afectó esta licitación, que muchos ya veían como una “pelea de tigre con burro amarrado”. Era difícil competir con Caracol y RCN, quienes venían respaldados por grandes grupos económicos, que posteriormente se harían sentir en el manejo de la torta publicitaria. Aunque ya el proceso 8000 era cosa del pasado, tras la absolución de Samper, los pliegos de la licitación que comenzaría en enero de 1998 tenían fuerte aroma a represalia política: noticieros no “gobiernistas” como 24 Horas o AM/PM verían su cercano final conforme el año 1997 llegaba a su fin.

Curiosamente, en la evaluación de pliegos de esa licitación en pro de los canales privados, el tercer lugar se lo llevó PUNCH, programadora histórica que luego se declararía en quiebra años después, en cuarto lugar quedó RTI y en quinto, señoras y señores, por favor siéntense: Jorge Barón Televisión. Así cualquiera sale espantado. También en el 97 se dio vía libre a la creación de CityTV, que iniciaría transmisiones al año siguiente.

Ahora bien, en materia de contenidos, si bien no alcanzamos a tener las cotas de manteca del año anterior, 1997 también aporta buen material qué quemar. En la franja prime time, RTI hizo lo que ya se tornaría en una ley de Murphy de nuestra televisión: novela que se alarga, novela que se vuelve una bazofia: a La viuda de Blanco le enredaron su trama, haciendo aparecer vivo a Amador Blanco, el esposo que supuestamente Alicia Guardiola había asesinado y por lo cual pagó cárcel. La figura elegida para hacer contraparte del galán de vereda Oswaldo Rios fue un Danilo Santos, en una de sus peores interpretaciones. Esto favoreció que, en el otro canal, tras el final forzado de Guajira, RCN volviera a los gozosos con una propuesta que también tenía parte de los trucos de su rival: Las Juanas, primera “corroncho-novela” que, por así decirlo, no era ofensiva con los costeños, y que, a pesar de sobreactuaciones como las de Katherine Velez, Evelyn Santos o Miguel Varoni, era agradable a la vista, tanto como la tensión sexual entre Angie Cepeda y Rafael Novoa. De hecho, Novoa eclipsó totalmente al boricua Ríos, pues él también fue objeto de deseo y llamó la atención mediática por ser novio de la entonces señorita Colombia, Claudia Elena Vasquez.

Tras las largas y anchas, RTI terminó de mala manera a La viuda de Blanco, y la reemplazó por otra novela que estaba casi condenada al fracaso: Dos mujeres, que marcaba el regreso a la actuación de María Cecilia Botero, con Amparo Grisales como antagonista y con el venezolano Carlos Mata como galán. Pareciera que RTI volvía a cometer el mismo error que cuando contrató a Fernando Allende: enhuesarse con un actor en franca decadencia para tratar de rescatar su carrera. La diferencia es que no firmó contrato por más allá de esta producción. Por lo menos en algo escarmentaron…

Por los lados de las novelas de las 10 p.m., Caracol, ya ganador de la licitación en comento, solamente se dedicó a alargar de la peor forma posible a Prisioneros del amor, pensando más en contenidos para el canal que abriría al año siguiente. JES, por su parte, estrenó una novela que tuvo más sabor polémico, que no necesariamente se reflejó en el rating: Perfume de agonía, que nos mostró una escena de un beso lésbico entre Alejandra Borrero y Marcela Gallego, en medio del síndrome de Estocolmo en el cual se ambientaba la novela. Eran épocas en que las novelas de las diez marcaron sus cifras más bajas…

Entre las series  semanales, producciones anodinas como La elegida o La mujer en el espejo hacían el relleno de una programación que también estaba plagada de magacines de tres pesos como Qué tiene María José,Oxígeno o las bazofias de Mao Mix (Otro que no se quita las gafas oscuras ni pa´ cag.... así sea de noche) y César Ramírez, o la oleada de programas de concurso como Quiere cacao, el reencauche de Concéntrese, Mi media naranja o La bella y La bestia. De hecho, el éxito que tuvo Quiere cacao, reencauche de “El programa del millón”, hizo que JES rescatara del olvido a Concéntrese, programa con hedor a naftalina que daba miedo; y al reencauche mas vergonzoso de El precio es correcto, que tuvo su propia historia detrás: en principio, RTI quiso contar con los servicios de Sofía Vergara como “la bella”, al lado de Pacheco, pero la barranquillera, que apenas despuntaba en la televisión anglo (si por “despuntar” tomamos los breves segundos en que salió como extra sin parlamento en Baywatch), pidió como si fuera Oprah Winfrey, y ya con promociones al aire, tocó cambiar de “bella”…y terminaron recalando en Lady Noriega, que por ese entonces sacó su primer atentado musical… digo, su disco; siendo la pareja del momento del ya polémico Tino Asprilla. El programa tuvo discretos números de rating y fue prontamente cancelado.

Parece que 1997 fue un año muy prolífico en cuanto a comedias, así estas no hicieran reír a nadie. Recuerdo que de ese año es el "ladrillazo" de Las Marias que contaba las "divertidas aventuras” (no sexuales) de unas monjas en su convento; y ni hablemos del  megabodrio que protagonizó "la diva de los colombianos" llamado "La invencible Mujer Piraña" en la cual hacia de una virginal profesora (jajajaja, si, Amparo Grisales, no es broma) y que en la imaginación del niño esta se convertía en una especie de Tarzan femenina en dibujos animados. Dulce Martirio era una comedia sin son ni ton protagonizada por Lorna Cepeda y un modelito extranjero que intentaron meterlo hasta en la sopa, que se llamaba Nestor Moío, cuyo talento y capacidad histriónica hacia parecer a Jaider Villa un Robert de Niro. Paraíso tropical era la versión tercermundista de Baywatch, pero ambientada en balnearios de tierra caliente (y algunas lejanas escenas en Cartagena y Santa Marta) protagonizada por el siempre mediocre Kike Vivaldi y la reina de los afiches y calendario de talleres de mecánica, Sandra Muñoz, al lado de otros conatos actorales como El Negro Salas o Natasha Klaus. Daba pena verla.

Ya que tangencialmente hablamos de futbol, el Gol Caracol, que se había vuelto una interesante alternativa, cuando la Selección Colombia lideró las eliminatorias rumbo a Francia/98 en 1996, se volvió todo un paquete chileno cuando Colombia comenzó perdiendo en el primer partido del año 97, en Barranquilla. Fue una seguidilla de derrotas, y encima por jugadas bobas (que ya hacía ver que a Farid Mondragón le metían goles apenas comenzando el primer tiempo), la que hizo que la gente de Caracol se llevara a replantear si seguía con semejante chicharrón. Pero, ni modo, les tocó apechugar, porque el contrato de patrocinio ya estaba pautado hasta el año siguiente. Fue en el 97 donde se “estandarizó” otro mal de nuestra televisión: La programación de películas de Semana Santa, que desde entonces ya no pela  “grandes estrenos” como “Los diez mandamientos”, “Moisés”, “José, el intérprete de los sueños” y bazofias similares, para desdicha de los estudiantes que pretendían refugiarse en la TV. Y es que a los niños se les recortaban más y mas las alternativas televisivas, a manos de mas telenovelas importadas. Hoy por hoy, ya las caspearon de tanto ponerlas una y otra vez. Yo prefiero practicar rasquinball antes que verlas por diezbillonésima vez. En las postrimerías de ese año 1997 nació Sweet, el dulce sabor del chisme. Para agregar, en 1997 inició la mutación de El Show De Las Estrellas de musical medio respetable a publiprograma con alguito de música. Después de tener a artistas de la talla de Enrique Iglesias haciendo playback en sus estudios, salió a hacer sus programas desde el coliseo el Campín. Luego de que los echaron a patadas de ahí (no les quisieron prestar más el coliseo), salieron a andar por el resto del país con los resultados que ya conocemos.

Renglones aparte merece hablar de cómo Hombres, rescatada de 1996, se la tiraron por también querer alargarla: Margarita Rosa de Francisco ya había anunciado su intención de solo durar un año al aire, pues tenía planificado lanzar su proyecto musical, que vio la luz en 1997 (no es un mal disco, todo sea dicho, pero no era nada comercial), y su reemplazo fue Aura Cristina Geithner. Un lector del episodio anterior comparó este giro argumental como cambiar un Merlot con un Cariñoso de Manzana… yo más bien diría que fue cambiar el Merlot por una Big Cola de manzana.

Pero no todo es malo en la televisión colombiana de 1997: en ese mismo año vieron la luz propuestas  muy atractivas como la apasionante serie La mujer del presidente, que lanzaría a la fama a Robinson Díaz, Marlon Moreno y Cristina Umaña, en la rocambolesca búsqueda que tuvo Carlos Alberto Buendía por probar su inocencia respecto de la extraña muerte de una seductora Susana de Acero, junto a un magistral papel de villano de Jorge Cao. Y también es digno destacar propuestas de Cenpro como la breve pero cautivante Cartas de amor, con su estética kitsch pero bien lograda que nos mantuvo en la incógnita de si el papel de Marcelo Cezán estaba enamorado de un hombre o una mujer (personaje que hizo la entonces desconocida Lucía Muñoz).


También Tiempos difíciles, primera serie con un gran elenco juvenil en que destacaban Patricia Castañeda (que se retiró de Brújula mágica, siendo reemplazada por la entonces exseñorita Bogotá Paula Morales), Julián Arango y Marcela Benjumea, estelarizada por Braulio Castillo, que luego se convertiría en la apuesta de Cenpro en los inicios de 1998, cuando tenía a su cargo la novela de las 10; o como nuestra rescatada de este año. El siguiente programa, que resume perfectamente ese espíritu irreverente de Martín de Francisco y Santiago Moure, que ya venían acumulando desde La tele (1993-1995) o con su etapa en Radioactiva (1996-1997), y experimentando en un formato poco usado: el dibujo animado. Ellos dijeron mucho de lo que hoy cuestionamos en estas líneas primero que muchos. En eso radicó su genialidad, que hoy parece pérdida irremediablemente, tanto como lo es el humor del tristemente fallecido Jaime Garzón, que ese año estrenó Lechuza, tras el abrupto final de Quac, rescatada del post de 1995. 

Aunque, visto desde otra perspectiva, la culpa fue de sus fans que pretendimos convertirlos en la conciencia moral de este país, olvidándose que antes que cualquier cosa, "El siguiente programa" era un espacio de humor, claro, de un genero de humor negro que poco se conocía en este país, pero un programa de humor al fin y al cabo, por el cual De Francisco y Moure recibían una paga bastante buena. Entonces no entiendo porque acusarlos de traidores de una causa, que en realidad nunca tuvieron. En el fondo, De Francisco y Moure siempre fueron insiders que criticaron un sistema que a la larga se los iba a engullir. De la irreverencia no se vive toda la vida. Dios mío, en tus manos colocamos la basura que ya pasó, y los bodrios que llegan.


1998
Hemos llegado a un año muy peculiar: 1998. Este año marcó nuestras vidas televisivas, al ser la puesta en operación de los canales privados Caracol y RCN cuyos comienzos tuvieron luces, pero también muchas sombras. En primer lugar, la licitación de 1998, como vimos en  1997, tenía un tufillo político abundante, el cual hizo surgir programadoras de medio pelo al frente de franjas importantes, relegando a otras al ostracismo, y ni hablemos del despiporre de programación surgido por la entrada en operación de los canales privados, en un año donde la televisión por cable apenas empezaba a despuntar. Creo que muchos recordamos cuando a nuestros hogares llegó la antena con forma de esqueleto de pescado, que nos ayudaría a captar de mejor manera estas nuevas frecuencias televisivas.

En los canales públicos, la inminente ausencia de Caracol y RCN hacía que los espacios que estos tenían antes del 10 de julio se rellenaran de la peor manera posible, en líneas generales. Caracol optó por comprar contenidos que ya hacían algunas de sus programadoras aliadas, como Tevecine y La elegida, que conservó el horario de las 8 de la noche, que le perteneció a Caracol, ya que la novela de las 10 p.m. pasó a manos de Cenpro, y en ella , tras presentar el final de Tiempos difíciles, dio comienzo a una historia fresca, con personajes cuya bondad o maldad sí estuvo bien estructurada: Perro amor, estelarizada por Danna García, Julián Arango y con Isabella Santodomingo como la villana. Con Perro Amor fue que la primera vez en que las novelas colombianas los parlamentos eran de carácter cotidiano. No esas palabras rimbombantes o adornadas típicas de las telenovelas. También la controversia por el uso desmedido de groserías que al final tuvieron que censuran con unos ladridos. Fue tal el éxito de esta novela, aun con este horario, que hasta disco de salsa lanzaron. Eran tiempos gloriosos para Cenpro, que poco durarían…

RCN fue mucho más astuto: Su franja de la novela de las ocho la cambió por un horario, digamos, mas de sirvientas: pasó a tener la novela del mediodía (que en la licitación pasada tenía Punch con novelas más que prescindibles, y allí embutió Marisol, asquerosa novelita mexicana que contaba con banda sonora del siempre mediocre Enrique Iglesias. A cambio, en el horario late estrenó un magazin periodístico que prometía ser una buena apuesta, hasta que luego se corrompió: La Noche, que contaba con un gran elenco de presentadores y periodistas como Pilar Castaño, Juan Gossain, María Elvira Samper y si, ya estaba Claudia Gurisatti en él. Bueno, por lo menos en esa época no todo era Chávez para arriba y Chávez para abajo. Este programa competía en algunos días con otra propuesta televisiva que tenía RTI en esta franja: Cambio de tercio con Roberto Pombo (que hacía un aburridísimo programa de entrevistas y debates políticos los lunes), Jaime Garzón(que hacía humor los miércoles) y Paola Turbay (con segmentos light los viernes).

De hecho, RTI asumió en gran parte la franja prime time del Canal A, con tres novelas con suertes disímiles: Yo amo a Paquita Gallego, Corazón prohibido y La sombra del arcoíris. La primera era otra de las truculencias de Julio Jiménez que nos brindó una novela insufriblemente larga, retorcida, donde a Paquita Gallego, en su afán por superar sus 5 amenazas que le impedían ser feliz, debía aprender a llorar. Esta novelas lideró el rating de ese año e incluso se lanzó una marca de calzado femenino en su honor (zapatos de muy baja calidad, todo sea dicho) La segunda contó con las (sobre)actuaciones de una debutante Noelle Schonwald y Luigi Aicardi, a quien le convendría haber pedido un look distinto al de reciclador de San Victorino en esa novela, que pasó sin pena ni gloria. Desde esta novela, es que Natasha Klauss se encasilló en papeles de mala, lo mismo que ocurriría con la tercera novela, acabada a los machetazos, donde la villana era Catherine Siachoque, protagonizada por su ya compañero sentimental Miguel Varoni y por Geraldine Zivic.

Curiosamente, con Paquita Gallego tuvimos el detonante de por qué otra producción televisiva se echó a perder aun mas: la participación de Luz Stella Luengas (Ana María Franco) como villana en una parte de esta novela le hizo dar unas declaraciones que en su momento reprodujo Sweet, y que significaron su salida por la puerta de atrás de Colombiana de Televisión, productora tanto del magazin semanal de chismes como del pseudo-seriado. Luengas criticó las escenas “tusiadas y machetiadas” que se hacían en la producción vespertina que distaban de la calidad que si tenía el producto de RTI. Por problemas con los horarios de grabación (porque en RTI filmaban en exteriores fuera de Bogotá), en PeH filmaban y filmaban como haciendo salchichas. A eso se refería con lo de escenas "tusiadas y machetiadas". La solución que dio un ofendido Malcolm Aponte: matar en un accidente al personaje de Luengas, quien se fue en muy malos términos de esta novela, que daría más giros rocambolescos al año siguiente, pues los televidentes vieron la muerte de "Annie" casi 6 meses después de cuando ella se desvinculó con ColTV. Precisamente, en el tránsito de PeH al Canal Caracol, la trama se centra en Carlos Alberto tratando de rehacer su vida con Gabriela.

De otra parte, otros programas en franca decadencia vieron su final en 1998: Okidoki, que ya venía de una reestructuración profunda tanto en el grupo musical como en el elenco de la serie, cerró operaciones a comienzos de ese año;  mientras que una ya putrefacta Dejémonos de vainas demostró el escaso fuelle que ya le quedaba a Coestrellas. Las aventuras y desventuras supuestamente cómicas de la familia Vargas ya acusaban varias temporadas de libretos virtualmente repetidos, sin ángel ni gracia alguna, donde, aparte del elenco inicial, se volvía una puerta giratoria de personajes que terminaron por deteriorar la trama. Era mejor haberla cancelado tres o cuatro años atrás. También lo hizo Tentaciones, pues Caracol recortaba gastos de producción en materia de seriados para invertirlo en telenovelas, aunque siendo sinceros, no fue una buena idea.

En el interregno de comienzos del 1998, un programa televisivo clásico se quedó sin un espacio propio para emitir: Sábados felices no obtuvo una franja en el sábado… ¡sino en los martes! Todo ello por cuanto en Caracol esperaban acomodarlo en breve en su propio canal y estimaban que los televidentes del mismo lo buscarían, así estuviera en otro día distinto. Otras programadoras prestaron sus horarios presentaron programas 
emblemáticos de Caracol en ese día, como la película de Premier Caracol 
(Andes Televisión y CPT) y el programa de variedades Sábados Felices (Coestrellas/CPS/Proyectamos Televisión). Pero en ese mismo año Alfonso Lizarazo probaría suerte, al igual que famosos como Nelly Moreno o Leonor González Mina, en las lides políticas, abandonando este formato. Los tres resultaron elegidos ese año, siendo un primer caso palmario de intrusismo laboral, que demostraría que para ser congresista no se requieren mayores aptitudes que las de ser reconocido por la masa votante. Y es que en materia de humor, 1998 fue incluso peor que 1997: “Jeringa”  protagonizó un intento de comedia llamada Tadeo Clonado en el que interpretaba a un nerd que había logrado inventar una maquina en la cual podía clonar a cualquier personaje (Luis Miguel, Kiko, en general todos aquellos personajes que ya imitaba Jeringa). Por su parte hubo una disidencia en Sábados Felices y montaron toldo aparte (La Gorda Fabiola, Heriberto Sandoval, Alerta, El Guachiman, Polilla, entre otros) y se inventaron un adefesio de programa que se llamó "La hora sabrosa" que por su puesto no tuvo mayor éxito.

Ahora centrémonos en los noticieros: En Vivo pasó de ser solo el programa matutino, a ser también noticiero en las 9:30 p.m. y magazin “picante” en las noches, aportando la corrupción de todo el formato. Usaron y abusaron del striptease (masculino y femenino), y hasta una telenovela llamada “Corazón Partío” hicieron, lo cual hizo que el noticiero perdiera toda credibilidad. Otro noticiero de discreta duración fueHora Cero, con María Helena Doering; que junto al Noticiero de la Noche (uff, se les fundió el cerebro inventándose el título) y su sección “A solas con la Kousik” nos demostraron que el daño estaba hecho: Cada noticiero iba a tener su propia modelo a cargo de una sección light. De hecho, en CM& vieron partir a Viena Ruiz rumbo al Canal Caracol para el periodo 1998 – 1999 y en  su lugar, Marcela Carvajal haría Las cosas secretas.  RCN contaría con Maritza Rubio, la ex reina huilense que siempre parecía algo “grilla” para esa sección.
Al noticiero 24 Horas lo mandaron al medio día, en un horario hostil y desconocido para ellos, junto al ya consolidado Noticiero Nacional, y en venganza ellos soltaron una foto que marcó el destino político del país: Andrés Pastrana y parte del que sería su equipo de paz entrveistándose con líderes guerrilleros. Si, con todo y el proceso 8000 encima , Horacio Serpa iba liderando las encuestas presidenciales, esta foto subvirtió todas las matemáticas. Fue la venganza de los godos a una licitación amañada. Y mira qué consecuencias tuvo…

El Mundial de Futbol de Francia 1998, de discretos resultados para la ya “Decepción” Colombia, fue el comienzo formal de las emisiones de prueba de los canales privados, y la final del torneo fue el comienzo de su programación formal, que se nutría de repeticiones como San tropel o Café, y las tres propuestas telenovelescas de cada canal: Caracol lanzó Dios se lo pague, Sin límites y Ay cosita linda mamá, en perjuicio de La mujer del presidente, que fue la única novela que se transmitió con éxito en el canal Uno y el Canal caracol (aunque en un pésimo horario), dada la escasa penetración que todavía tenía la señal del canal de los Santodomingo. De las tres novelas destacar la escasa aceptación que tuvo la segunda producción en comento, serie en donde Marcela Mar (entonces Gardeazábal) hacía de una Lolita enamorada de su profesor de Filosofía, que era un profesor rebelde. Cuánto daño hizo La sociedad de los poetas muertos a más de un libreto… y ni hablemos de lo ridículos que resultaban los libretos y el reparto de la tercera de ellas, que condenó al ostracismo definitivo a Martha Bossio autora del sainete de mal gusto donde ni Ángela Vergara, Andrés Izaguirre o Rodrigo Obregón destacaron por su talento. Pero si por La Floresta llovía, por Las Américas no escampaba: Tan cerca y tan lejos obtuvo discretos resultados, a Carolina Barrantes la terminaron a los machetazos, pero destacó, con amplios méritos, una telenovela que, en mi criterio, no merece ser masacrada con un remake: La madre, estelarizada por Margarita Rosa de Francisco, en uno de sus mejores papeles. Las cifras de audiencia de las producciones nacionales de los canales privados eran tan malas en 1998, que hasta novelas extranjeras como El privilegio de amar (en RCN) o La usurpadora (en Caracol) tenían más rating.

Por su parte, RCN apostó por más magacines, ninguno de ellos verdaderamente bueno: Pido la parola, Yo Jose Gabriel  y Oh qué será. Nada peor que ver a Villalobos y su combo de cuenteros y pseudo humoristas haciendo las mismas payasadas que hacían en la Radio.  Caracol le dio vía libre a más episodios de Qué tiene María José y a Magazín Caracol, que se transformó en una plataforma de presentación y avances de sus programas.

Resumiendo: El comienzo de los canales privados parecía bastante esperanzador y hay que reconocer que intentaron hacer una televisión variada e incluyente para todo tipo de público, pero prontamente la dinámica del negocio los obligo a convertirse en lo que son ahora. Se podría decir que este año fue de inflexión para la televisión colombiana, pues se empezó a sembrar el germen que dio paso a lo que es nuestra televisión ahora, los canales privados iniciaron sus operaciones con novelas poco exitosas en un principio, este nuevo estilo de televisión, que prometía ser más dinámico, se nutrió en principio de muchas repeticiones de novelas de hace 10 años en esa época y muchas novelas que la verdad no tenían gracia. No deja de ser irónico que en el 98 y en parte del 99 prácticamente Colombia tuviera cuatro canales nacionales compitiendo (UNO, A, Caracol, RCN), aunque la verdad nadie se imaginaba lo que vendría.



Y bueno, de este año hay que elegir una propuesta rescatada, como ya es costumbre. Esta vez me alejaré de propuestas obvias y provenientes de los canales privados, y se lo voy a asignar a una propuesta novedosa, inteligente, muy bien lograda, como era costumbre en Audiovisuales, y la rescatada de 1998 es Música Líquida, programa de música no-comercial y algunos clásicos presentado por Mauricio Tamayo, que se apartaba del “punchis-punchis” de especímenes como Mao Mix y similares; o de propuestas como Los Ángeles de La Mega que eran una mera vitrina musical con aroma a payola. Es una lástima que en Colombia no se sigan realizando espacios musicales como este porque supuestamente no son rentables. Y así cerramos este año, bastante extenso de por si. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan.

1999
Llegamos a un turbulento año: 1999. Con escasos seis meses de existencia, los canales privados debían hacer frente a sucesos que marcarían al país como el inicio del malogrado proceso de paz con la FARC que, así como nos había dejado la foto de Pastrana con algunos líderes guerrilleros, luego nos mostraba esa demoledora imagen de la “silla vacía”. Fue un evento que, televisivamente, volvieron un circo, tal como lo fue el proceso de paz mismo, tanto, que hasta Marbelle fue invitada a cantar en medio del despropósito. Bueno al menos esta no habló de la libertad de Ublime

Apenas despuntaba el año y vivimos una tragedia natural, pésimamente cubierta por los medios: el terremoto del eje cafetero, donde Vicky Dávila nos mostró el estilo y talante amarillista que la caracterizaría: preguntarle a una persona, damnificada por la tragedia
“Señor, cómo se siente al estar caminando encima de los restos de sus familiares”
Debería merecer cadena perpetua. 1999 fue también el año en que manos asesinas nos arrancaron la risa y el talento de Jaime Garzón.

Televisivamente hablando, los canales privados estaban en proceso de asentamiento. Pero, considerando que ambos pertenecían a holdings empresariales, no era de extrañar la jugada que ejercieron para asfixiar a la competencia en un proceso más bien agresivo: cortaron de tajo la publicidad de los productos de ambos bloques (Postobón, Bavaria) en los medios diferentes a los propios, acabando con una fuente de ingresos importante a las programadoras, las cuales poco a poco se vieron en la necesidad de entregar espacios a las televentas, otro fenómeno que se desarrolló en 1999. Los espacios comerciales de Vanessa Navarro, así como las emisiones de diversas iglesias cristianas tuvieron la fría respuesta de los televidentes, como era de esperarse. Así, quedó abonadito el terreno para el final de muchas programadoras, pero de eso hablaremos en el informe del año 2000.

En RCN comenzaron el año con una serie de propuestas televisivas con pocas luces y muchas sombras: Programas como FrancotiradoresEsta boca es mía, El fenómeno del niño, Verano eterno (así llamaron en Colombia a Verano del 98, serie argentina infumable como ella sola)  y una franja infantil que traía los enlatados del entonces canal Fox Kids (entre ellos, las diez mil versiones de los Power Rangers) se enfrentaban a formatos de Caracol de dispar aceptación como Guerra de sexos, Pokémon, Ranma ½, También caerás, María C Contigo  o Papaya. En materia de contenidos infantiles, Caracol desarrolló Club 10, con la aparición de los muñecos asquerosos de Aurelio Cheverony y sus secuaces.

En el primero de los comentados, hicieron carrera Santiago Rodríguez, Mary Mendez y Pirry tuvo un primer espacio televisivo. Era eso o seguir retransmitiendo El show de Benny Hill. Aunque los invitados musicales del primer programa prometían hacerle mella al Show de las estrellas, el frecuente cambio de presentadora afectó al programa (pasamos de Isabella Santodomingo, pasando por Paola Turbay y Alejandra Borrero, a Claudia Elena Vásquez). El segundo era una copia barata de un show similar de Bill Cosby. Guerra de sexos fue un concurso que trató de emular el éxito de su versión venezolana, pero nunca lo logró. El anime llegaba a las televisiones colombianas en horarios inusuales como el de las 7:30 p.m., mientras se enquistaba el ramplón estilo de pegas callejeras que el ya comentado No me lo cambie hacía (contando entre sus presentadoras a Andrea “tengo en mis manos el sobre” Serna… bueno, en ese entonces no había sobre qué tener entre manos). A María Cecilia Botero le encargaron la labor de ser la Cristina Saralegui colombiana, pero pronto las audiencias la relegaron al ostracismo, mismo que, desde sus inicios tuvo aquel mal clon con nombre de fruta de La tele en sus comienzos.

En materia de celebridades el embarazo de trillizos de Viena Ruiz hizo que esta se retirase de Caracol y en su reemplazo ingresó Marianella Maal (ex señorita Colombia) y luego María José Barraza. Finalmente, la bolivarense gozó de más aceptación que la ex soberana nacional, que desapareció del radar televisivo al poco tiempo. Y no nos olvidemos que gracias al reinado de belleza de aquel año salieron al mundo farandulero colombiano tres beldades:  la ínclita actriz Karen Martínez, la reina elegida Catalina Acosta, que luego incursionaría con relativo éxito en las lides políticas y Carolina Cruz, la que ve atardeceres en “Vogota”-sic-.

Como propuesta dramáticas, una constante de ese año fue la compra de dramatizados al Canal Uno: Colombiana de Televisión vendió a Caracol a Padres e hijos, que, tras la muerte del personaje de Luz Stella Luengas (Ana María), ahora se centraba en la búsqueda del padre de la ya descuadernada familia Franco de una nueva oportunidad al lado de un nuevo amor, que alteró aun más la matemática de las relaciones y libretos del a serie. La entrada de Gabriela y  sus hijos hizo más enrevesadas las historias del culebrón del mediodía. Por su parte, RCN adquirió Tabú de manos de una ya agonizante Tevecine, en un intento de reforzar su franja prime time.

En 1999 vieron la luz propuestas dramáticas de Caracol como la insoportablemente sobreactuada La guerra de las rosas o la lacrimógena Julius, que contaba las desgracias de un niño que sufría más penurias que José Miel. Volvía la bio-novela con Alejo pero más bien alejó a los televidentes de verla. Héroes de turno se volvió un paciente en estado terminal, y solo medio salvaba la patria Marido y mujer. En contrapartida, RCN estrenó propuestas como Me llaman Lolita, donde debutaba la hoy polémica Carla GiraldoEl Fiscal, serie que prometió más de lo que pudo dar; Francisco el matemático, que volvió a llevar las aulas de clase a la televisión desde el final de Clase aparte, y cuando empezó llegó a ser una propuesta muy buena hasta más realista. Pero como todo lo que sube debe bajar y con el tiempo decaería; o la telenovela bandera del canal de las tres letras: Yo soy Betty la fea, que subvirtió cánones preestablecidos en los culebrones latinoamericanos, hasta el punto de ser, hoy en día, de las mas versionadas mundialmente y que sirvió también de vitrina para que muchos personajes extranjeros hicieran de invitados especiales y de paso le dieran un bálsamo revitalizador a sus carreras, entre los que me acuerdo estaba Cecilia Bolocco, Scarlet Ortiz, Gisella Barcarcel, entre las que más recuerdo, quienes supieron aprovechar este fenómeno televisivo.

Por los canales públicos, el Canal A apostó por Divorciada, y fueron los televidentes los que pronto se divorciaron de la malograda novela donde Flora Martínez trata de rehacer su vida con un nuevo amor.  En el Uno, Cenpro repitió éxito con Por qué Diablos. Y ya empezaba a despuntar una serie que derivaría en otra serie: Unidad investigativa fue la génesis de Pandillas, guerra y paz, que comenzó como unitario y terminó en la infumable producción que luego veríamos trastearse a los lados de Las Américas.

Renglones aparte merece uno de los más estruendosos fracasos televisivos de aquel año, al cual siguió otra serie que prometía mucho y se quedó en nada. El común denominador: Juanita Acosta, quien en ese año se ganó In saecula saeculorum el título de La Mujer de Lot, que en épocas recientes disputa con Katherine Porto. La dama del pantano pretendió ser una novela que hablaba de una Bogotá futurista donde el agua es un elemento que divide a ricos y pobres. Pero hacer historias futuristas en Colombia era más que usar pelucas y labiales azules, vestuarios de gamines que bastante normales se verían en el siglo XX o usar una cámara hiperbárica para filmar al sobreactuado personaje de villano que hacía Robinson Díaz. La serie, amén de su altísimo presupuesto, fue masacrada por la crítica y repudiada por los televidentes, que preferían opciones más digeribles como las ya comentadas en el canal de Las Américas. Este fracaso de proporciones bíblicas hizo rodar cabezas al interior del mismo canal pero, aun así, Acosta tendría  la oportunidad de protagonizar otra serie más antes de asumir que no iba a ser profeta en esta tierra: La reina de Queens. Que no se diga que oportunidades para reivindicarse no tuvo Juanita…


Y bueno, mientras el año 1999 se despedía con los temores del Y2K, Caracol compró a Jorge Barón el formato de La gran fiesta de los hogares colombianos para que, a ritmo de chucu-chucu, entráramos en el siglo XXI (que realmente pasaría en 2001), pero anclados en fórmulas de entretenimiento que parecían del siglo XVIII. RCN solo optó por mostrar cómo el año 2000 llegaba a cada rincón del mundo, hora tras hora.  Y bueno, el turno de nuestra rescatada de este año se lo lleva Cine arte, programa que, aun a pesar de los pésimos horarios que le han asignado históricamente, sigue siendo una propuesta muy digna y magistralmente llevada a cabo por Bernardo Hoyos (q.e.p.d.) y Diana Rico. Tristemente, el mismo canal asfixió a tan buen programa a la muerte de Hoyos. Gracias a él vi ciclos de grandes directores como Stanley Kubrick o Woody Allen que tienen diferentes tipos de películas, siendo un programa alternativo y con alto contenido cultural. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2000
El año 2000 llegó a la televisión colombiana mostrando una realidad macabra, que marcaría el destino de la misma: la crisis económica del año anterior, cuyas causas ya conocimos en episodios anteriores, hizo que el déficit colectivo de las programadoras de los canales públicos alcanzara los 100 billones de pesos colombianos. Con el pretendido cambio de milenio, cambio la televisión, de Guatemala a Guatepeor, no se acabo el mundo como algunos desocupados lo predecían, pero si se acabo la televisión por la venia de los canales privados, estos gemelos diabólicos quienes, siendo propiedad de los grupos económicos más fuertes de este país, se llevaron la pauta publicitaria de los canales públicos, quebrando las programadoras y condenándonos desde ese momento a ver una televisión que con el tiempo pasaría de ser variada a solo tener dos opciones de basura que solo se resumía en lo que luego se conocería como el esquema de las tres G (guerra, goles, glúteos) que en principio se decía que se reducía a los noticieros, pero que si se analiza bien se amplía a toda la programación de estos dos canales.

Y mientras, el Gobierno no hizo nada para salvar a la televisión pública, se debió desde un principio (entiéndase un episodio atrás) eliminar un canal público comercial, porque la fragmentación de las audiencias, más una baja en la inversión publicitaria (misma pauta desmoronada en diferentes horarios con resultados a veces desastrosos), y una política de recorte de costes dentro de las empresas que pautaban, patrocinada por la desaceleración y subsecuente crisis económica, que hizo que las pautantes salieran en bandada del negocio esperando a que escampara la tormenta, más los recortes presupuestales dentro del sector público (CNTV+MinComunicaciones+Inravisión) y el privado (Programadoras), hacían inviable el esfuerzo de mantener el Uno y el A con resultados decentes.Todo esto hizo que importantes programadoras salieran definitivamente del aire y regresaran sus espacios a la hoy extinta CNTV: Tevecine (que terminó de producir Tabú casi con las uñas, alimentada de su venta al canal RCN, que ya comentamos), DFL Televisión (que se volvió productora del recién estrenado magazin Día a día), PUNCH, JES y Cenpro.

De especial interés fue la salida de Cenpro, pues, a la par que hacía su próxima novela de las diez, Amor-discos, producía Se armó la gorda y presentaba El siguiente programa. El fracaso rotundo de la primera y la segunda la llevaron al abismo que se llevó por delante la que era una prometedora temporada de críticas de la tercera producción. Lo cierto es que nadie se creía esa rocambolesca historia donde Kike Vivaldi hacía de galán (de vereda, claro está) de una siempre gris Claudia García, ambientada en una casa disquera. Y en la otra, se empezaron a ver los hábitos salinos de Diego Cadavid, en una novela que trató de ser la respuesta de Caracol al éxito de Yo soy Betty la fea, pero naufragó en el intento; siendo una de las últimas producciones donde Hernando ‘El Culebro’ Casanova actuaría antes de fallecer. Paz en su tumba. Eso nos demuestra que un mal producto desestabiliza a cualquiera, pero dos a la vez te mandan a la lona.

A raíz de esta desbandada, Audiovisuales, la programadora estatal, vio un fuerte e inesperado aumento en su cuota de pantalla, de solo 5,5 horas al inicio de 1998 a la friolera de 41 horas a la semana después de la partida de Punch. Con la salida de estas programadoras desaparecieron para siempre programas como Panorama y otros sobre los cuales era mejor correr tupido velo como Vuelo secreto. Los Sánchez se dedicarían al negocio de la producción de formatos para RCN como Real TV, y legarían, por algunos años en el mismo canal, la transmisión del Miss Universo y los premios Oscar, que se volverían un tira y afloje entre los de La Floresta y los de Las Américas, hasta la posterior victoria de Caracol sobre RCN respecto del certamen de belleza y del mismo modo en el sentido contrario con los de las tres letras en la premiación de cine.

Los noticieros de los canales públicos también sufrieron los embates de la crisis: el tradicional Noticiero 24 Horas resistió hasta el 11 de febrero de 2000, y lo propio haría el también clásico Noticiero Nacional, el día 25 del mismo mes. Por su parte, el siempre anodino Noticiero de la Noche desaparecería a mediados del año 2000. Paralelamente, en RCN hacían ya carrera Catalina Aristizabal y Andrea Serna como las nuevas caras del entretenimiento, siendo la primera la que mas destacaba. De hecho, de 2000 podría decirse que fue el gran año de Aristizabal en los medios (lo cual, no necesariamente es un halago). Y en el reinado de belleza de aquel año, dos figuras saldría en el podio real y luego incursionarían, con dispar éxito, en la televisión colombiana: me refiero a la reina ganadora Andrea Nocetti y a la entonces virreina María Rocío Rochy Stevenson, representantes de Cartagena, Distrito Turístico y Bolívar, respectivamente. Fue ese el año de la respuesta de la señorita Cauca, sobre su admiración a Lady Di, que “afortunadamente -sic- ya falleció”.

En materia de dramatizados, en RCN apostaron por diversos formatos, desde la comedia inteligente con Brujeres y el drama con apoyos institucionales como Alicia en el país de las mercancías ( ¿la recuerdan?, la novela que contó con el respaldo de la DIAN de la tristemente célebre Fanny Kertzman y sus perros dóberman). Pero ambas contaron con un punto en contra: las programaron el sábado, enfrentadas a la desgastada pero aun exitosa fórmula de Sábados felices, demostrando el inmerecido poco aprecio que les tuvo el Canal, pues en lo personal, me parecían mejores propuestas que muchas del prime time del canal de las tres letras, que se podía sintetizar en la fórmula del Nofralosobeno [Noticias, Francisco el Matemático, (Me llaman) Lolita (A donde va) Soledad, (Yo soy ) Betty La Fea y Noticias de nuevo], del cual hacían parte una aburrida y sobreactuada A donde va Soledad y el también inmerecido trasteo a las grandes ligas de Francisco el matemático. Todo esto era una forma de no restarle protagonismo a Yo soy Betty la fea, que continuó siendo el programa líder de la franja, el sitio donde, como dijimos en el episodio anterior, casi todas las personalidades locales y nacionales querían hacer un cameo. Esta franja sería reformada y reforzada con el debut de Pobre Pablo, novela sobre la cual prefiero abstenerme de opinar (y eso tampoco es un halago).

Por los lados de Caracol, la cosa no es que mejorara mucho. Salieron a la luz formatos de relativo éxito como Tribuna caliente, encargado de analizar el finalmente fallido camino de la ya Decepción Colombia camino a Corea-Japón 2002 y Justicia para todos, que para mí fue el certificado de defunción de una hasta entonces admirable Judith Sarmiento en televisión, pues este formato de casos siempre corre el riesgo de caer en el amarillismo y la caricatura barata, como en efecto ocurrió.

En las propuestas telenovelescas, los de Caracol vivieron siempre a la sombra de sus rivales de patio, y no era para menor: reencaucharon Rauzán, y fue un tremendo fracaso, aun al medio día. Retransmitieron Yo amo a Paquita Gallego, cuando apenas media Colombia se recuperaba de haberla visto terminar el año inmediatamente anterior. Le dieron libretos retorcidos a Padres e hijos, como aquel asunto del secuestro de Daniela Franco nada mas empezando el año, o el parto de María Franco, la nueva integrante de la familia que “curiosamente” nació en un pesebre un 24 de diciembre (ufff, qué idea taaaaaan original…)

También refritaron El gallo de oro, esta vez llamado La caponera, novela que era una vulgar masacre para nuestro tímpanos y retinas, dados los alaridos de Margarita Rosa de Francisco y el vestuario tan ordinario que le ponían… ¿se lo pidieron prestado a Marbelle? Juliana qué mala eres cumplía cabalmente su título: Era maísima. Traga maluca salió a finales de ese año y era de pena ajena. Ya del desastre que fue Se armó la gorda mejor ni hablamos, porque solo salvaba la patria La baby sister y ya eso era mucho decir.

En este tema de la televisión pública, creo que se demuestra cuán Estado Social de Derecho es un país; así, España, Alemania o Chile, por citar algunos, tienen una televisión pública fuerte, que es capaz de pelear por audiencias, que tiene excelentes programas en todos los campos, porque simplemente sí la reconocen como un servicio público... Aquí en Colombia se prefirió creer en un capitalismo salvaje en materia televisiva, contraviniendo los principios que sostienen el Estado. Así, el Gobierno jamás pensó que en la televisión pública (que estoy hablando de la comercial, puesto que la cultural es un DEBER del Gobierno mantenerla) se podía crear un modelo autosostenible, independiente y digno.  En Colombia se debió y se debe fomentar algún día un modelo de televisión pública comercial, pero no retornando al obsoleto modelo de las programadoras, sino creando una verdadera de televisión pública tipo TVE, RAI, BBC o NHK.  Lo anterior lo digo, porque yo considero que en Colombia nunca hubo una verdadera televisión pública con vocación comercial, solo fue  un modelo diferente de privatización: concesionar los espacios para que agentes privados las manejaran, pues solo garantizaba que las programadoras procuraran sacar buenos productos al aire, mientras el estado colombiano pretendía ganar poco, con muy poca inversión, manteniendo equipos viejos y desactualizados en Inravisión y concesionando espacios noticiosos a grupos políticos.

Para mi ese modelo tan "sui generis" de televisión que teníamos, consistente en repartir los espacios de los canales públicos entre empresas privadas también buscaba favorecer a unos empresarios particulares (muchas veces afines a los gobiernos de turno), con la diferencia de que la torta publicitaria se repartía entre muchos más, pero esa atomización de los espacios generaba una anarquía que no necesariamente se traducía en calidad, así los nostálgicos digan lo contrario. El sistema de programadoras colapsaría con el tiempo, debido a la crisis, y al hecho del escaso criterio de calidad que imperaba en muchas de ellas. Recordemos que Inravisión siempre fue deficitaria, jamás estaría a la altura de los presupuestos que manejaría la mismísima BBC en épocas de la Thatcher... Ese tipo de debates son los que quiero suscitar con "Los años tenebrosos": ¿Era nuestra televisión mejor antes o ahora?

Y en medio de tantos desastres, y siendo la primera vez que un formato internacional entra en nuestra selección de rescatadas, el honor de ese año se lo lleva ¿Quien quiere ser millonario?, programa que, en sus diversas temporadas, conducido por Paulo Laserna, demostró ser una opción inteligente en la de por si malísima programación del fin de semana. 

Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2001
El verdadero comienzo del siglo XXI llegó a nuestras pantallas, pero no necesariamente ello representaba buenas noticias. De hecho, en los canales públicos seguían cayendo programas históricos como el Noticiero TV Hoy a finales del mismo año. Lo del Noticiero TV Hoy fue más bien "salir por lo seguro", pues se comenta que, aunque Datos y Mensajes tenia plata para seguir produciendo el noticiero, frente a lo que pasaba con las demás programadoras, prefirieron liquidar a los trabajadores y cerrar. Algunas programadoras de los canales públicos prefirieron salir del aire cuando todavía podían antes que quedar endeudadas hasta el cuello.

Entre los canales privados, la opción en aquel año era clarísima para Caracol: Derrotar el dilatado liderato que tenían los del canal de las tres letras con Yo soy Betty la fea. De hecho, el 2000 había cerrado con el comienzo de la transformación de Betty de fea a bella, teniendo como asignatura pendiente en el 2001 el resolver si se quedaba con Michel (representado por Patrick Delmas) o recuperaba su relación con Armando (eterno papel de Jorge Enrique Abello). ¿Cómo lo lograron en los lados de La Floresta? A punta de una telenovela ramplona, populachera y guisa: Pedro el escamoso. Si, duele decirlo, pero Caracol apostó por la ñerada y obtuvo buen resultado, tanto, que Nidia Pacheco, personaje mañé derivado de este remedo de telenovela e interpretado por Alina Lozano, que vino a algunos eventos del reinado de Belleza (que ganaría una entonces desconocida pero despampanante Vanessa Alexandra Mendoza) y opacó a las mismas candidatas. Y ni hablemos de las pintas guisas del personaje de Miguel Varoni o el baile del Pirulino… siniestros episodios que nos dejaban de tú a tú con cierta televisión desde donde una “señorita” regalaba carritos sanducheros…

En las restantes propuestas televisivas, el auge del automovilismo por la reciente contratación del petardísimo Juan Pablo Montoya en la F1 también se reflejó en la salida al aire de una novela tan absurda como insustancial: Amor a mil. Y es que, seamos sinceros, Patricia Vásquez es tan expresiva como una lavadora. Pero 2001 fue el comienzo de otra alianza macabra: RTI empieza a ser productora asociada de Tele(in)mundo y nos trajo la absurda Amantes del desierto de la mano de las sobreactuaciones de Maritza Rodríguez, Francisco Gattorno y Catherine Siachoqueen su encasillado papel de villana. Ni hablemos de la oscura Luzbel está de visita, que es el final de la saga de historias oscuras, retorcidas y truculentas de Julio Jiménez, que se volvía a centrar en los secretos y conflictos de una familia más que disfuncional, abordando temas como la magia negra y el homosexualismo, que aun eran tabúes en pleno Siglo XXI.

Curiosamente, Walter Díaz, el actor afrodescendiente que protagonizaba tan truculenta trama, pasó casi desapercibido en el canal rival, como parte del reparto de la telenovela que tuvo la difícil tarea de asumir la franja prime time de RCN tras el final de Betty: Isabel me la veló, una de las últimas apariciones televisivas de Pacheco, en una novela tan pobremente protagonizada por Verónica Orozco, quien no pudo emular el éxito de su hermana Ana María; y con Lully Bossa como antagonista un año antes de que se diera a conocer su infame video sexual.

En las restantes propuestas dramáticas de RCN, vimos una aburridísima Juan joyita quiere ser Caballero, que fue el debut actoral de Catalina Londoño como protagonista, pero no despertaba sino bostezos. La intrincada historia de un nieto perdido de la poderosa familia Caballero no logró capturar al público, terminando relegada al horario vespertino, al lado de las ene mil telebobelas de Televisa que ya plagaban la parrilla vespertina de RCN. Ello forzó a la salida anticipada de El inútil, curiosa novela que obtuvo ratings decentes y críticas favorables, más que todo dirigidas al personaje de Mirando Zapata representado por Víctor Mallarino (y que luego casi que repetiría, 10 años más tarde, en La teacher de inglés, pero con escaso éxito).

2001 fue también el año de algunas propuestas nuevas en materia televisiva: Caracol apostó por un programa de opinión en la franja late con Lechuza, con la reina de la televisión a los alaridos, D´Arcy Quinn. Un formato que hoy te podía hablar de la reforma penal y mañana pasaba al tablero al más reciente eliminado de Expedición Robinson, que fue el primer reality show que tuvimos en nuestras pantallas. Era interesante ver cómo 16 colombianos afrontaban la dura convivencia en las playas panameñas, divididos en las tribus Ukup y Atcha, con los primeros liderando ampliamente sobre los segundos, pero siendo el primer ganador un latonero proveniente del diezmado equipo Atcha, que a fuerza de ganarse los desafíos más importantes, logró los votos que lo acreditaron como ganador del Survivor colombiano.

Fue este formato el que nos demostró cuan retorcida puede ser nuestra naturaleza, desde robarle unas galletas a la producción y creer que nadie se daría cuenta, o aliarse para ir sacando gente por competencia, como ocurrió con Pedro Luis Falla, el matemático que llevó como objeto personal un directorio telefónico,  quien de este programa saldría luego a ser parte del reparto de telenovelas, o Marlon, el rapero que solo escucharía su ilustre progenitora, pero que hasta modelo de calzoncillos terminó siendo… y que volvería en 2004 en el reencauche del formato.

Por los lados de RCN, salió al aire Fuera de lugar, que se ambientó, en buena parte, con los partidos de la anodina Copa América que se celebró en Colombia. Y la llamo así, porque Argentina y Canadá declinaron de venir, Brasil mandó la suplencia y nos tocó conformarnos con Honduras y Costa Rica. Claro está, la situación de orden público no daba para más, y es no lo resolvían ni las humorísticas alocuciones presidenciales de Andrés Pastrana, el presidente que mas visitaba a nuestro país. Ahh…eran épocas en que aun la siniestra señora de Kling no había hecho su ingreso a las grandes ligas televisivas. Por su parte, Caracol conservó la exclusividad en los partidos de la Selección Colombia, a la que no le alcanzó para ir a Korea-Japón 2002, por más que ganáramos el gris torneo suramericano.

También destacaremos la escisión que tuvo Francotiradores, (programa que había dicho adiós a Mary Méndez, que recaló por un breve y poco afortunado tiempo como presentadora en Caracol) que en ese año separó en un programa las peripecias de Guillermo Prieto Larrota en El mundo según Pirry, y por el otro dio un giro hacia el humor político con nuestra rescatada de aquel año: La banda Francotiradores, que se volvía una alternativa inteligente e interesante al ya caduco sistema de humor predecible y ñoño de Sábados felices, que se acercaba ya a su trigésimo aniversario, que ocurriría al año siguiente. Mientras La Banda francotiradores empezó siendo uno de esos programas que tratan de brindar entretenimiento a partir de la situación cómica, con la infaltable presentadora buenona que de vez en cuando salía en bikini, pero poco a poco evoluciono hacia el humor político, el cual ha ido desapareciendo de nuestra televisión, pues antes no solo espacios como Zoociedad o Quac lo hacían; Sábados felices se quedó anquilosado en un humor sobreactuado, independientemente de quién era el frontman del formato. No supieron superar la salida de Lizarazo.


Y bueno, con el germen de la telerrealidad y de las coproducciones con Telemundo se cierra este episodio. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2002
Seguimos en esta ardua labor de recordar los intrincados motivos de porqué nuestra televisión nacional tiene tan escasa calidad actualmente, y aterrizamos en el año 2002, año electoral, por cierto, donde vimos afincarse definitivamente a la telerrealidad en nuestras pantallas. Comenzó otra vez Caracol bien temprano sus deberes con Popstars, concurso que buscaba las integrantes del grupo que se conocería, por breve tiempo, como Escarcha. Aunque parecía un buen programa, no dejaba de incomodar cómo una one hit wonder como Yolanda Rayo se atrevía a cerrar los sueños musicales de muchas aspirantes que tenían, en mi criterio, mas talento que más de una de las cinco elegidas finalmente, pero de este programa saldría carne fresca para otra producciones del canal, como lo veremos en el post del 2003.

La labor continuó, para ellos, con la segunda temporada de Expedición Robinson, esta vez subtitulada “El Desafío” (si, desde ese entonces nos ha tocado oir la cancioncita de Iván Villazón, que no vemos la hora de que apague su llama), en donde se repetían casi calcaditas, las mismas premisas del programa anterior, lo cual nos demostró la bastante reducida creatividad – o estrechez del formato- del canal de la Floresta, por más que esta vez la playa fuera dominicana y no panameña, o de cuan polémicos podrían resultar personajes como Jean Pierre y su tristemente célebre careta de snorkel. Jejeje... lo de la careta fué muy cómico. Para los que aun no lo recuerdan, Jean Pierre pregonaba a los cuatro vientos que si lo sacaban, el les dejaba la careta que era su objeto personal, para que pudieran pescar. El día de su eliminación se fue alejando haciendose el de las gafas,  mientras uno de sus compañeros le gritaba: “Jean Pierre... Jean Pierre... la careta....”  finalmente, el costeño nunca se las dejó.

Por otra parte, las propuestas dramáticas del canal del molusco, la verdad, no eran para tirar cohetes, y ello explica el porqué, lo que había comenzado como un formato de una hora se iba extendiendo y extendiendo, dejando poco lugar a la edición: Una aburrida y desabrida María madrugada, donde Robinson Díaz hacía el papel de socorrido galán de Natalia Betancourt, otra de las actrices que se repiten a sí mismas en todos sus personajes.  O una sobreactuadísima Siete veces Amada, donde uno sentía estar viendo la versión alternativa de Traga maluca, telenovela también protagonizada por Umaña pocos años atrás y que ya fue arrojada a la hoguera en el episodio del año 2000. Deliberadamente dejo de incluir aquí una producción… en el próximo capítulo sabrán por qué.

De igual forma, Caracol quiso rescatar el horario de las tardes, donde ya hacía metástasis la infumable Padres e hijos con sus libretos rocambolescos, y lo hizo con un formato que finalmente, no cuajó: Tres puntos aparte, extraño experimento que pretendió unir a Adriana Arango (no la ex de Robinson Díaz), Martín de Francisco y Pacheco. Hay cosas que no pegan ni con gota mágica… y esto.

Por los lados de Las Américas, aunque trataron de seguir sacando réditos del ya lejano éxito de Yo soy Betty la fea, los derivados respectivos no lograron mayor éxito: Ecomoda y Betty toons (en la ya desaparecida franja de Jack el despertador) fracasaron por diversos motivos: en el primero, la ausencia de fuentes reales de conflicto malogró el ya de por si forzado final de la novela original. Si la historia se centraba en las aventuras del “Cuartel de las feas”, carecer de una antagonista como lo era “La Peliteñida” – Lorna Paz declinó de hacer parte de este spin-off-  restaba impacto a una historia donde la fea ya no lo era, Armando ya fastidiaba por estar encasillado en su mismo papel de cretino medio amistoso y lo demás…era puro relleno.  Y ni hablemos de la serie animada, que partía de premisas falsas que no se derivaban de la serie original, como que varios de los personajes adultos de la novela se conocían desde el colegio. Además, es que hacer animación en Colombia, tratando de hacer una historia coherente y atractiva no es labor fácil.

De otra parte, RCN optó por telenovelas  y series que naufragaron por pésimos horarios o aún peores elecciones de elenco: La lectora, a pesar de ser narrativamente bien intencionada en principio, se tropezó con las poco claras políticas del canal en cuanto a su emisión, que dejó fríos a los pocos a los que les interesó.  El precio del silencio nos dejaba a una pareja protagónica poco verosímil (Juan Sebastián Aragón y Carolina Sabino), unos villanos sobreactuadísimos (Mónica Franco y Marlon Moreno) y un elenco tan incoherente donde estaba hasta Jorge Tomillo Pérez. Ni los libretos de Gustavo Bolívar sirvieron para mantener este despropósito al aire. Una suerte aún más discreta tuvo Noticias calientes, comedia poco hilarante donde Paola Turbay fungía como una protagonista tan fría, desabrida, apática e irrelevante como la serie en sí misma. Ni Angelly Moncayo como una villana que sin tapujos quedaba ligerita de ropas o Ernesto Benjumea como el galán en apuros salvaron esta serie dominical de su previsible cancelación.

Así las cosas, RCN necesitaba algo para oxigenar su alicaído prime time, y entraron de lleno en la onda de los realities con Protagonistas de novela.  Catorce participantes dieron la largada (7 hombres, 7 mujeres), y el tiempo nos demostraría la composición química del menjurje, de esta pléyade de malos actores: encueratrices mas famosas por sus videos porno amateur que por sus actuaciones (Erika Marquez, Ana Karina Soto), ex reinas de belleza que solo recordarían sus ilustres progenitoras (María Paola), gente sacada de la putrefacta factoría “actoral” de Uniautónoma TV. – que es el nivel más bajo de mediocridad existente, ni siquiera superado por Marbelle o la Perubólica- (Juan Camilo, si , el mismo manteco que se tinturó el pelo), gente que terminaría actuando en la competencia (Daniel, Tiberio, Pedro) o participando de otros realities de la cadena (Carolina), chusma intrascendente de relleno – no ganarían ni de coña- y dos bodriazos de primer orden ganaron la competencia: Jaider Villa y Ximena Córdoba, por x o y factores ( no confundir con Factor X, que ya tendrá su turno en estas líneas) ¿Porqué ganaron?: Porque al pueblo colombiano le gusta sentir lástima y votaba al mediocre de Jaider, que se las tiraba de valiente, pero era un petardazo. Y la condición de madre soltera de la Córdoba enternecía, pero a mí no me convencía. La casa estudio de Miami fue testigo de muchas actuaciones de tres centavos, dirigida por una María Cecilia Botero hasta ese entonces creíble.
Pero pronto, RCN vería como sus ídolos de barro fracasaban una y otra vez: A Jaider le dieron la labor de subirle el rating a una también decadente Milagros de amor– otra de las mediocridades del canal en comento en ese año, pseudo protagonizada por Gregorio Pernía haciendo de un falso sacerdote y Maritza Rodríguez- y la terminó hundiendo. A Ximena, le dieron un papel de quinta en la ya olorosa a cloroformo y vomitiva Francisco El Matemático – la respuesta rcnista de Padres e hijos, pero en la noche- y me comentan mis fuentes de alta infidelidad que la terminaron sacando por incumplida y petarda.  También cabe destacar el asunto del uniforme que los ataviaba: una camisa negra con el nombre de cada uno de ellos estampado, digna de un hospital de retrasados, pero que se terminó volviendo moda, pasajera, pero moda.

Y para ponerle la cereza a este postre de mediocridad, la angustiosa búsqueda de RCN a una competencia atractiva a Día a día le llevó desde intentar con un magazin de sofá como Hasta ahora me desayuno, con Adriana Arango (si, la misma, que, tras fracasar aquí, se iría a la competencia) y luego con  Muy buenos días… donde vino a aterrizar Jota Mario, tras salir casi pistoleado del canal de La Floresta. Hay que recordar que la salida de Jota Mario de Caracol al principio de ese año, fue todo un culebrón de acusaciones mutuas entre el canal y el presentador, inclusive le ofrecieron al hoy finado Pacheco presentar Sabados Felices, pero este declinó la oferta por solidaridad con su compañero. Aquel maldito cáncer matutino, en sus albores, contaba con las risotadas macabras de Yaneth Waldman y los profundos aportes intelectuales de Carolina Cruz. Y es que desde ese entonces se consolidaba la nueva “trinidad” de las noticias de farándula del canal de las tres letras, con Andrea Serna a la cabeza, junto a Claudia Bahamón y Adriana Tono,  tras la salida de Catalina Aristizabal rumbo al canal Uno.

No olvidemos aquí el “gran cubrimiento” (y aburrimiento) que ambos canales privados le dieron a los partidos de Korea-Japón 2002, torneo  -donde no jugaba Colombia- cuyos partidos en horario de madrugada hacían las delicias de los celadores. Y ni hablar de los “neutrales” debates a los candidatos presidenciales, en medio de la ruptura de las negociaciones del Caguan y el secuestro de In-greed Betancourt…


Por los lados de los canales públicos, más exactamente en el Canal A, el Noticiero En Vivo 9:30 suspendió operaciones a finales del 2002. Pero, irónicamente, donde unos sucumben, otros logran ser los rescatados del año… esta vez el honor se lo lleva Noticias Uno, la red independiente, que asumió el rescate de la franja noticiosa del canal Uno los fines de semana y festivos, y donde recaló la precitada Catalina Aristizábal, en una jugada bastante comentada en su época. Fue el manejo que tuvo de los sucesos que fueron noticia en aquel año, lo que lleva a que se ganen con méritos esta selección. ¡Cómanse esa, Vicky Dávila y Claudia Gurisatti! Y bueno, así han sido las cosas, y así se las hemos contado, por este 2002. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2003
Advertencia: A semejanza de lo ocurrido en 1996, estamos llegando a un año que podría definirse como un foso séptico plagado de inmundicia televisiva. Muchos de los hechos y personajes que leerá a continuación le resultarán tremendamente repulsivos o vomitivos. Recomendamos la cercanía de baldes o bolsas resistentes.

Llegamos a otro año de inflexión en este tortuoso recorrido televisivo. Y lo es porque 2003 vio al Canal A en particular convertido en “el león moribundo”, como lo apodó un artículo de noticias (refiriéndose al logotipo del canal). En marzo de aquel año, el último programa de noticias en el canal, el Noticiero Hora Cero y su productora CPS salieron fuera del aire por falta de dinero, su director de noticias llamó la acción como un signo de la muerte segura de ese canal; los siguientes en caer fueron Andes Televisión, Televideo S.A y Proyectamos Televisión, quienes devolvieron sus espacios y luego salieron del aire. La liquidación de Coestrellas a mediados de 2003 dejó una sola programadora en el Canal A, RTI. Como parte de un Plan de Salvamento aprobado por el Gobierno el 19 de junio de 2003, RTI se trasladó al Canal Uno. Después, en el Canal A, que había liderado tan solo cinco años atrás, no tenía más que mostrar nada excepto los programas de Audiovisuales, la programadora estatal (una rama del Ministerio de Comunicaciones) o televentas.

Por los lados del Canal Uno, a escasamente un año de haber iniciado operaciones, Noticias Uno se dio a la tarea de buscarle un reemplazo apropiado a Catalina Aristizábal, a quien ya carameleaba Caracol para ser actriz. No fue una tarea fácil, sin embargo 815 colombianos, lo creyeron posible. Ese fue el número de personas que se presentó al casting de “Se busca”. En un principio se realizó una convocatoria cerrada, a la que asistieron modelos como Tala Restrepo y Norma Nivia, así como otras no tan conocidas. Luego se decidió hacerla más abierta, donde no se excluía a personas que ya han figurado en los medios, como Juan Manuel Correal (más recordado como Papuchis); Natalia Peralta, Juliana Galvis o Katherine Porto. Toda esta pléyade de wannabes se enfrentó -con poco éxito- a la votación del público en un conato de reality show, aunque no estaban todos encerrados en un mismo lugar ni las cámaras los vigilaban las 24 horas del día. Finalmente, los elegidos fueron Luisa Fernanda Rodríguez y Paulo Palacio, por decisión del jurado, integrado por Pilar Castaño, Magdalena La Rotta y Hernán Peláez. Hoy por hoy, el que sepa el paradero de Rodríguez y Palacio, que nos avise… Pero no todo fue malo para nuestra nunca bien ponderada Natica Peralta: entró como presentadora en Sweet, que ya iniciaba operaciones regulares los días de semana, a diferencia de años anteriores en que iba solo los fines de semana.

En canal Uno hay que destacar que hicieron otro reality en aquellos días llamado El huésped, que narraba las desdichas de la familia Benavides, elegida para el experimento,  que debía convivir con un “arrimado”, personificado por Beto Arango. El premio, por aguantarse a Beto, era cumplirles su sueño y este significaba darles la propiedad de la casa, el cual, en honor a la verdad, se les cumplió…at least.

Turno de irnos a los canales privados, donde RCN nos trajo una variada oferta que incluía la novela llena de clichés como lo fue La costeña y el cachaco, debut actoral de Amada Rosa Pérez como protagonista (as herself) y con Jorge Enrique Abello repitiéndose como Don Armando, pero esta vez en Santa Marta y sin fea. Como villanos, un cínico Nicolás Montero, que saldría hasta en la sopa por largo tiempo y una Geraldine Zivic tan fría como un iceberg. Del resto, los mismos gags predecibles sobre los costeños flojos, vida chévere y demás estigmas que nos han acompañado per secula seculorum
Luego, una novela supuestamente basada en la tragedia del Eje Cafetero del 99 llamada No renuncies Salomé, que más bien parece que se fue a la misma parte donde estaban los familiares del triste entrevistado por la infame Vicky Dávila, pues la producción duró al aire escasamente una semana en el prime time, antes de irse a derretir en las mañanas. También, en el periodo rcnista de María Cecilia Botero, es de señalar el fugaz paso de la versión criolla de Fama, aquí llamada AMA la academia, que fue un absoluto fracaso en las tardes, tal como también terminó siéndolo Retratos, que pintaba a ser la versión criolla de Después de los treinta, y una alternativa fresca a su rival de horario (Padres e Hijos), pero que nos terminó demostrando que Angelly Moncayo como villana tenía tras si unas dosis industriales de cloruro de sodio  imposibles de ocultar.

Renglones aparte merece Punto de Giro, una serie que tuvo entre sus ingredientes una amante desequilibrada, interpretada por Alejandra Borrero, que resultaba en principio inquietante, pero que no cautivó a la audiencia. Además fue tantas veces movida de horario que fue fácil perderle el hilo. Navas y Miranda cerraron así sí su ciclo de series. Yo iría más lejos, y achacaría parte del fracaso de la historia a la pésima elección de la pareja protagonista: Roberto Cano, que siempre me ha parecido tan inexpresivo como una nevera, y Cristina Umaña, quienes ya habían sido pareja en Traga maluca, con discreto éxito, por decirlo amablemente… así, el formato de series y en especial el género del suspenso tuvo un entierro de tercera.

De tercera me pareció el boom de las “historias de ángeles encarnados en humanos”, que por el lado de Las Américas nos trajo a la sobreactuadísima Un ángel llamado Azul. Es que de Nicholas Cage y Meg Ryan a Andrés Juan y Mónica Lopera hay un universo entero de distancia en cuanto a talento histriónico se refiere.

Pero RCN también intentó con otros formatos de entretenimiento como la franquicia de Pasapalabra, que discreto éxito tuvo, o Sábado espectacular, bochornoso programa donde Jeta Mario trataba de competir con el antiguo y desvencijado programa que él presentaba en la competencia y no pudo, JA JA!!! #nelsonmuntzstyle; o  la nada hilarante La vaca que rie, donde su compañera de set de Muy puercos días, Yaneth Waldman  nos daba más dosis de sus risas insufribles; o el decadente Festival Internacional de la Risa…frente al cual cabe decir que cualquier parecido con el Festival internacional del Humor, pura coincidencia, ¿cierto Alfonso Lizarazo?

Pero, no nos digamos mentiras, lo que le importaba desde hace mucho tiempo a los del canal de las tres letras es el rating, y ese lo obtuvieron fácilmente de la mano de Protagonistas de novela en su segunda cohorte. Como el chiste funcionó y en el colectivo popular se pegó aquello de “te amenazo por convivencia…”, decidieron hacer esta segunda parte, esta vez subtitulada “La amenaza”…y si, era toda una amenaza al buen gusto. Esta vez no serían 14, sino 18 participantes. Y esta vez, el descaro fue mayor: ex Chicas Águila reconvertidas en encueratrices ( Shirly Gómez, Catalina o Sara Corrales), gente con bajo nivel de escolaridad (Cristina Hurtado), remedos de cantantes (Josse Narváez), modelitos de calzoncillos (George Slebi o Pedro Payares), entre otra chusma y prepagos intrascendentes fueron la fórmula para esta temporada. Y cuando parecía todo el camino resuelto para algunos, enredaron más la trama con la mecánica del reingreso de algunos eliminados, para cantarle verdades en la cara a algunos que aún permanecían. Ello nos brindó el único momento memorable del programa, y que tristemente no está en Youtube: el “Cara a cara” del “Trepadora-manipuladora” entre la Gómez y la Corrales (para los que no recuerdan, votó Shirly contra Sara. Shirly le dijo Trepadora a la Corrales, y la paisa le contestó lo de Manipuladora, por la forma como jugaba con el voto de Pedro. Un momento televisivo que nunca olvidaré). Y se nos vinieron los “Cara a cara” mas deliciosos, donde volvíamos a sentir lástima por Nicolás, que, pobrecito, nadie lo quiere, todos lo odian. Cómo sería su influencia, que hasta el entonces presidente Uribe le pidió a los remedos de actores a hacer una alusión al Referendo del 2003, que afortunadamente fracasó, como el ejercicio de AV Villas que te daba "lo que quieres tener", y que premiaba por "puntos por todo" a los participantes, aunque era una actividad que no puntuaba para las pruebas de talento.

Pero, como siempre, el que no conoce su historia, está condenado a repetirla: la lástima nos volvió a convencer- o al menos eso nos hacía creer PWC con sus resultados auditados, y ganó una pareja que ni se caían bien entre si: Shirly “Aptitud” Gómez y Nicolás Reyes. La primera primero figuró por dar papaya bañándose topless en una playa cartagenera pero luego emputada con el paparazzo que le tomaba las fotos (por si no lo saben,“paparazzi” es plural, en italiano), haciendo papeles intrascendentes en escasas producciones y moviendo el cu…erpo en algunas competencias nacionales e internacionales de baile, hasta prácticamente desaparecer del panorama. Consiguió mar…ido extranjero y se fue del país. Adiós, que te vaya bien…. De Nicolás, pese a todos los esfuerzos, su suerte tampoco fue la mejor: papeles de escasa recordación y luego una participación en otro reality del que ya tendremos oportunidad de hablar, fue lo máximo que este personaje, casi tan calvo como Jeta Mario y con menos presencia que un tamal envuelto en papel aluminio.

Para terminar con el recorrido por las huestes del canal de Ardila Lulle, decirles que tomaron el liderato del anime en la televisión con seriados como Yu Gi Oh!, pero que, al igual que sucedió en caracol, fueron atacados fuertemente por grupos conservadores, que pretendían que en los espacios de Jack el despertador solo pasaran dibujos animados políticamente correctos y no adictivos… esta se las dejo a Uds.

Y bueno, es el turno de Caracol, que arrancó el año con una propuesta que pretendía ser transgresora pero se quedó en el mero intento: La Jaula, en donde debutaron como actrices algunas de las participantes no elegidas de Popstars, pero cuya historia juvenil más molestó a la teleaudiencia, y desde entonces ya veíamos una variable del mercado televisivo: novela que no cuaje en el primetime, se manda para la tarde o a otro horario donde no estorbe. Rápidamente fueron estrenadas propuestas soporíferas como Sofía dame tiempo (con la primerísima actriz Karen Martínez) o Ángel de la guarda mi dulce compañía, al que le cabe la misma crítica que hicimos de Un ángel llamado azul, solo que esta vez sus protagonistas eran Diego Ramos y Manuela “no salgo del mismo papel desde hace años” González. No podemos ignorar la sobreactuada segunda temporada de las Historias de hombres solo para mujeres, que servía de banda sonora de cualquier restaurante del mediodía, o 100 Colombianos Dicen, entretenido programa de concurso presentado por aquel desprestigiado personaje que se le medía a todo en Caracol en esos momentos, el hoy tristemente célebre Carlos Ricostillo Calero. Circulaba un rumor en los pasillos de este canal que afirmaba que Calero vivía en el mismo y no en su casa, pues salía en Día a día, presentaba noticias, conducía el formato de concurso en comento, y encima hacía las notas de Gran Hermano.

De este reality, hay que decirlo, fracasó por una pésima selección de casting, constituido, en un alto porcentaje por niños de papi y mami aburridos de sus vidas perfectas ( Camilo, Juan Carlos, Ramón, Andrés, etc) o gente muy friki ( Andrea, Clara, Roman o Jhon Henry “Burbujita”). En serio era necesario ver a una persona tan guisa como María Fernanda? U otra que fue más la bulla que los cocos como Carolina – que entró en reemplazo de Clara, tras su expulsión-¿ U otra que se ganó las antipatías de muchos como Ana María? ¿O un costeño más estereotipado que Luis? ¿O una que siempre llore por tener que nominar a alguien como pasaba con Patricia -esta, en lo personal, me parecía la peor elegida de todas-? ¿O alguien tan Lista H como Carlos? ¿Alguien más estúpida y vacía que Lina? ¿O una  que debería ir corriendo a cambiarse el nombre como Arcenia Cabezas? Y con nadadito de perro, Mónica Tejón, inspirando lástima se coló en la final. Toda una franquicia de lujo tirada a la basura. 

Entre otras propuestas de entretenimiento, el canal de Santodomingo nos dio la versión guisa de los Expedientes X con Séptima puerta, adoptó formatos muy a lo MTV con El triángulo, programas de pseudo humor que terminaban indigestando como El ultimo grito, y se dedicó a la compra de formatos como El auténtico Rodrigo Leal – que , digamos, tuvo discreto éxito y una nota aceptable- y  La venganza, hermosa telenovela made in Telemundo, donde, al margen del éxito en rating, se demostraba el enorme cariño y respeto profesional que se despertaban entre si Gabriela Spanic y Catherine Siachoque – Sarcasmo: overload-.

Un párrafo aparte merece uno de los personajes representativos de Caracol y que a buenas horas se logró erradicar del canal: Tatiana Ariza, la entonces nueva reina de la televisión a los alaridos, que se encargaba, ella solita, de hacer frente a la trinidad de presentadoras de entretenimiento de RCN que mencionamos en el post anterior. A mí me parecía sencillamente insufrible, intolerable, casi una tortura china soportar cualquier sección del noticiero donde saliera esta vieja. Su estilo pseudo amigable pero que en realidad atosigaba a cualquier entrevistado la hace merecedora de mis peores epítetos en este apartado. No sigo más, porque ya me resulta demasiado repugnante siquiera mencionar esta mala yerba del pantano.

¿Recuerdan que del episodio anterior omití deliberadamente mencionar una producción de Caracol? Pues bien, lo hago porque es nuestra rescatada del 2003, a pesar de haber iniciado en las postrimerías del 2002: Pecados capitales, la intrincada tragicomedia de la compleja familia Salinas en pos de la jugosa herencia del caprichoso tío Evaristo, fue una de las últimas novelas corales dignas de ser vista. Aunque comenzó en octubre del 2002, fue en el 2003 que se desarrolló principalmente la historia y competencias dignas de reality show de personajes que representaban lo mejor y lo peor de los seres humanos. Cómo olvidarnos del Mago Kandú (Robinson Díaz), de la olvidadiza Doris o Tía Pelucas (Teresa Gutiérrez), de la insegura Esperanza (María José Martínez) de la ecuánime y estricta Caridad (Patricia Castañeda), del ambiciosoAlberto (Juan Ángel)… en fin, de todos y cada uno de los actores que llevaron este proyecto a cabo. Pocas novelas merecen ser repetidas tal cual fueron hechas como esta. Pecados Capitales para mi, ha sido la mejor novela hecha en Colombia, lo tenia de todo: Humor inteligente, actuaciones excelentes, situaciones hilarantes pero no estúpidas, y en trama llena de novedades. Por eso, se une, por derecho propio, al grupo de rescatadas de esta serie.Y así cerramos este nuevo episodio de la turbia historia de nuestra televisión. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2004
En 2004, la televisión colombiana cumplía su primera mitad de siglo, pero el panorama era desolador: el lunes 2 de febrero de ese año, el Canal A dejaba de existir después de 12 años y 32 de transmisiones interrumpidas como canal público para dar paso al aburrido Canal Señal Colombia Institucional, que luego serviría de fortín político.

En los lados del Canal Uno, debido al aumento de televentas o infomerciales, este canal cayó en franca decadencia, pues, aun con tan solo cuatro programadoras que tienen cada uno una parte igual de tiempo de emisión (Colombiana de Televisión, Jorge Barón Televisión, CM& y NTC Televisión), seguía sin logar cautivar audiencias. Y no es para menos: No he visto nada peor que Telepais, el remedo de noticiero presentado por Jorge Barón,  que informa menos que un periódico escolar. Colombiana de Televisión es la principal encargada de bodrios como Móvil 727, que escasamente duró 6 episodios al aire, e igualmente programas de medio pelo con vocación de Televentas, La cruz de Gólgota y otras “instituciones religiosas”…. CM& y Noticias Uno son y seguirán siendo referentes en materia noticiosa, pero párese de contar. Y es que para ellos ni las reformas ni las cuotas de pantalla establecidas en la Ley 680 del 2001, que un lector reclamaba ver referenciada, sirven de mucho, sobre todo, cuando, ese mismo año, iniciaron las negociaciones del TLC con Estados Unidos, que obligarán, a futuro, a irla modificando legalmente.

Por los lados de RCN, ya acusaba franco desgaste el matutino Muy buenos días, pues ya solo parecía el noticiero de si J-Lo y Ben Affleck se tiraban un pedo, si terminaban, etc…, las risotadas de la Waldman eran francamente detestables y Carolina Cruz lucía más estúpida que siempre con sus  muletillas “ahhh….preocupada” o “Claro que si” y los “novedosos” desfiles en ropa interior en el estudio todas las semanas. Para oxigenar el programa, Viena Ruiz retornó a la televisión en el canal de las tres letras, pero fue breve su paso por este programa. Se rumora que nunca congenió con Cruz Osorio, pero en realidad, los horarios de grabación la dejaban muy atareada junto a su labor de madre. Ruiz pasaría a otro programa que lanzó el canal: Los ojos de mi calle, junto a Julio Sánchez Coccaro. El programa pretendía ser un espacio de opinión para el televidente sobre varios casos de la vida real, para reflexionar sobre valores, normas, tolerancia y mucho más…pero luego derivó en el mismo modelo de dramatizados de tres pesos que tanto daño han hecho a nuestra televisión. Y no es para menos, si a ello le sumamos la “zancadilla” que les hicieron a ambos presentadores originales, para, en su lugar, incluir a  el polémico “Padre Chucho” y a la infumable Mabel Kremer.

En las noches, la última oportunidad que le dieron a Ximena Córdoba en RCN fue presentar el programa de juegos D1, un formato que realmente era muy sencillo de hacer, tanto, que hasta en el canal Uno le montaron la competencia con Carlos Montoya y Mango y le iba mejor en rating a los del canal público. La Córdoba fue prontamente despedida del programa por llegar tarde y encima, borracha.

En materia de propuestas dramáticas, en RCN lo intentaron de todo: Al ritmo de tu corazón fue el proyecto con el que se quería ver protagonizar a Jaider Villa en un horario relativamente fácil: enfrentada a Padres e Hijos….Y fue un fracaso!. Con eso, al (tr)actor paisa no le quedó otra que no insistir más e irse. Mejor futuro tuvieron sus colegas de cohorte Tiberio Cruz y Adriana Silva como actores de reparto de Amor a la plancha, primera cachifotelenovela literalmente hablando, donde los conflictos de ese extraño triangulo entre Martina García, Marcelo Cezan y Kathy Sáenz me resultaban tan inverosímil. Y como si fuera poco ver de “bueno” a Nicolás Montero en esta novela, ahora lo veíamos como un maloso torpe en La viuda de la mafia, primera traqueto-novela que parecí a no hacerle mal a nadie…por ese entonces.. También lanzaron  Me amarás bajo la lluvia, último intento de Carolina Sabino por figurar y cuajar con un protagónico después del fiasco que había sido El Precio del silencio (ver post de 2002) y fracasó en el intento. Adicional a ello, y como para más Inri, Luis Fernando Ardila, que era uno de los villanos de la novela, fue asesinado a escasos días de filmarse el final, que tuvo que ser el más macheteado y peor editado posible.

Y finales también vimos con Francisco el matemático. La inicialmente fresca serie de los sábados en RCN, saltó tantas veces el tiburón que no pudieron más: Era casi como Padres e hijos, solo que en lugar de Daniela Franco era Gabriela Chávez, y en prime time. La serie resistió el cambio de horario, que saliera Luis  Mesa y entrara Ricardo Vélez como nuevo “Francisco”, la desfiladera de personajes. Pero lo que nunca le perdonó el público era volver elitista el Jimmy Carter en el malogrado experimento Francisco clase 2004, que cayó relegado al horario de la tarde hasta desaparecer de la forma más anodina posible.

Nada anodina fue Todos quieren con Marilyn, que marcó el exitoso debut actoral de Sara Corrales….casi que as herself. Una novela cuyo único lunar, si se me permite decirlo, es que ninguno de sus dos protagonistas era colombiano, sino ambos venezolanos ¿es que aquí no había talento actoral….ah, cierto, ahí también actuó Nicolás Reyes, en un papel casi que de extra con parlamento. No podemos olvidarnos de la preevolución de Chepe Fortuna, digo, de Las noches de Luciana, inverosímil prospecto de novela donde el personaje de Paola Turbay se enamora de un sexy pescador representado por Renato Rossini….uy, si, como todos los pescadores son igualitos a él….una telenovela que sufrió de todo: mal arrastre, pésimos libretos, sobreactuaciones al granel (cofcofVerónicaOrozcocofcof),  cero química entre los protagonistas; antes, me extraña que la hubieran dejado terminar. Ah, en ella Shirly Gómez hizo también su propio papel de extra con parlamento. Es que ellos no daban pa´mas.

RCN reestructuró su franja infantil, que pasó a llamarse Bichos Bichez, También lanzó un programa que, con nadadito de perro, fue marcando el macabro estilo editorial del canal: Primera Línea, con Álvaro García, si, el mismo que luego se iría de embajador, regalado al mismo gobierno que en esos pagos buscaba que el Congreso se tragara el proyecto de reelección, y que le debe mucho al atosigante sistema de entrevistas de García, donde se preguntaba de todo pero el entrevistado no decía nada (cualquier parecido con la insufrible Tatiana Ariza, pura coincidencia).

Pero el fuerte de esta franja del prime time de RCN fueron los realities, ambos de anodino paso: como no hay dos sin tres, la producción de Protagonistas de novelanos embutieron en 2004 “El juicio final”. La diferencia: que Caracol ya había consolidado un prime time más coherente y atractivo. Y es que un chiste contado tres veces ya no tiene la misma gracia. Para alargar el cuento, no serían 18 sino 24 aspirantes a entrar en la Casa Estudio, a la que solo llegarían 20 (menudo fiasco debió ser  uno de los 4 salados al que no le alcanzó “el centavito pa´l peso” para entrar). Esta vez, trataron meterle algo de “supervivencia” al asunto, poniéndolos a pasar trabajo y diferenciando los buenos de los malos actores con el asunto de “la mansión”- para los que pasaban la media de la mediocre actuación- y “la pensión -para los que estaban por debajo de ella-., pero daba lo mismo, pues todos actuaban pésimo y fueron más las veces que vimos al ganador masculino de la temporada con la camiseta gris de “la pensión” que otra cosa. Es más, ese año se les ocurrió darles camisetas de tantos colores, que el uniforme se volvió una recocha. Esta vez, la base del sancocho de mediocridad actoral no tuvo el mayor éxito: seguían teniendo modelitos varias con algún conocimiento en canales regionales (María Patricia Montoya), modelos de mas calzoncillos (José Luis), cantantuchos de quinta (Marlon), palanqueados por ser exmaridos de famosas (Kike Duque), gente que terminaría en la competencia (Alejandro, Margarita, Emerson, Carina Cruz), gente que terminaría siendo caricaturas de si mismas (Valentina), y hasta algunos que terminarían muriendo en trágicas circunstancias (Juan Pablo, Katia).

Y aunque el morbo podía surgir de tener a una pareja de esposos en el programa (Pablo y Adriana) o haber ingresado un concursante “por azar” y sin castings (Felipe), ya todo nos resultaba tan predecible, y es que ni la fingidísima Amparo Grisales sirvió para salvar el desastre, por lo que volvió Luis Mesa, que había conducido la segunda temporada. El juicio final se saldó con bajo rating. Quedaron Kike Duque, que de actor es un buen cantante, pues tenía menos presencia que un tampón usado por la Negra Candela y Ana Rivera, cuya participación televisiva se reduce a haber salido en el programa de la pseudoperiodista en comento y en papeles intrascendentes o novelas condenadas al fracaso como “La marca del deseo”. En plata blanca: de 6 ganadores, ningún éxito actoral. El programa jamás cumplió con lo que se pensó, o al menos no para el canal donde se pensó. Los ganadores nunca protagonizaron una novela decente.

Y tras la puja del formato de Survivor con los de Caracol, RCN lanzó La isla de los babosos…digo, famosos. Un programa en donde los más desconocidos del público terminaron llegando a la final (Lucas Jaramillo y María Cecilia Sánchez), y en donde daba pena ajena ver a Rafael Poveda, a Iván René Valenciano pasando hambre, la fingidisima visita “conyugal” de Ana Karina Soto (antes de su famoso video) a Pedro Palacios y hasta a Norma Nivia o Sandra Muñoz ganándole a Jorge Cárdenas (loser forever). Pirry como presentador tenía tanto carisma como una motosierra.

Por los lados de Caracol, la respuesta ante la pérdida del formato anterior fue la primera edición del Desafío, que contó con una nómina de verdaderos famosos + ex participantes de Expedición Robinson + Nuevos participantes, que de lejos barrieron con la competencia. Era interesante ver la sincronía del equipo de las Celebridades dándole sopa y seco a Sobrevivientes y Retadores, y hasta ahí, la ecuación fue atractiva. Que haya ganado Paula Andrea Betancourt, cuando había competidores mil veces mejores, es puramente accidental, o las consecuencias de tener buenos amigos y esforzarse solo cuando era estrictamente necesario. No la misma suerte corrieron con la primera temporada de La Granja Tolima, que también tenía “famosos” pero en su mayor nivel de decadencia o puros wannabes, y donde desde Andrea Nocetti (primera eliminada) hasta Alejandro Pineda (el ganador) pasando por Tatiana Castro (la eterna candidata a eliminar), el programa producía bostezos, el nivel de conflicto era tan ridículo, que a nadie le importaba. Alejandro Martínez, que ya venía de fracasar en Francisco Clase 2004, fue el presentador de este formato, al que le dio una buena dosis de cloruro de sodio.

Y la otra propuesta caracolera de Telerrealidad…o mejor, de Telefalsedad fue El mejor partido, en el cual , Rodrigo Antonio Vergara Visbal, un cartagenero de 29 años, fue el escogido para supuestamente enamorar a 20 mujeres que creen que es el heredero de una gran fortuna, para quedarse con una de ellas. Esto no se lo comía nadie con un dedo de frente. En lo personal, él botaba su buena dosis de pluma, y más de una de las “eliminadas” y hasta a la misma ganadora, Claudia Palacios, se les notaba que iban más por el dinero que por otra cosa. El farsante de turno la escogió y le juró amor eterno frente a los pocos televidentes que se tragaban el aburrido formato conducido por Diego Ramos; con una mutua sonrisa, pues recibieron 200 millones de pesos. La pareja, sin embargo, empezó a sentir al cabo de unos pocos meses que las “cosas se enfriaron” sin “una razón de peso”, como explicaron ambos. Se separaron y ninguno volvió a saber del otro. Él cree que su dedicación de tiempo completo al teatro y la falta de compatibilidad fueron las causas principales de su rompimiento… sí, claro, y yo nací anoche…


Las propuesta actorales del canal del molusco incluyó, entre otros programa, una de las peores bazofias conocidas: Casados con hijos, refrito de la serie americana homónima, con las sobreactuaciones de Santiago Rodriguez, Lorna Cepeda o Lina Luna. También tuvimos la novela protagonizada por extranjeros como Luna, la heredera, que fue tan ficticia, que fue la gran trasteada del horario, o la teleinmundicia hecha refrito de Te voy a enseñar a querer, donde Catherine Siachoque hacía de….si, lo adivinaron!, era la villana. O Dora, la celadora, que era tan verosímil como libreto de Padres e Hijos, o la sobreactuadísima Mesa para tres, que nos demostró que Catalina Aristizabal y Diego Cadavid tenían menos química que un Alka Seltzer en arequipe. Pero todas fueron opacadas, por una parte, por una de las mas grandes mantecadas made in Telemundo: Pasión de gavilanes, refrito de Las Aguas mansas + Morbo, donde hasta Zharick León o Lady Noriega creyeron que cantaban ( a la primera era puro playback de otra cantante, como los de Milli Vanilli ), pero en realidad parecían un par de teiboleras. La telenovela era solo soft-porn para sirvientas; Telemundo chicanizó Las Aguas Mansas para hacerla atractiva para el público latino de USA, especialmente el mexicano. No tenía el misterio y la elegancia de la versión original. Y por otra parte, Dago García se atornilló en Caracol, con La saga, negocio de familia, exitosa novela con la historia de una familia por temporadas, que recibió buenas críticas y aun mejor rating, pero de la cual tengo muchas reservas.

Es hora de referenciar a Señal Colombia, que en ese año tuvo que luchar con las uñas en pro de la transmisión de las justas olímpicas de Atenas 2004. Desde Sidney 2000, las transmisiones comenzaron en el canal público, gracias a la gestión de gente de Señal Colombia, justo para ver la medalla de oro de María Isabel Urrutia. Aprendida la lección, ante el bajonazo de rating, Caracol y RCN compraron los derechos en 2004 y solo se vieron, por cuenta de ellos, unos resúmenes incipientes noche de por medio, con perlas como las de Carlos Antonio Vélez de RCN, que afirmó que las “soviéticas” no ganaron la medalla de bronce en gimnasia…cuando la Unión Soviética se desintegró a comienzos de los años 90, o peor aún, Javier Hernández Bonnet, en pleno desfile inaugural, dijo que Eslovenia era parte de la antigua URSS (cuando, en realidad era parte de la antigua Yugoslavia). Gracias a la decisión de cederles los derechos al ente público, los canales privados pudieron responder de forma efectiva a las quejas de los televidentes que querían ver el certamen olímpico y no tuvieron que tocar su parrilla de programación ni sus compromisos comerciales.

Pero las nubes negras no se alejaron de los entes públicos de televisión: Con el funesto Decreto 3550 de octubre del 2004, se suprime el Instituto Nacional de Radio y Televisión, Inravisión, y se ordenó su disolución y liquidación, bajo el primer gobierno Uribe y la siniestra sombra de la ministra Martha Pinto de De Hart, la misma verdugo que ya venía de pasarle la guadaña a Telecom y demás teleasociadas. Que mejor celebrar los 50 años de la televisión colombiana que acabando con Inravisión, eso es como celebrar los 25 años de la constitución de 1991, pero derogándola, pero en fin, esta es Colombia, y entre los desaciertos del gobierno Uribe por acabar con tanta burocracia este fue uno de esos.

El pretexto: el gran pasivo pensional de 350 mil millones de pesos, su retraso tecnológico y el mal estado económico de la misma, que, supuestamente, hacian a Inravisión inviable como compañía. Sin embargo, la función de Inravisión como programador, la seguirá asumiendo el Estado, la producción sería tercerizada acudiendo al mercado nacional para comprar y licitar los contenidos de programación. Esta operación le dará vida a un nuevo instituto que asuma las funciones de las dos firmas liquidadas, con una infraestructura más pequeña y viable que no sobrepasara los 70 empleados. Fue una liquidación tan chambona, que, ocho años después, en una sentencia de 19 páginas, el Consejo de Estado ratificó el fallo en el que se indica que el Estado debía asumir la responsabilidad de las pensiones de los trabajadores del liquidado Instituto Nacional de Radio y Televisión (Inravisión) y no la Comisión Nacional de Televisión. En este sentido, el alto tribunal consideró que cuando se logre demostrar que los bienes de la liquidada Inravisión no sean suficientes para cubrir los pasivos laborales y pensionales de la entidad, la Nación será la encargada de asumirlos.


Y es todo ello lo que justifica la elección del rescatado de este año, que no es de los canales privados, sino un programa del que casi nadie pareciera acordarse: Los especiales y segmentos de Así se vio en TV, donde se mostraron escenas de los 50 años de nuestra televisión, como aquel furcio del entonces Guillermo León Valencia diciendo “Viva España”, cuando nos visitaba el general Charles de Gaulle, presidente de Francia; los programas de El show de Jimmy, o las escenas de El niño del Pantano; segmentos que fueron casi que el testamento que nos dejaba Inravisión antes de que la guillotina liquidatoria cayera sobre ella, acabando con su existencia, que databa de 1963…y así cerramos este episodio de la televisión. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan…


2005
Continuamos en este recorrido por las oscuras aguas  de la mediocridad televisiva, y llegamos a un año en donde prácticamente la televisión pública paso a un plano tan irrelevante que nos quedó más en evidencia la falta de calidad de los canales privados, y es por eso que nos quedamos virtualmente en un duopolio de desperdicios televisivos de diversas raleas.

Esta vez, arrancamos nuestro recorrido hablando por franjas horarias y tipos de programas: En los programas matutinos, mientras Caracol parecía estar en una zona segura con Día a día, aun con una sobrepoblación de presentadores – Carlos Calero, Camilo Montoya, Marcela Sarmiento, Don Jediondo, Cesar Escola, Salma Osejo, Angela Cardozo, Salua Mrad y Javier Hernández Bonnet-, en RCN, la salida de Yaneth Waldman (que iría al elenco de Los Reyes, de la cual hablaremos en este episodio) modificó la nómina de Muy buenos días, y en ella recaló, por breve tiempo, David García (Jeringa), de quien se comenta que salió en pésimos términos con Carolina Cruz; y en su reemplazo, nos llegó una de las peores, que soportamos aun en nuestros días: Laura Acuña. En ese entonces, la polémica presentadora bumanguesa era una ex estudiante de Derecho de la UNAB, recién casada con Camilo Montoya, presentador de la competencia y uno de los, entonces, solteros más apetecidos del país (lo cual demuestra lo mal que andábamos), que probaba suerte con Fuera de Lugar y luego en el magazín de Jota Mario y secuaces varios, frente al cual su mayor competencia era la enésima repetición de episodios de Los Simpsons o el reinicio eterno de Gata salvaje y mantecadas similares made in Telemundo. Era tanta la difusión que tenía este espacio, que asumía incluso el fracaso de Enigmas del más allá, la débil y tardía respuesta que RCN planteaba a Séptima puerta, pero sin competir directamente contra ella; y con las subactuación de Roberto “El autista” Cano.

En las tardes, Caracol que buscaba consolidar su franja vespertina con algo, e intentó de todo: desde Juan vs. Román, una serie que juntaba a dos ex participantes  del fallido Gran Hermano del canal del molusco, y que comenzó desde las postrimerías del 2004, hasta Esta tarde, uno de los proyectos fallidos de Tatiana Ariza antes de dejarnos descansar de su infumable presencia, al lado de César Escola y Roberto Velasquez. Tambien hizo un remedo de magazin/dramatizado que era La Peluquería, un completo irrespeto actoral en donde Manuel José Chávez representaba a un peluquero über-gay que dejaría a Carlos Vargas como Rambo; junto a Mabel Moreno.

Pero lo más destacado fue el giro que los de Colombiana de Televisón quisieron hacerle a Padres e hijos, para justificar el tiempo en el que Ana Victoria Beltrán filmaba una película medio porno en el Perú -una de sus escasas anotaciones en su hoja de vida-: La muerte y resurrección posterior del personaje de Daniela Franco que, para ser sinceros, me parece uno de los libretos peor diseñados posibles. Al final, Daniela reaparecía, poco a poco recuperaba la memoria, previo paso por las armas de uno o dos de sus ene mil maridos.
En este mismo horario terminaron lanzando también otras teleinmundicias como el pésimo remake de La mujer en el espejo, donde Paola Rey nos demostraba su belleza digna de Corabastos, o la irrelevante El cuerpo del deseo, donde seguíamos viendo a Mario Cimarro sin camisa, algo tan predecible como desfile en ropa interior de Muy buenos días, o la versión tercermundista de Lost, aquí llamada Vuelo 1503, que daba pena ajena y hasta asco.

En RCN no se devanaron los sesos para competir en esta franja: simplemente lanzaron Estilo RCN, uno de sus programas más embrutecedores, y que era un after party de su dilatada sección de farándula, y donde debutaban en la presentación Cretina Hurtado y Catalina Gómez. Luego, con las ya habituales telebobelas de Televisa, se unían a este sancocho bazofias varias como  Rebelde, la novelita pecueca que lanzó a la fama a RBD; o  Juego Limpio, una de las telenovelas donde Andrés Sandoval seguía haciendo su sempiterno papel del niño caribonito.

En materia de realities, Caracol pegó primero lanzando Desafío 2005, Cabo Tiburón, único que fuera filmado en locaciones colombianas y donde las “celebridades” fueron un fiasco: Entre ellas se contaron El Tino Asprilla, Héctor Buitrago de Aterciopelados, Luigi Aycardi, que se volvió el villano del juego; Carolina Sabino ( que ya merece ser Mujer de Lot por toda una vida y obra), Catalina Acosta y Tatiana de Los Ríos, que repitió la suerte de su coterránea Paula Andrea Betancourt al llevarse el premio, esta vez venciendo al último “reingresado” a la competencia:  Mauricio “El guerrero de la Luz”, un tipo que definitivamente estaba bien pa´allá.

RCN reforzó su liderato con una nueva temporada de La isla de los famosos, una aventura pirata, que nos demostró cuan necesitados estaban personajes como Maria Mónica Urbina, Rosemary Bohorquez, Lorena Meritano o Dexter Hamilton de revitalizar sus carreras, pero en la cual saltaron a la fama Beto Arango (como el eterno habitante de La isla del muerto), José Piñeres ( aunque fuera su debut y despedida), Viña Machado y Javier Jattin; y que nos permitió ver los destapes full frontal view de Leonel Álvarez y Ricardo El gato Pérez. Este reality de supervivencia vapuleó a su rival directo;  una franquicia en la que, lo confieso, creí al principio pero perdió el norte rápidamente: La única versión de El Aprendiz en Colombia, de la mano de Jean Claude Bessudo, que era más cercano a lo que sería la edición de Martha Stewart que a la de Donald Trump. Me duele decirles, señores de Caracol, que Luz Marina, la morena, no era Omarosa (si acaso la intrigante y clasista Catalina se acercaba) y al día de hoy, desconocemos si Kees Stapel, ganador de esta temporada sigue en Aviatur con ese sueldazo que se prometió de premio. Lo cierto es que la competencia de hombres vs Mujeres estuvo floja de principio a fin, que Centauros vs Proactiva no le llegaba ni a los talones a la de Primarious vs Matchstick (los de la temporada de la señora Stewart) y que creo que los que desarrollaron la idea fueron los reales despedidos.

En la siguiente plataforma de lanzamientos de telerrealidad, el marcador volvió a quedar a favor de RCN:  Factor X fue el programa que le permitió a Marbelle, Jose Gaviria y Juan Carlos Coronell salir de la Lista H y a Andrea Serna tener en sus manos el sobre, y mientras grandes voces salieron de la competencia (como las de Estella, Yina o Anabella), por puros revanchismos entre jurados, nos aguantábamos los mil roces del trío Sin límite, los alaridos de Farina, la cuestionable estética de Enygma  o la historia telepornomiserable de Julio, ganador de esa primera temporada. Contra él, nada podía hacer Nómadas, revuelto mal inventado entre personajes eliminados de  Desafío 2004 y 2005  junto a algunos personajes lista H, con la presentación de Víctor Mallarino, que aburría hasta a las piedras. Como sería de mala esta temporada, que hasta Cambio extremo, otro lanzamiento del canal rival,  la superaba en rating.

En materias dramáticas, los de la Floresta intentaron muchos formatos, casi todos fracasos:  Se destacaba, por escaso margen, Por amor a Gloria, la ininteligible historia de amor entre los personajes de Carolina Acevedo y Juan Pablo Raba, tan verosímil como una historia de contratistas honestos para la calle 26; o La Diva, sobreactuada producción donde Lorna Cepeda demostró que el talento en su familia solo lo tenía Angie, y que fue el inicio de los muchos fracasos actorales para Carla Giraldo, célebre por su canción “Te corrí la silla”. Seguimos con El baile de la vida, que era una de las mil maneras en que Robinson Díaz saturaba al televidente, que ya lo venía viendo, casi ininterrumpidamente, desde 2002. No nos olvidemos de bodrios varios como Decisiones o La Tormenta, que llenaron de manteca las pantallas caracoleras.

Pero si de manteca se trata, RCN la sacó del estadio comprando los derechos de Los Roldán en Argentina y produjo Los Reyes, que lanzó a la fama a la polémica Endry Cardeño y fue el debut en TV colombiana de Endry Cardeño y de Jaqueline Arenal y el regreso de Enrique Carriazo y Rosita Rico. Aunque la novela, en medio de su estética guisa, tenia lo suyo, marcó una triste tendencia en nuestro país: comprar formatos en el cono Sur y adaptarlos, estrategia que escasamente funcionaría con el producto en comento. En esta producción, Diego Trujillo repetiría el mismo papel de hombre elitista entrado en años y medio chistoso que lleva repitiendo desde Perro amor, en el 1998. 

Luego lanzaron el pseudo remake de El pasado no perdona, que fue una de las novelas mas fallidas posibles, y que terminó relegada al infame horario de los sábados después de media noche, donde no se la vería ni la mamá de Bernie Paz, paquetazo extranjero que la protagonizó. No podemos olvidar a Lorena, una de las novelas que mas debía gastar en los litros de maquillaje para Amada Rosa Pérez y María Cecilia Botero, y que fue el triste adiós de Bernardo Romero Pereiro, que fallecería ese mismo año.

En otros formatos, destaquemos (sin que ello sea necesariamente un halago) , por el lado de Caracol a la bochornosa adaptación de Quien manda a quien, que haría merecedor de un Oscar hasta a Tony Danza; o Hablando claro con la prensa, delicioso programa de debates que dormía a la par que desinformaba, y por el lado de RCN tenemos el tardío lanzamiento de Lost los domingos en la tarde ( perdiéndole toda continuidad, como por variar), más exactamente ¡desde el 25 de diciembre de aquel año!, el fortalecimiento de la franja Bichos como plataforma para la elección del representante infantil colombiano a Código Fama internacional, el pésimo humor de Mamando gallo ( otra de las fallidas propuestas de los sábados en la tarde), el inicio formal de Futbolmanía RCN con los partidos del Suramericano Sub 20 del 2005, jugado en el Eje Cafetero, desde donde pontificaba de futbol Carlos Antonio Vélez y nos ensordecía Jorge Eliecer “Vendedor de butifarras” Torres;  o el debut de uno de los peores programas de chismes posibles: El lavadero, de la mano de ese ser tan despreciable como lo es doña Graciela Torres, Mauro Urquijo y Ángela Vergara, que querían meterla a como diera lugar en el canal RCN, sin mayor éxito, claro está.
  
Por la televisión pública, digamos que destacamos el lanzamiento de Hola Escola, magazín nocturno donde hizo sus pininos una hasta entonces no tan intensa Mónica Fonseca junto al pluriempleado César Escola; o los divertidísimos consejos comunitarios del hoy expresidente Uribe, transmitidos gloriosamente por Señal Colombia Institucional a costillas de nosotros los contribuyentes, y que le permitieron abonar el terreno de campaña para su previsible reelección al año siguiente.

Y en medio de todo este detritus televisivo, sale una flor dentro del fango: Nuestra rescatada del 2005 es Juegos prohibidos, telenovela donde Katty Saenz conoció a su hoy pareja Sebastián Martínez, en una turbulenta historia de amor que, en mi criterio era fresca, verosímil, con villanos que se hacían odiar como Marcelo Dos Santos o Elkin Díaz, y un gran reparto de actores como Adriana Ricardo, Franky Linero, Patricia Tamayo, Patrick Delmas o hasta Natalia Jerez, antes de que se volviera predecible. Aunque también trataba de la historia de una mujer mayor enamorada de un jovencito, la diferencia fue que todo lo enfoco a través de Internet. Elementos como chats, cámaras web y tratamiento que la hacía ver como un videojuego provoco que la telenovela tuviera su encanto.


Antes de terminar, y a modo de glosa de cultura pop, decirles que gracias al operador celular Bellsouth- hoy Movistar-, a algunas presentadoras o modelos les decimos “Prepagos”. ¿La razón?: antes de ese año, los celulares tarjetas prepagos no tenían una personalidad identitaria, y desde el lanzamiento de aquel infame equipo de Bellsouth que era casi igual a un teléfono inalámbrico, para empeorar, sin tecnología GSM (es decir, sin tarjeta sim), pero como lo promocionaba hasta en la sopa Claudia Bahamón, pues toma que te den. Y al lanzarse Movistar, tanto Bahamón como su colega Carolina Cruz eran su imagen promocional. Desde ahí, en el subconsciente popular, se familiarizó el concepto “prepago” asociado a las modelos. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2006
Retomando nuestra estructura anterior, hay que decir que a principios del 2006, Caracol se arriesgó con un estilo de “convocatorias” a sus realities muy inusual: preséntese el que sea, que para algo sirve. Fue tremenda esa capacidad de Caracol por hacer realities sin sentido con el único ánimo de tratar de ganar rating, pero que lo que logro fue ver lo patéticos que pueden llegar a ser estos formatos, en especial si los hacen a la colombiana. Y es que ese año, a excepción hecha del ya habitual Desafío, Caracol experimentó con únicas temporadas de diversos formatos que, inexorablemente, terminaron en estruendosos fracasos: Tengo una ilusión, La bella y el nerdo, Préstame tu pareja, El Premio Gordo y Circo romano fueron las palmarias muestras de que Caracol ya era experto en tirarse hasta el mejor formato (como ocurrió en 2003 con Gran Hermano).  Y es que se veía muy forzado esa competencia/no competencia entre personajes como Fanny Lu o el padre Alberto Lineros o Vanessa Alexandra Mendoza por cumplirle sueños a la gente; las bellas no lo fueron tanto y los nerdos…nehhh; las parejas intercambiadas tenían menos carisma que un director de la DIAN, Maribel Abello despertaba bostezos con su reality de gente gorda tratando de rebajar y con Escola, prefiero no hacer mas sangres.

A Caracol si le funcionó seguir con su Desafío 2006, esta vez cambiando el repertorio, pues ya no se serían celebridades ni ex participantes de Expedición Robinson, sino gente del común en La lucha de los estratos: Vimos a unos Privilegiados que chuparon bastante Playa Baja y de donde saldría ganador Alfredo Varela, hoy cónyuge de Rochy Stevenson y ex concejal de Barranquilla, junto a la infame “Pirula” que le hizo la vida imposible a los “llevados”, que demostraban lo requetellevados que estaban; y el equipo de los “rebuscadores”, que tuvieron su propio villano (Gabriel), su ficha comodín (Eileen) y sus intrigantes de turno ( Angélica y Diego). Un curioso sancocho que le permitió a Caracol ir campeando poco a poco el temporal. Fue el primer reality de esta factoría en el cual ya no hubo posibilidad de reingreso.

Y es que, no nos llamemos a engaños, salvo Sin tetas no hay paraíso, las telenovelas de Caracol no llamaban ni cinco la atención: El engaño fue de muy corta duración, Amores Cruzados padecía las terribles sobreactuaciones de todo su elenco, Las profesionales, a su servicio evidenciaba lo mal que le iba – y le seguiría yendo-  a Caracol importando telenovelas chilenas, La Ex pasó sin pena ni gloria y Criminal, padeció lo mismo que ya decíamos desde El Baile de la vida: Ya el público estaba hasta las narices de Robinson Díaz. Y eso que no era una mala historia, todo hay que decirlo.

Respecto a Sin tetas, hay que decir que su versión original, con todo y lo burda que era, me pareció mil veces más auténtica que el remedo que hizo Telemundo años después. Lo malo es que le dio más alas a Gustavo Bolívar para repetirse en su mismo con su mundo traquetoide y prepagofílico. En ella, María Adelaida Puerta se fajó un papelazo de prostituta medio ingenua, medio ambiciosa, que distó mucho de su ininteligible papel en Buscando el cielo,  reality-dramatizado-o lo que sea que planteó Dago García en las instalaciones de la Casa Gran Hermano, que era como Protagonistas de Nuestra Tele pero sin Cara a Cara y sin mayor convivencia entre los participantes. Fue un experimento que no gustó, eso no tenía ni pies ni cabeza; el casting era hediondo, no había manera de darse un gustico visual ni con las mujeres ni con los hombres;  y su spin off, Don Roque Buena papa fue uno de los dramatizados mas ridículos en la historia televisiva nacional. Desde ahí, dejamos de ver en pantalla a Amada Rosa Pérez.

No podemos olvidar en este apartado del horror el fiasco de Divinas tentaciones, reencauche de Tentaciones, donde Inés Oviedo y Mauricio Vélez solo hicieron el ridículo, que ya era rizar el rizo; o el surgimiento de Tu Voz Estéreo, en el magistral prime time de las sirvientas: la franja de la tarde, que posteriormente se volvería el escampadero de esos abortos de dramatizados que llegaban al Canal Caracol y de los pseudo actores desempleados o provenientes de PeH.

Y para empalmar con las propuestas del Canal de las Américas, indicar que entre Caracol y RCN hubo una especie de “intercambio humanitario”, en donde Jorge Alfredo Vargas pasó a Caracol y Carlos Calero pasó a RCN, aunque creo que los de RCN salieron perdiendo. Vargas presentó, entre otros proyectos, Mesa de noche, el nuevo espacio de opinión de la franja late.  Por su parte, Calero fue el paquetazo chileno que le llegó al canal de Ardila Lulle, y trataron de meterlo en muchas cosas y no hacía sino el ridículo.  Ya veremos porqué.

En materia de realities,  RCN comenzó el  año cometiendo un error que no debe cometer un canal con un reality exitoso: lanzar una segunda temporada tan seguido de la primera. Tras la victoria de Julio en diciembre del 2005, desde enero de 2006 arrancó motores Factor X 2006, que fue más bien el reencauche de gente que no tuvo la oportunidad de pasar a las galas en 2005. Esa fue apenas la punta del iceberg: Todavía me cuesta explicar cómo, habiendo en competencia mejores voces como las de Martha, Walter, Angelo, el trio Ébano, la rockera Juanita, o la de Bryan (que luego sería vocalista de Los de adentro y participante de La Voz Colombia), terminó ganando Francisco, que cantaba menos que Sara Corrales y era un “reciclaje” de la temporada anterior, era el que más se le olvidaban parte de las letras y casi ni sabía leer. Muchos dijeron que en el canal había favoritismo por el participante de la vereda La Lucha, participante de la categoría de Marbelle (lo cual dice mucho del nulo criterio musical de la susodicha)  y su historia telepornomiserable casi perfecta, pero su carrera musical fue flor de un día. Su disco creo que no lo piratearon ni en Pambelé Records. Luego, decidieron hacer la soporífera versión infantil del programa, con los mismos jurados, pero con una limitante: no podían verse peleados entre si frente a los niños, y como el que es caballero repite, volvió a ganar Coronell de la mano del pequeño mariachi Andrés, cuyo futuro actual desconocemos, y no nos interesa.

Pero, como diría Alejandro Sanz, no hay dos sin tres; y para seguir saturándonos de Factor X lanzaron La batalla de las estrellas, donde a los mismos tres jurados les correspondió ser tutores de una suerte de “famosos” reconvertidos en cantantes o de rescatar carreras musicales desperdiciadas. A Marbelle le correspondieron los hombres, entre los que estaba Jeta Mario, Marcelo Cezán (cuya carrera musical está más muerta que Lina Marulanda) y el mismísimo Carlos Calero, que como cantante es un excelente presentador; a Coronell le correspondieron los grupos, la sempiterna categoría hueso, entre los que se cuentan bodrios varios como Los intocables, donde dizque cantaban Carlos Giraldo ( a.k.a. El Mono de Sweet), doña Grasienta y (Gor)Diva Jessurum; o Fusión ( con Andrea Nocetti, Omar Murillo – el ____ despreciable de También Caerás- y Natalia Peralta), mientras a José Gaviria le tocaron voces interesantes como las de Amalyn de Hazbun, Valerie Domínguez-antes de su escándalo agrícola, es más, hasta se rumoró que tenía algo con Gaviria mas allá de lo profesional- Yaneth Waldman o la ganadora de esa temporada, Luz Amparo Álvarez, que años más tarde se iría a la competencia.
Alternamente, la moda de los realities de baile con famosos llegó a Colombia y RCN lanzó así Bailando por un sueño, que nos mostraba un pool de jurados con Nerú, Carlos Muñoz (que se notaba que lo hacía para tragar), Thérese Leleux y Rossana Lignarolo en el papel de la jurado HP. Conducido por Paola Turbay y Julián Román, a quien el rol de presentador le sentaba igual que el frac de Uribe frente a los Reyes de España: Fatal. Fue una de las últimas veces que tuvimos que soportar la incómoda y vomitiva presencia de Tatiana Ariza en la Tv. Con este reality, optaron por la estrategia de la “mini-temporadas”, y así nos embutieron, sin mayor empacho, tres de ellas de seguido y una cuarta de tipo all stars llamada Los Reyes de La Pista, pero que era más de lo mismo. Gracias a la segunda temporada de la misma, Carolina Cruz tuvo la excusa perfecta para abandonar Muy buenos días y embutieron a Calero recién desempacado en RCN. A la primera le sirvió para ganar la respectiva temporada, y alejarse de su “amiga” Laura Acuña; y al segundo para hacer el ridículo, como por variar.

Y es que no podemos perder de vista que el desgastado y decadente programa matutino de pacotilla se volvió, desde ese año, en “El show de Jeta Mario y Lassie AcUÑA”, y la nueva víctima entre sus fauces  fue Mabel Cartagena, espécimen traído desde otro de los programas más paupérrimos de Telecaribe – lo cual ya es muuuucho decir-: Contacto, donde solo pasan los mismos videos y llama la gente a saludar y decir sandeces. O sea, casi lo mismo que hacen Jota Mario y sus secuaces por horas y horas. La llegada de la costeña fue todo un jardín, plagado de espinas y malas hierbas, como sus coequiperos; y es que la hoy señora de Kling rompía con su entonces marido Camilo Montoya por uno de los incidentes de cachos mas públicos, después del de Sara Corrales: Se “enmozó” con Jose Gaviria, deliciosa relación que hizo que las arcas de las revistas del cuore subieran como espuma.

En materia de otros formatos, RCN nos dio una suerte de reality show de lo mas grasiento posible: Lucho y su Gloria, con la patética, decadente y bochornosa vida del ex concejal Lucho Díaz y su familia. O sea, en MTV tenía a los Osbournes, y aquí a ¿este mamarracho patético? #givemeabreak. O la vergonzosa transmisión que Futbolmanía hizo del Mundial de Futbol de Alemania 2006, donde era obvio que al “profe” Veléz se le fue la mano en birras teutonas.

 Y ni qué decir de la llegada de la insoportablemente, sosa, aburrida y con cara de mosquita muerta de Isabel Sofía Cabrales a la conducción de Estilo RCN. Era un crimen de Estado, digno de su actual suegro, soportarse a esta pelmaza en TV. No podemos olvidar ese bochornoso programa de pseudo biografías de famosos llamado Los cuentos de Diva, narrado con la insoportable voz de la señora Jessurum, que provocaba fuertes ganas de levantar a patadas al televisor. O las fallidas incursiones del humor Rcnista de los sábados como Caleroscopio (otro de los rotundos fracasos de Calero, que ya se ganaba su premio “Mujer de Lot” en esas épocas) o Clonestilo, que comenzó bien pero se volvió eso, un clon del ya de por si caduco pseudo humor de Sábados Felices.

En materia de dramatizados, RCN tuvo grandes bodrios como Merlina, mujer divina, donde sus protagonistas, Rodrigo Candamil y Valentina Acosta, tenían menos química que un alka-seltzer en mermelada, los villanos eran forzados y sobreactuados y nadie se creyó ni la mitad del libreto. O De qué tamaño es tu amor, telebobela de sugerente título que tuvo menos futuro que la clasificación de la selección de Futbol de Luxemburgo a un Mundial. Y ni qué decir de Floricienta, versión colombiana de su homónima argentina, que estaba tan fuera de lugar en el prime time  que terminó sus días relegada en la franja de la tarde, ante el fracaso de la producción inmediatamente indicada. Tampoco podemos olvidar En los tacones de Eva, telenovela donde Jorge Enrique Abello era  Don Armado + Betty la fea en versión drag queen, pero que era exasperantemente sobreactuada. ¿A nadie se le bajaba de la cabeza que “Eva María” no era una mujer?


Pero siempre hay una luz al final de los túneles, una bella flor en medio del fango, y el título de nuestra rescatada del 2006 se lo lleva nuevamente RCN, esta vez con Hasta que la plata nos separe.  Hay que decir que fue, tal vez, la última novela de corte tragicómico  estilo coral decente, donde cada personaje, en medio de sus estereotipos (la empleada buenona, el neurótico, el gay de closet, el tumbalocas, el arribista, el buena gente, etc), era simplemente divertido ver: el rol de rebuscador de Méndez, Víctor Hugo Cabrera, en contraste con la autoritaria Alejandra Maldonado, Marcela Carvajal, junto a una nómina de actores donde los poderes salinos de Katherine Porto estuvieron a raya, demostraron que no se necesitaba de galanes extranjeros ni estrellitas de reality para hacer una buena producción. Y así concluye el recorrido por otro tenebroso año de nuestra televisión nacional. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan…


2007
El 2007 fue un año bastante curioso en cuanto a propuestas televisivas de los canales, no precisamente por su calidad, sino  por lo que intentaban para figurar, aplicándose entre ellas un fastidioso efecto espejo, que reza que si un canal pone un programa malo, el otro monta un programa del mismo formato y hasta peor, en un año donde  la hoy extinta CNTV dio vía libre al tortuoso camino del tercer canal, que nueve años después, aun no termina, a pesar de que RTI entregó todos sus espacios en el Canal Uno.

Por los lados de La Floresta, su única producción destacada, tanto por la crítica como por el rating fue Nuevo rico, nuevo pobre, historia bastada en un “cambiazo” de bebés de hace algunos años en Cartagena, donde John Alex Toro hizo de contraparte  humorística con Martin Karpan. En lo personal, aborrecía esta novela, por ser el cliché de los clichés de Caracol: las mismas locaciones patéticas de sus “comedias de oficina”, sobreactuaciones a diestra y siniestra, los mismos pobres gritones y sobreactuados; casi los mismos que mostraba una producción de RCN de ese mismo año: Novia para dos, en el que Lincoln Palomeque hacía el papel de dos hermanos separados al nacer, pero si él no rinde ni para un papel, ni hablemos de dos. Manuela González como protagónica es una excelente manera de desperdiciar del dinero de cualquier canal, y ni hablemos del resto del elenco, una partida de ricos superficiales, hipócritas y dedo parado vs unos pobres guisos pero “echaos pa´lante”

Caracol también le siguió apostando a las grandes superproducciones de Telemundo, con un ostensible fracaso como lo fue El Zorro, la espada y la rosa.  Como si no hubiera aprendido nada de lo que fue La dama en el pantano, esta vez, la telenovelización de las aventuras de El Zorro nos mostró un prospecto de telenovela de época que era todo un insulto a la mediana inteligencia de los televidentes. Y es que Christian Meier no tiene nada de carisma y éxito en nuestra televisión. Pero eso era nada comparado con el frustrado debut actoral de Marbelle en la sobreactuadísima e insoportable Marido a sueldo, inverosímil historia de una familia dueña de una empresa que vendía pollos, donde le buscaban un enamorado, siendo este el frustrado debut y despedida de Daniel Kuzniecka en nuestra televisión.  No fue un año especialmente favorable para los protagónicos extranjeros.

Caracol siguió estrenando telenovelas de manera absurda, algunas con ideas dignas de un niño de prekinder como la sobreactuada y bochornosa Pocholo, que ellos creían que tenían entre sus manos la versión criolla de Norbit, pero, recordemos que la película de Eddie Murphy era malísima, y aun peor lo fue la telenovela protagonizada por (favor sentarse, que esto los hará irse para atrás) Orlando Valenzuela. Manteca a raudales destilaba Nadie es eterno en el mundo, insoportable telebobela enmarcada en la industria de la “música popular” que tenemos el ingrato castigo de ver en retransmisión en estos momentos, de la mano de una pareja que no tenían ni cinco de química: Juan Pablo Posada y Adriana Bottina. Lo mismo podríamos decir de Sobregiro de amor, donde Zharick León no despertaba sino bostezos, Juan Pablo Raba no convencía a nadie y seguíamos mamados de ver aRobinson Díaz.

Otros estruendosos fracasos caracoleros de ese 2007 fue el reencauche de la novela argentina Montecristo, que nos demuestra que Paola Rey como actriz es una excelente cachifa, que las novelas del Cono Sur no necesariamente funcionan en nuestro país; o El ventilador, donde estrenó sus dosis salinas Carolina Guerra y Marlon Moreno seguía encasillado en sí mismo.

Pero por los lados de RCN, casi todas las propuestas dramáticas tampoco se salvan de la quema: Produjeron Mujeres asesinas y las “asesinaban” con un pésimo horario. Lanzaron Sin retorno, y no le permitieron tener una señal identitaria con la producción anteriormente citada. Lanzaron en las tardes Zona rosa y les ganaba en rating hasta Padres e Hijos; y por último, el reencauche de Las Juanas, ahora titulada La marca del deseo, le fue tan mal en rating, y es que a la fresca historia de 1997 le enredaron tanto la trama que la gente terminó viendo la telenovela, a las 3 de la mañana.

Una que si tuvo las mieles del éxito entre la teleaudiencia, pero que a mi modo de ver era sobrevalorada fue La hija del mariachi, inverosímil historia con la que Mark Tacher vino a Colombia, con todo lo que ello conllevó. A la gente le podía gustar la música que, en riguroso playback, interpretaban Carolina Ramírez, Gregorio Pernía y el mexicano (incluso lo hicieron en el reinado de belleza de aquel año), pero esta es de esas producciones que ni me la masticaba y mucho menos me la tragaba.

Ahora bien, en materia de formatos de telerrealidad, ambos canales se rajaron: RCN picó en punta con El jugador, pero no le dieron continuidad; lanzaron una soporífera versión de Factor Xs que ganó de nuevo Jose Gaviria con la voz de Camilo Echeverry, el Justin Bieber criollo (risas) y ni hablemos de cómo se tiraron el formato de La isla de los famosos: Una aventura maya el intrincado mecanismo de parejas entre famosos/no famosos, los 4 equipos y lo predecible de las pruebas , aunado al escaso carisma de famosos y no famosos, hicieron que este reality no fuera renovado para una temporada más.

El que si la recibió, y por los pelos, fue Desafío 2007, por Caracol, a pesar de ser la temporada más sosa de todas: en ella vimos a Jair Romero como primer eliminado, a los cuchachos a los que él pertenecía haciendo el ridículo, a los catanos dando pena ajena y a los pelados liderando de principio a fin la competencia. Y es que la dupla Lina Marulanda-Juan Pablo Llano era tan carismática como un funcionario del Ministerio de Hacienda; y ni hablemos de la mayor descarga de telepornomiseria: Nada más que la verdad; donde se demostró que la gente con tal de ganar plata hace lo que sea, se vende por lo que sea y confiesa frente a un polígrafo lo que sea, así sea el más oscuro y despreciable secreto, y es que este concurso tenía esa particularidad, que siempre se enfocaba en hacer las preguntas más morbosas, vergonzantes y truculentas a sus concursantes, eso si, Jorge Alfredo Vargas quedo muy cuestionado en su papel de presentador de noticias serias y comunicador por prestarse a presentar tan "innovador" formato. Aunque, lo confieso, personalmente amaba este programa, lástima la pacatería de este país, que no lo dejó tener una segunda temporada, sacándole los chiros sucios a más de uno, o viéndolos humillarse para irse con las manos vacías por el más mínimo error; donde la gente caía lo más bajo posible.

En otros formatos, el 2007 vio el final de Yo, Jose Gabriel en RCN, quien al año siguiente terminaría en las toldas del canal del molusco y también el debut y despedida del enésimo intento de Carlos Calero por figurar: El gran chou -sic-, y es que si de por si Sábados felices estaba en la inmunda (aun con sus 35 años en ese entonces), tratar de imitarles y encima competirles era rizar el rizo.


Pero bueno, al menos nos queda, como ya es habitual, nuestra Rescatada del año. Y por tercer año consecutivo, esta rescatada viene de RCN: Pura sangre, esa telenovela de villanos muy bien definidos y que duró lo justo, sin alargues, porque sus mismos protagonistas se negaron. Lo que rescato de esta novela es que trajo el drama, el drama de verdad, de regreso a las novelas colombianas, mejor dicho lo que es un culebrón, pero un culebrón bien contado, RCN no trató a sus televidentes de horario triple A como a los de la franja vespertina, me explico: RCN trató de hacer una novela de las viejas pero no de esas Mexicanas, eso estuvo bien. Y es por esa actitud que merece estar al lado de ese selecto grupo que, desde La Luciérnaga hasta llegar a Hasta que la plata nos separe, pasando por Cine arte Pecados capitales. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan…


2008
El 2008 fue un año que bien puede decirse, tuvo contrastes interesantes para los canales: los que comenzaron bien el año terminaron realmente mal, hasta con las joyas de su corona;  y los que comenzaron mal, lo hicieron bien, incluso con sus programas más flojos.

Caracol arrancó su año realmente mal, con producciones “diferentes y divertidas” – puñetera frase que aún no superan- que no pegaban para nada entre los televidentes como Cómplices, donde Jimmy Bernal seguía encasillado en su rol de sempiterno gringo que buscaba a su supuesta familia biológica, a la que se le agregaron tantos personajes que ni risa producían, juntos o por separado. De otra parte La sucursal del cielo pretendió mostrar la vida caleña de comienzos de la década de los setentas, pero con ostensibles errores en cuanto a elenco, locaciones y utilería. Y no nos olvidemos de ese enorme fracaso que fue ¿Quién amará a María?, novela desde la cual Katherine Porto hizo sus primeros pininos en sus dotes salinas, en una historia rocambolesca que nadie se tragó (bueno, al menos en Colombia, me dicen que en Eslovenia sí les gustó, incluso con ese final hecho a los machetazos, donde se queda sola, sin ninguno de sus cuatro hombres).

Y en ese contexto, salió el bombazo televisivo de aquel año: El cartel, telenovela basada en El Cartel de los sapos de Andrés López “Fresita”, fue la puerta grande de las traqueto-novelas en Colombia, y su fama inclusive pretendía (no necesariamente digo que lo lograba) tapar la falta de química entre Manolo Cardona, su personaje principal y la primerísima actriz Karen Martínez, o dorarnos la píldora para ver otra vez ( sí, OTRA vez) a Robinson Díaz. Como se popularizó tanto la serie, sobre todo por ese juego de establecer las equivalencias realidad/ficción de la misma, ello permitió que, casi sin anestesia, nos colaran bazofias como Oye Bonita (que inicialmente se rumoró que iría a ser la bionovela sobre Diomedes Díaz, pero en realidad, en muchos hogares, después de verla, debían comprar un quitagrasa para el televisor, y una escoba para barrer las plumas que botaba el “ínclito” Karroll Márquez); o la predecible La quiero a morir, con la cual nunca entendí que le veían a esa novela tan simplona ( de la cual copiarían los de Las Américas, con su buena dosis de manteca de por medio, para hacer Pobres Rico).  O la aun más absurda Muñoz vale por 2, donde el entonces gordo Mauricio Vélez hacía de un escolta con dos hogares y dos mujeres peleándose por él, definitivamente no entiendo como habían televidentes tan ineptos que se tragasen semejante patraña.

Pero lo peor estaba por llegar: Vecinos. Esa guisada de telebobela barata, con los mismos clichés de pobres guisos pero buena gente y echaos pa´lante, entre los que se cuentan el protagonista, su cansona señora madre, el mejor amigo, la disfuncional familia de ese mejor amigo,  la dizque novia trepadora y su inescrupulosa madre, y por el otro el ejecutivo inescrupulosos, los ricos dedo parado, hipócritas y que viven de aparentar lo que ya están en mora de dejar de ser, junto a la sufrida protagonista, una niña dulce y de buen corazón. Salvo lo económico, no sé qué pasaba por la cabeza de Flora Martínez para aceptar este papel. Lo poco destacable del tema fue el posterior escándalo de infidelidad de Robinson Díaz y Sara Corrales, pero eso ocurrió en 2009, la novela tuvo tal acogida que hasta el alargue de la misma se lo tragaron los borregos televidentes de esa basura.

En materia de otros formatos, Caracol le dio un segundo aire a su ya quinta temporada del Desafío, esta vez llamado “La lucha de las regiones“, y con ella  vimos a un equipo costeño tratando de salir a flote en medio de sus miserias (como el de tener a la patética vende-patria de Miryam Brand, que no sabía nadar, y solo complotaba en contra de su mismo equipo), a los malvados cachacos que urdían planes perversos para hacerlos sufrir , y a unos vallecaucanos que solo daban pena ajena con sus discusiones bizantinas. Y finalmente, fue un paisa el que se llevó el premio, tras haber sido arropado por el mismo equipo costeño que vería luego, año tras año, cómo el premio se les esfumaba de las manos, por mejor equipo que quisieran tener.

También se apostó por una anodina  temporada de Sabes más que un niño de primaria, cuyos horarios fueron un misterio para muchos, pero que evidenciaban los ya claros acercamientos  de José Gabriel Ortiz a las toldas del canal del molusco, tras el escaso éxito de El programa de José Gabriel en Canal Uno por aquellos días. Y no hagamos sangres con la sosa adaptación de la genial serie de origen francés Camera Café, porque es un episodio digno de olvidar.

Por su parte, RCN, que lo tenía todo para consolidar un liderazgo, prácticamente lo malbarató: Sorprendieron con un formato refrescante como El poder del 10, cuyo host fue Diego Trujillo, pero consideraron que un game show en un prime time no era lo más conveniente ( mismo error que cometieron con El Jugador) y le dieron vía libre a telebobelas como La dama de Troya, que pasó sin pena ni gloria; o Amas de casa desesperadas, que fue la primera en sufrir los rigores de una nueva modalidad patentada principalmente por el canal de las tres letras: El efecto Vostok: Mandar a la más fría nevera proyectos ya filmados en su totalidad (como ocurriría también con Juego de niños e Infieles anónimos, de aquel año).

En contraste, proyectos sin pies ni cabeza salieron a la luz para irse con más pena que gloria: Los protegidos fueron devorados completamente por el éxito de El CartelEl Lavadiario fue un fallido intento que tuvo a bien tener doña Grasienta para incorporar a su equipo a una Mabel Cartagena que venía de huir espantada de Muy Puercos Días, bazofia a la cual aterrizó Jessica Cediel como la carne fresca que hienas como la infame señora de Kling o Jeta Mario devorarían paulatinamente.

Cómo olvidarnos de ese estruendoso fracaso que fue Valentino el argentino, remedo de telenovela cómica con las sobreactuaciones de Julián Román, Lully Bossa, el debut de Segundo Cernadas en nuestra TV y el engorde innecesario de Liliana González para una serie que ni siquiera alcanzó a ver un sexto episodio al aire en TV nacional.

Ahora hablemos de las desastrosas adaptaciones que RCN hizo de comedias extranjeras: Super pá, que al principio parecía ser digna rival de la mediocre programación vespertina de Caracol (que incluía a Patito feo, Tu Voz Estéreo y Padres e hijos en una de sus temporadas más anodinas), poco a poco se quedó sin fuelle. Juan Pablo Gamboa distaba mucho del carisma de un Arturo Puig. Y quiero detenerme en esa abominación que fue la versión rcnista de la magistral serie española Aqui no hay quien viva.  Su contraparte criolla traicionó, punto por punto, la esencia de la divertida comedia coral ibérica: en primer lugar, lanzarla como de emisión lunes a viernes, cuando solo se cuenta con los 90 capítulos de su original, transmitida de manera semanal, pues o te quedas sin material en breve, o te le tiras la gracia. Y es que en el humor ibérico, muchos de los gags de la serie original era imposibles de adaptar a Colombia: Las juntas de vecinos, habituales en la serie original, aquí se veían postizas. Ni hablar de las pésimas fusiones de personajes de la serie original en su trasplante criollo: Por mas humor que Yaneth Waldman quiera tener, no le llegaba ni a los talones a Carmen Balagué y mucho menos  a Lolés León: Lo mismo podríamos decir de Juliana Galvis y Fabian Mendoza respecto de María Adánez y Daniel Guzmán; o de Valentina Lizcano y Jimmy Vasquez respecto de Malena Alterio y Fernando Tejero. Además, la polémica por escenas de besos homosexuales como las de los personajes de Fernando y Mauri, que en España ya no escandalizaban a nadie, aquí casi que mandan a la hoguera a Jorge Enrique Abello y Patrick Delmas, pareja dispareja pésimamente elegida para esos roles tan complejos. Acá se preguntan a veces ¿porque ciertas adaptaciones de comedias no funcionan en Colombia?, sencillamente porque piensan que todo el mundo va a ver cualquier porquería del extranjero mal hecha, y además, porque acá cogieron la pésima costumbre de colocar cualquier programa (sea novela, serie o comedia) de lunes a viernes, el resultado es que pierden agilidad en cuanto a lo narrativo, y los personajes de desdibujan cayendo en un sin gracia que lo que provocan son bostezo, eso fue lo que paso con Aquí no hay quien viva.

Y mientras parecía que Ricostillo Calero encontraba su razón de ser en el canal de Ardila Lulle con la mega bazofia denominada Duro contra el muro ( luego llamada Duro contra el mundo), la que se veía fuera de sitio era Andrea Serna en ese aborto televisivo denominado Se busca intérprete. Y es que tratando de marcar diferencias de lo que era Factor X, se cayó en el mismo error: Prometer una carrera musical que luego nunca prosperó. Y es que cómo olvidar ese funesto grupo de jurados integrado por la payasa y eterna wannabe de Naty Botero (pop/rock),  el decadente Galy Galiano (popular), un prepotente – y a la postre, jurado vencedor- Silvestre Dangond (vallenato),  o a Tostao (urbano), célebre por esa frase tan fuera de lugar de “Mandarte a los de la moto” y un anodino Yuri Buenaventura (salsa). El resultado fue uno de los mas estruendosos fracasos en cuanto a formatos de telerrealidad ha hecho RCN (que puede ser superado, en lo mediocre, por Mundos Opuestos, Separados o Factor XF). Si alguien sabe el actual paradero del vallenatero ganador del premio final, o al menos, de sus discos, que nos lo informe.

Pero no podré nunca olvidar, en las mismas huestes del canal de Las Américas, esa velada de elección y coronación de la Señorita Colombia 2008 – que lo sería mi favorita, la hoy actriz Michelle Rouillard-, caracterizada por esa decoración tan fea, que parecía sacada de Los Picapiedra o que yo denominé Oda a la osteoporosis. ¿De verdad hacía falta traer a Cecilia Bolocco a hacer notas del reinado junto a Laura Acuña, y luego tener en el pool de presentadores finales a Claudia Bahamón, Carolina Cruz, Andrea Serna y a Calero? ¿Quien le hizo esa maldad a Calero de mandarle ese saco dos talla menos que la de él, y que los asistentes del evento temíamos que ese botón saliera disparado y matase a alguien? Pero este momento, que yo viví en vivo y en directo, ha pasado a la historia de gazapos colombianos. Pobre delegación paisa: toda la noche hicieron bulla hasta que Verónica Velasquez (si, así se llama la autora de esa frase) dio esta respuesta que ha dado hasta para titular una obra de teatro. Aunque, al año siguiente, en Minsk  – averigüen en qué país queda- la paisa no sonó ni tronó, esas palabras la llevaron hasta a ser uno de los temas más hablados de aquel año, junto con noticias como el sexy-video Pilatunas en Pasto (Te amo, te amo) de Ana Karina Soto, la foto de la entrepierna de Laura Acuña sin cucos o la Operación Jaque donde saldría liberada In-greed Betancourt.


Pero RCN logra sacar a flote, por cuarto año consecutivo, nuestra rescatada de este año, que no es otra que El último matrimonio feliz, refrescante telenovela donde se habló de las complejas relaciones de seis parejas donde la fuerza de la costumbre, el maltrato, los celos profesionales, las diferencias de clases, el encuentro de nuevos amores o la enfermedad apartaron a sus protagónicas de sus parejas. Una espléndida historia, lacrimógena a más no poder, pero muy bien lograda las actuaciones de todas fue espléndida, así se hace un casting todos estaban en su papel todos, una historia dónde no había de verdad papeles secundarios, todos los personajes tuvieron su espacio, momento para lucirse, una gran historia con un gran casting. Magistrales fueron los papeles de Alejandra Borrero, José Luis Paniagua, Jorge Cao o Fabio Rubiano, sorprendía gratamente la polémica Valerie Domínguez….bueno, ya el resto lo conocen Uds. de sobra. Y así termina otro de nuestros años tenebrosos. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2009
2009 puede definirse como el año de Caracol y bien lo fue, pues fue un año en el que logró liderar, prácticamente, de principio a fin, en contraste con los múltiples fracasos que se vieron en las pantallas de RCN.

El repertorio de fracasos de RCN comenzaría desde muy temprano con El penúltimo beso, en el cual ni el carisma de Sebastian Martínez hizo que nos tragáramos esa historia absurda de un viaje en el tiempo para salvar a Noelia, personaje interpretado por Camila Zárate, cuya salida de CityTV debió lamentar… ella, claro está. ¿Cuando aprenderán ciertos libretistas que no estamos aún preparados para hacer productos de ciencia ficción y saltos en el tiempo porque no hay el talento para ambientar tales cosas y menos a lo criollo?, eso sí, jugo mucho con la expectativa, pues todos creíamos que iba a ser una novela que sería ambientada en la, popularmente llamada música pa´planchar, pero termino siendo una mala adaptación de viajes en el tiempo a lo colombiano. En síntesis, RCN hizo como muchos políticos, prometió mucho y al final no salió con nada.

Luego, para echarle más sal a la herida, vendría el batacazo de Las trampas del amor, telenovela que tuvo una de las campañas de promoción mas intensas, inversamente proporcional a la química de Ezequiel Stremiz con Carolina Ramírez, y que hasta se prestó para ciertos rumores de que la verdadera química la tenían detrás de cámaras el mediocre actor argentino con Rafael Novoa, el mal encarado villano de dicha novela. No olvidemos tambien en el cementerio de fracasos de RCN en 2009 a Verano en Venecia, una de las producciones con mejor fotografía, pero pésimos libretos, con las sobreactuaciones de Carla Giraldo, Silvia de Dios, Claudia Moreno (otra Mujer de Lot que, novela en la que sale, novela que fracasa) Tuto Patiño  y Abel Rodriguez.

Y como hacer novelas de hechos coyunturales resulta pésima idea en muchas ocasiones, RCN tambien tuvo lo suyo con Inversiones el ABC, en donde Jimmy Vasquez interpretaba a un remedo de David Murcia Guzman, en aquel infame episodio de las pirámides captadoras de dinero que es preferible no recordar.  Y no podemos olvidarnos de bodrios vespertinos como Amor, mentiras y video o  Cuando salga el sol, que llegaron a tener varias de las cifras mas ridículas de rating del canal de las tres letras, casi como las que padeció la tambien malograda novela El fantasma del gran hotel en el prime time  o ese mal invento llamado Pandillas, Guerra y Paz II.

Y es que ni siquiera la telerrealidad parecía subir las cifras de RCN, vapuleadas por el inexplicable éxito de guisadas como Vecinos y Oye bonita en el canal rival. Lanzaron Factor X 2009, y si bien por fin se vio salir un producto musical de calidad como lo es el grupo Siam, la recepcion del formato, gracias a la predecible presentadora que delira con tener en sus manos el sobre o a los temperamentales tres jurados, cuyas discusiones se veían desgastadas y predecibles, fue menos que tibia, casi como la que tuvo el programa de  entrevistas del polémico peruano Jaime Bayly en RCN, o la que en el 2009 tuvieron otros formatos y productos como Los comediantes de la noche, Regreso a la Guaca, Amor en custodia o Las Detectivas y El Victor.

RCN solo medio pudo salvar el año 2009 con uno de los peores y mas cancerígenos programas: El capo. Era realmente inverosimil esa historia de un capo con mas maquillaje que usuario de la escopeta de Homero Simpson, interpretado por el intolerable Marlon Moreno, sobre todo por esos capitulos iniciales con el bunker subacuático que no detectaban los radares, pero al que si le entraba una señal de celular y demás desaguisados que solo caben en la mente de Gustavo Bolívar. Mejor no hacemos mas sangres de esta bazofia, que lo que falta es aun peor.

Por los lados de La Floresta, al margen del exito de dos telenovelas ampliamente dilatadas en su emisión como las ya citadas Vecinos y Oye Bonita, tambien tuvieron sus fiascos como La pasión segun nuestros días/La decisión de Camilo, novela cuya transmisión fue todo un misterio; tanto como lo fue la segunda temporada de Frente al miedo, que supuestamente iba a tener como participantes a Jerónimo Uribe y a Ana Victoria Beltrán. Misterio tambien fue cómo el escándalo de infidelidad Díaz- Corrales  no afectó el rating de la bazofia de Vecinos, y si le dio pie a la breve carrera musical de ella, que parodio el suscrito y fue objeto de mención en Mujeres W.

No nos olvidemos de otros productos como Todas odian a Bermúdez, una de las telenovelas peor ideadas y mas macheteadas posibles, donde vimos que la pareja entre Victor Hugo Cabrera y Valentina Rendón nunca hizo química, o la bochornosa teleinmundicia de Doña Barbara, todo un insulto a la obra del venezolano Rómulo Gallegos; o las nada agradables Gabriela, giros del destino o La bella Ceci y el imprudente. Y la dosis de traqueto-novelas de Caracol la completó con Las muñecas de la mafia, para nuestra desdicha. Era realmente risible ver a Amparo Grisales vestirse de colegiala haciendole striptease a su marido en la ficción, Fernando Solórzano…de pena ajena.

Párrafos aparte merecen el final de Padres e hijos.  Muchos creíamos que esa criticadísima “serie” plagada de situaciones inverosímiles, de “actores” que dizque hicieron “escuela” en la serie de sobremesa colombiana por excelencia desde 1993 hasta el inolvidable 21 de agosto de 2009, tras 17 “temporadas” de sufrir las mediocres actuaciones, pésimos libretos, vergonzantes giros argumentales y circos varios. Pero la justicia existe, increiblemente se anuncio que PeH  no iba más.

Personalmente no asistí como televidente a la clausura del agujero negro de la TV colombiana, aquel lejano 21 de agosto de 2009, pero tengo sus escenas finales en mi canal de YouTube. Fue una ambrosía de dioses ver acabarse a PeH, allí donde solo parecía que se entraba para nunca salir de un circulo vicioso de mediocridad y ramplonería. Rumores casi de día de los inocentes han surgido sobre su retorno. Pero X6, la banda, suerte de “serie paralela/continuadora del legado” no sobrevivió. No la dejamos echar raices. Chistes crueles de toda indole surgieron en torno a este programa: el del femur, el del peaje, Daniela como el helicóptero, el de porqué fracasaba en Somalia… y se hizo parte del imaginario colectivo: era aquello que todos odiamos, la representacion de la estética de la mediocridad. Mientras el canal rival no le dio problemas, fue líder imbatible de la “franja maldita”. O al menos, eso nos hacía creer. Demostró que el rating por inercia que generan las salas de espera de hospitales, restaurantes, peluquerias y lugares donde se hace una fila con un televisor de por medio pueden envidiarlo hasta los batacazos televisivos de ambos canales. Pero nos legó una historia que, en lugar de enseñarnos qué hacer, nos demostraba algo a no seguir. No era necesario ver la serie de infinita mediocridad para saber de qué iba. Es más, no era necesario saber de qué iba. Era como en el cine porno: No es necesario esforzarse por entender la trama porque NO la hay. O mejor, nunca la hubo. En su siniestro final, irónicamente, nunca salió la palabra “Fin”.

Tampoco podemos ignorar  el despropósito que fue Desafío 2009 La lucha de las regiones, la revancha… pero no sabemos de quien, porque todo siguió igual o peor que en la temporada anterior. El infumable formato de telerrealidad nos hizo terminar viendo un programa que venció, pero no convenció, marcando el desgaste de la formulita regional, que, empero, seguiría varias temporadas más.

Ante tan sombrío panorama a cargo de los canales privados, y para cerrar, como de costumbre, nuestro recorrido, es hora de revelar que la producción rescatada del 2009 se la lleva Señal Colombia -por segunda vez en nuestro recorrido-  con la primera temporada de la serie  documental  Los puros criollos, donde se hace un simpático recorrido por nuestros “símbolos patrios”, con una dosis creativa de investigación, humor e idiosincrasia  respecto de aquellos signos identitarios de la colombianidad no-oficial, magníficamente presentado por Santiago Rivas.


Ya solo nos restan las, tal vez, estaciones mas tenebrosas del recorrido. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2010
Advertencia: Preparen sus retinas para lidiar con uno de los años más vomitivos y decadentes de la saga de Los Años Tenebrosos, un año plagado de manteca, de novelas asquerosas, realities vergonzantes y sobre todo mucha, pero mucha basura…

Debo confesar que la redacción de esta etapa de nuestra saga me costó mucho trabajo, era casi imposible sacar a relucir tantos y tan siniestros recuerdos de un año donde la tendencia de liderazgo de Caracol se revirtió, siendo RCN el que lideraría durante casi todo el mismo. Y es que Caracol acabó a principios del año casi todos los escasos programas que más o menos tenían rating en su prime time: Las muñecas de la mafia, Oye Bonita y hasta la incomprensible Gabriela, giros del destino (si, era incomprensible que esta novela tan mala tuviera rating).

Desde entonces, Caracol parecía irse condenando lentamente al fracaso con novelas  que seguían el maldito efecto espejo como El encantador, donde las dotes salinas de Diego Cadavid salieron a relucir en una telenovela que parece que no tomó como ejemplo el rotundo fracaso de Inversiones el ABC de RCN. Ni hablemos de las intermitentes transmisiones de otras novelas como  La novela basada en Sin tetas no hay paraíso o El Clon, terribles teleinmundicias que fueron y vinieron del prime time, donde sí se afianzó una desabrida Bella calamidades.

Y es que en 2010, prácticamente ninguna novela de Caracol logró posicionarse bien, tal vez porque ese año la gente le cogió afecto a las guisadas emanadas desde Las Américas. Como castillos de naipes cayeron Yo no te pido la luna, telebobela donde no se a quien se le ocurrió que Ricardo Vélez y Anasol hacían buena pareja; o la chabacana Clase Ejecutiva, donde la sobreactuación estaba a la orden del día, haciéndola hundirse en menos de dos meses. Ni hablemos del despilfarro que fue El cartel 2: la guerra total, pues, al traicionar parte de la historia inicial, y con las mismas emisiones de NaCl del señor Cadavid, esta producción borró con los pies lo que supuestamente había escrito con las manos en 2008. 2010 fue el año en que vimos la miniserie de Operación Jaque, justo cuando el país más aborrecía a Ingrid Betancourt por su demanda “simbólica”.

Irónicamente, Caracol le dio espacio a Valerie Miss Agro Ingreso Seguro Domínguez, transmitiendo en señal abierta Los caballeros las prefieren brutas y dejándole la presentación del ya decadente Festival Internacional del Humor, mientras en RCN, Un sueño llamado salsa seguía en el congelador (que solo abandonó a finales de 2014).

Daba realmente dolor ver fracasar a Caracol con producciones bien intencionadas, pero mal ejecutadas como Tierra de cantores (donde también emitió su buena dosis de cloruro de sodio nuestra Mujer de Lot por antonomasia, Katherine Porto), o Secretos de familia, que contaba con un gran reparto para las miserias de rating que se llevaba. Pero poco importaba el fracaso de bodrios como La magia de Sofía (monstruosa creación de Malcolm Aponte) o la innecesaria Hilos de amor (donde no sé qué pasaba por la cabeza – cualquiera de ellas- de los directores de casting de Caracol para seguir contratando a otra Mujer de Lot como Carolina Guerra). Lo que nunca podremos explicarnos es cómo una mega bazofia como Mujeres al límite lograba tener un rating  considerable en el prime-time de las cachifas.

Caracol también apeló a su ya manido Desafío 2010, El brazalete dorado, donde lo que más llamó la atención fueron los escándalos de las actividades laborales de uno de sus participantes en la industria porno gay, haciéndonos tragar 89 episodios de las mismas pruebas en la playa armando rompecabezas, superando el  cubo de alambre de púas, dándole más exhibición pública al pesado de Silvio Carrasquilla. Pero fracasó de nuevo al reencauchar un bodriazo como La Granja Tolima, lanzada en la peor época posible, enfrentada a un rival ya consolidado y con unos presentadores y participantes con menos carisma que guardián de patio de La Modelo. Y ya para rellenar espacio, lanzaron Un minuto para ganar, programa desde el cual Silvestre Dangond nos demostró que puede ser el  programa perfecto para embutir en la soporífera televisión de final de año. En ese 2010, Caracol puede darle enormes gracias a la FIFA, porque sus transmisiones de la Copa Mundial de Futbol 2010 de Sudáfrica fueron de los pocos programas que gozaron de buen rating en ese año, básicamente porque la competencia apestaba.

Por los lados del canal de las tres letras, gozaron de las mieles del rating de la mano de los peores esperpentos televisivos como Amor sincero, novela de ciencia ficción sobre la vida de Marbelle, con libretos redactados por cualquier oligofrénico; La Pola, versión corregida y empeorada de la vida de Policarpa Salavarrieta, con evidentes errores históricos, que así digan que son basados en hechos reales,  no se apegan totalmente a los mismos y no justifica que insulten la inteligencia del televidente y hasta errores de producción como una persona con audífonos en una escena. En honor a la verdad, La Pola no era una mantecada como mucho del prime time de RCN en 2010, pero a mí me parece sobrevalorada, en especial con su progresivo desplazamiento de horario; o la corroncho-novela Chepe Fortuna, donde Taliana Vargas y Javier Jattin como actores son excelentes modelos, sin hablar de excelsas actuaciones como las del polifacético Pedro Palacio o la ínclita y glamurosa Omeris Arrieta.

No podemos olvidarnos de la novela de soft-porn criollo A corazón abierto, adaptación chibchombiana de Grey’s Anatomy, con las actuaciones de los primerísimos actores Rafael Novoa y Verónica Orozco, junto a una pléyade de médicos calenturientos y enfermeras casquiflojas. No podemos pasar por alto ese baldado de MANTECA maloliente y nauseabunda de El Man es Germán, spin off de la siempre asquerosa y repugnante Las Detectivas y El Victor. Tampoco A mano limpia, versión manteca de seriados escolares ya más que trillados en el canal de las tres letras, y ni qué decir de Rosario Tijeras, destino final del siempre execrable Luis Eduardo Motoa.

Pero el peor baldado de aguacaca estaba por llegar: RCN reencauchó Protagonistas de Novela, y esta vez lo llamó Protagonistas de Nuestra Tele, donde , de nuevo, 14 prospectos de actores de Uniautónoma TV, hicieron las delicias de grandes y chicos, con la mirada de tres jurados que se notaba a leguas que estaban solo por el dinero. ¿Cómo olvidar el aroma a prepago barata que despedía este programa? ¿Acaso nadie se acuerda de ese manantial de talento que brotaba de personajes como Miss Cocadas, Camandulita, Pretty Grilla/Fuferine, Doña Microondas, Fritangarcela o Sandrita la trepadorcita? Y claro, como Colombia elige por pura lástima, ni Geraldine Zivic pudo evitar que ganasen, precisamente, los participantes con menos talento (y eso es mucho decir) del programa, de los cuales aún esperamos ver cuando protagonizarán, así sea un comercial de productos para la hemorroides.

Sin pena ni gloria pasaron formatos como Cita a ciegas (de la mano de Carolina “and the music” Cruz) o Manos a la obra, en contraste con el inusitado éxito que tenían bazofias como Los Comediantes de la Noche o Duro contra el muro

En otras noticias, en 2010 regresó a las pantallas decembrinas la Teletón, que no se realizaba desde 1995, básicamente para demostrarnos que Jota Mario es un hipócrita que, junto con su secuaz Laura Acuña – que por cierto se casó ese año y salió publicada su boda hasta en las revistas de veterinaria-  despotrican del canal del molusco los otros 363 días del año, pero salen muy orondos por dos días de la mano con ellos.  Claro, no contaban con aquel conmovedor aporte de Paisas Club, que nos demuestra que las ilustres y reputadas progenitoras de los personajes en comento también son solidarias:
2010 fue también el año en que nuestra intelectual Natalia Peralta abandonó Sweet, por lo que ese año se convirtió en la mejor pasarela de reemplazos temporales de la misma, destacándose Kimberly Reyes entre ellas.


Pero no todo es asqueroso en el 2010. Destaquemos positivamente el comienzo de la Zona Retro en Señal Colombia, con aquellas comedias que nos hicieron reír entre los ochentas y noventas, y, siguiendo con la línea del humor, de ahí viene nuestro rescatado del 2010, Noticiero NP& con los reencauchados, que, si bien comenzó a emitirse en las postrimerías del 2009, fue su acertado humor político lo que nos ayudó a sobrellevar el pulso de un turbulento año electoral que marcó el esperado fin de los malditos Consejos Comunitarios tras la caída del referendo de la Reelección, los paquidérmicos Debates de los candidatos presidenciales, el ascenso y desplome de la Ola Verde y la llegada de Juan Manuel Santos al poder. Incluso, puede decirse que fue un programa que logró enmendar su propio camino, tras el fugaz paso de Larry Quin…tero, personaje derivado de El Corresponsal de Davivienda, en la conducción del programa. Es que Severo Copete no hay sino uno… Con todo, vista en perspectiva, fue muy triste ver como en cuestión de poco tiempo se le notó el desgaste, a punta de humor fácil, estrictamente dependiente de los hechos de la semana (cuando podían, cuando no, a rellenar con canciones y los duelos de trovadores), o rellenando con muñecos de personajes que ya no sonaban (como el Tino saliendo con nenas en vestido de baño); o abusando de sus estereotipos (Hubo una época en que sólo ponían a Mockus porque lo ponían a decir retahílas en su estilo, hasta quemar el chiste); y qué decir de los invitados de carne y hueso de Caracol a "presidir el noticiero", o a invitar a periodistas conocidos y artistas quemados. Y así culmina este recorrido por esta dolorosa etapa de nuestro recorrido. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan...


2011
2011 inició con la lucha que seguía teniendo Caracol, aun con sus programas de mala calidad del prime time, en lograr recuperar el rating perdido. Los remanentes de programas de baja calidad como La Granja Tolima 2, Un minuto ganar, fueron pronto acompañadas en su desventura por La teacher de inglés, sobreactuada historia “diferente y divertida” protagonizada por Carolina Gómez como una suerte de demoiselle en détresse que llega a cambiarle la vida al papel de Víctor Mallarino haciendo una suerte de Mirando Zapata 10 años después; solo que este no hacía zapatos sino cucos. La teacher contó con las patéticas actuaciones de villanos inverosímiles como El Gato Baptista, Lully Bossa e Isabel Cristina Estrada, mas el debut actoral de mi bienhallada Michelle Rouillard, poco o nada pudieron hacer contra producciones ya consolidadas del canal de las tres letras como La Pola o Chepe Fortuna, que vieron su final en el año 2011.

Caracol lo siguió intentando con propuestas como Confidencial (en su primera y segunda temporadas), Amar y temer o Infiltrados, así como tampoco faltó a la cita la octava versión del Desafío, con, tal vez, los 92 episodios más aburridos y soporíferos de la historia del formato, con un equipo sobreviviente que vivió casi anclado en Playa Media, unos retadores que dieron sopa y seco y unos paisas donde sobresalía la insufrible Tatiana y el hoy escritor Daniel Tirado- no tan conocido como su tocayo del año anterior– o la grasienta producción de Telemundo por ahí (La reina del sur), e igualmente le dio vía libre a formatos como Millones por montones (que marcó el regreso de María José Barraza a nuestras pantallas) o Los caballeros las prefieren brutas 2, pero aún seguía sin conquistar el rating que si se llevaban por los lados de Las Américas, aun con propuestas de nula calidad como la fementida A corazón abierto 2, o la novela de ciencia ficción El Joe “La Leyenda” – mejor denominable como “Jackeline Ramón, la santa paloma”- , en el año de la muerte del artista costeño – que dio lugar a la ya conocida frase “and the music” – o hasta la mas que refrigerada segunda temporada de la versión chibcha de Amas de casa desesperadas y hasta otra “temporada” de la bazofia aquella de El man es Germán.

Pero llegó la fecha crucial de Caracol: el 22 de agosto de 2011 se lanzó la única carta fuerte que pudo conquistar la audiencia y aniquilar a la competencia: Yo me llamo. El concurso de imitadores donde una polémica Amparo Grisales se erizaba, humillaba o morboseaba concursantes y discutía con sus colegas Jairo Martínez y a veces con la misma Luz Amparo Álvarez, conducido por un Ernesto Calzadilla, cuya heterosexualidad pusimos en duda en más de una oportunidad durante el programa. Y es que caló más rápido, gracias al carisma de más de un participante de aquella temporada- o a su nivel de polémica, como ocurría con el imitador de Helenita Vargas-, la competencia de imitadores, aun con alargue incluido, que todos los intentos hechos por RCN para competirle: movieron de horario a Germán, y fracasó su maldita segunda temporada. El Joe raspó algunos puntos de rating, y nada pudo hacer luego. Correo de inocentes, la única producción decente del canal de las tres letras el año pasado, tuvo que resignarse a ser exiliada a lo más profundo del late, pues salieron a la luz Tres milagros y le dieron una tercera oportunidad al descafeinado Factor Xs, siendo el único reality de este canal.

Gracias al éxito de Yo me llamo, Caracol pudo consolidar una franja prime time con el también lanzamiento de El secretario, una novela en la cual nunca creí, y que, curiosamente, me dio una de mis reseñas a su vez mas referenciadas. De hecho, por mi, que desaparezca todo el género de novelas "cómicas". No son cómicas. La sobreactuación es un recurso que se puede utilizar en máximo un (1) personaje por producción. En El secretario, la sobreactuación era la norma. A eso añádanle la estupidez y predecibilidad del argumento y tenemos la tormenta perfecta de basura televisiva que ha sido el sello de Caracol por años. Es hora de que levantemos, así sea un poquito, el estándar... juemadre, hasta cuando nos vamos a seguir conformando con novelas "graciosas"? No más... no más... ¡FO!
Luego, en el canal del molusco lanzaron el refrito nacional de Primera Dama, donde Caracol volvió a olvidar la lección de que las telenovelas chilenas no gustan ni impactan en Colombia, menos con una pareja protagónica con tan escaso carisma y química como Carina Cruz y Christian Meier y finalmente Los Canarios, comedia que se lanzó en las postrimerías del año ahí, como para quemarse cual muñeco de año viejo, y que importó poco.

RCN hizo lo propio con la adaptación de la telenovela argentina Malparida, aquí mojigatamente llamada La traicionera, que nos demostró que se puede dar muerte a una producción con solo una pésima elección del elenco principal.

Los canales privados, quienes mantuvieron su férrea oposición a que este año fuera el año del tercer canal (historia que, cada vez, pierde más fuelle), en materia de presentadores y formatos, en Caracol por fin lanzaron la competencia directa de El lavadero (La red) – alternativa al ya desgastado Sweet– y se fueron del canal del molusco Inés María Zabaraín y Silvia Corzo rumbo al Canal Uno, y ellos dieron entrada a Juan Diego Alvira (proveniente de CityTV) y a Karen Acero. Cambiaron el set de noticias, y Laserna dejó de ser el presidente del canal. Por RCN, destacamos la salida de Claudia Gurisatti por boda y maternidad, los “intercambios” entre Jessica Cediel y Milena López que pasaron de Muy buenos días a Estilo RCN y viceversa, a doña Graciela se le marcha Mabel Cartagena (reemplazada durante su embarazo por Kimberly Reyes). De Cediel, cómo olvidar ese polémico documental sobre los biopolímeros de su cola, que, junto con el de la relación reinas-narcos, fueron lo más destacable del ya amarillento Especiales Pirry.

Y mientras Caracol rescató del baúl de los recuerdos un formato como El precio es correcto, eliminando así buena parte de las toneladas de sal del horario que antes ocupaba Padres e hijos, RCN mandó a la sobremesa la también refrigerada Doña Bella, lanzó casi anónimamente 1 vs. 100, conducido por el señor de los caldos de costilla, lanzó (como si le faltara más autopromoción) Nuestra semana nuestra tele, transmitió toneladas industriales de manteca con The Suso’s show o el frustrado Humor a la carpa. No podemos olvidarnos del efímero paso de formatos de humor de improvisación como Se le tiene (RCN) o Los impredecibles (Caracol), una muestra más del maldito y repugnante efecto espejo entre los canales.

No podemos dejar de referenciar eventos televisivos como la boda real del príncipe heredero a la corona inglesa, el estruendoso fracaso de la Teletón de aquel año o las bochornosas transmisiones de eventos deportivos como la Copa América y el Mundial Sub-20 de Futbol. Y los referencio deliberadamente así, porque, precisamente, la abrupta emisión de eventos deportivos por poco nos priva de disfrutar de mi rescatada del año 2011. Esta vez el honor se lo doy a la maltratada, incomprendida, pero no por ello menos bella adaptación televisiva de La Bruja, protagonizada por Flora Martínez. ¡Qué calidad! ¡Qué escenografía! ¡Qué actuaciones! Era una obra de arte que pocos vieron, lamentablemente. Pero como todo lo bueno en este país ese final fue muy descafeinado, pero no mata totalmente la labor hecha en el resto de la serie. Una obra de arte que no supo ser valorada ni por el canal, ni por los televidentes, que prefirieron taponar sus arterias con el colesterol del canal de las tres letras antes que darle la oportunidad a la historia escrita por Germán Castro Caycedo. Es ella la producción rescatada de esta saga por el 2011.


En fin, cada uno de los canales tuvo lo suyo: uno logró liderar casi todo el año, el otro logró un triunfo solitario que le levantó la moral. Lástima que ninguno se esforzó por darle verdadera calidad al televidente. En fin, poco se reseña porque ya a estas alturas la televisión colombiana se ha vuelto repetitiva y aburrida que a la larga uno termina hablando siempre de lo mismo, además porque ambos canales ofrecen eso. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan….


2012
2012 pudo no haber sido el fin del mundo que algunos cacareaban, pero si el fin de la buena televisión en Colombia. El fin de las propuestas televisivas con calidad, el fin de las telenovelas como formato que podamos respetar o pretender sacar pecho como productos de “exportación”. Así como con el Mundial de futbol de 1994, 2012 demostró que el espejismo de la calidad del producto televisivo colombiano dista mucho de la realidad.

Y es que el bombardeo de basura arranca desde bien temprano: Por el lado de RCN, el por mucho tiempo formato decadente de Muy buenos días – porquería televisiva que alcanzó 10 malditos años al aire– solo ha figurado por los motivos equivocados: el incidente de Jota Mario con el infame comentario de la “cola de plástico” – en clarísima alusión a Jessica Cediel– y la caída de Milena López con la siniestra Laura Acuña descojonadita de risa ante la escena.  Por los lados del soporífero Día a día, estos pierden el escaso atractivo que tenían, al dejar ir a Agmeth Escaf, quien posteriormente iría a parar de regreso a las toldas de CityTV y luego promovería una campaña en pro del trabajo digno que desnudaría mucho de lo que aqueja al canal del molusco: las roscas y desigualdades entre los presentadores. En el formato matutino lo intentan suplir con Mauricio Vélez y hasta con Carlos Vargas, pero el formato es para aburrir hasta a las piedras. De otra parte, RCN saca en escena sus habituales dramatizados de tres pesos como Historias clasificadas, que en nada envidia a formatos teleinmundos como Caso cerrado, abominable programa que desde la Floresta dejaban para ambientar la franja matutina preferida por sirvientas, amas de casa menopáusicas, desempleados y gente inmunda.

Y si por las mañanas llueve, por las tardes, no escampa: Aunque Estilo RCN parecía muerto y acabado, ahí sigue, agazapado en una franja vespertina bastante plagada de programas mantecos, sirviendo de after party de las ya repetitivas noticias de farándula de RCN. En las tardes, Caracol estrenó Do re millones, refrito de Compre la orquesta, para acompañar al ya manteco y monótono El precio es correcto, mientras que RCN lo intentó también con La rueda de la fortuna con Gonzalo Vivanco y  con Dr. SOS, y el escaso carisma de ambos programas planteados hizo naufragar ambos formatos. Entonces sacó su arma más guisa posible: Laura….no, no es la señora de Kling, es la Bozzo, la peruana que ha boleteado la televisión latinoamericana por los siglos de los siglos. Y para seguir con la descarga de manteca, relanzó una de las novelas más grasientas que haya parido Televisa: María la del barrio. Se atrevió a sacar del congelador a Infieles anónimos, para fracasar horrendamente -es que esta ya estaba tan vencida, que hasta una de sus actrices fue brutalmente asesinada años atrás- y optó por darle cabida a los bochornosos culebrones coreanos, que compiten con formatos tan vergonzantes como Mujeres al límite, Tu Voz Estereo o repeticiones de bazofias como Vecinos o Nadie es eterno en el mundo.

Por los lados de los noticieros, en Caracol llegó un personaje que ni me mastico y mucho menos me trago: Luis Carlos Vélez. El hijo del impotable Carlos Antonio Vélez llegó a “revolucionar” Noticias Caracol y vaya que lo logró: las hizo más ridículas y hasta un poco más gays de lo que ya eran. Fue épico verlo en el puerto de Cartagena (en el cacareado día del inicio del TLC con Estados Unidos) a tan pantallero personaje, como si fuera comercial de Davivienda, el mismo día del atentado a Fernando Londoño. Por el lado de RCN creyeron que cambiando el set de noticias (copiándose de los cambios del canal rival) iba a irse el aroma a manteca barata y rancia de siempre pero no. Al menos pudimos tener el receso por maternidad de la tristemente célebre Vicky Dávila, reemplazada por Eva Rey. Y sigue el efecto espejo con formatos de pseudo opinión originados con base en los noticieros de cada canal como Dos puntos (por Rcn) ó 7/24 (por Caracol).
  
Y llega el plato fuerte de estas críticas: el prime time. Caracol demostró ser Yomellamodependiente: Tras el final de la primera temporada del concurso de imitadores, Caracol no veía una para sostener un liderato en la franja nocturna: lanzaron El laberinto, segunda parte de La mujer del presidente, y las malas cifras del rating la relegaron primero al horario de media noche y luego a refundirse solo en formato web.  Y es que La mujer del presidente había sido una historia redonda, muy bien contada. Se traicionó la historia original al "resucitar" a Francisco de Paula Acero. Y el canal no supo darle el respeto que se merecía la serie
Ni siquiera la débil resistencia que hacían Los canarios, Primera dama y sobre todo El secretario servía para hacer frente a la tanda mantequera de RCN al mando con Tres milagros, La mariposa (sí, OTRA traquetonovela) donde nos demostró RCN que María Adelaida Puerta está más que encasillada en el género, y que se puede tener menos química en escena que la que ella tuvo con Michel Brown),La traicionera o El man es Germán en su presunta “tercera” temporada (concepto que los canales NUNCA han sabido manejar apropiadamente: un programa de 2 años continuos al aire, lo cortan un par de semanas y ya vuelve como una fementida “segunda temporada”).

RCN quiso subir la apuesta lanzando Colombia tiene talento (contradicciones lógicas y el título de este programa), a cargo de un Santiago Rodríguez con menos carisma que un sepulturero, una Paola Turbay que se notaba a leguas que estaba en el lugar equivocado,  un Manolo Cardona que le decía que si a todo, así le pidieran culo y una infumable Alejandra Azcárate, vestida por la segunda peor enemiga – yo la habría vestido aun peor-. Peor la lentitud y mantequero del formato hizo que, en poco tiempo, en el pulso con Yo me llamo 2, el triunfo finalmente quedara a manos del formato desde La Floresta. Así la mayoría de los participantes de Yo me llamo 2 tuvieran cero carisma o talento o ya los trucos de Calzadilla estuvieran más que gastados, o nos exasperara ver a Linda Palma leyendo trinos o las peleas entre Amparo Grisales y Jairo Martínez estuvieran más que libreteada – si, hasta la del “Loca tu”, aquella donde se puso en tela de juicio la ciudad natal de la diva colombiana-, el liderato del rating pasó el testigo en Caracol con Donde Carajos está Umaña–  insufrible sainete de mal gusto con el cliché del cliché de las novelas ambientadas, supuestamente, en la Costa pero que también filman en Honda-, el ya repetitivo Desafío 2012 – otro que se embarcó en la patraña de “el fin del mundo”, polémicas de trampa y favorecimiento regional aparte-, hasta la sobrevaloradísima Escobar, el patrón del mal.

Aquí si quiero hacer la pausa, pues, debo decir que, aunque en materia estética tengo muchos reparos en vestuario, utilería, rigor histórico y selección de parte del elenco, mi mayor crítica a Escobar, que me impide siquiera considerarlo como candidato a rescatado, al margen de las altas cifras de rating, es lo que intrínsecamente representa como producto: otra apología mas a la figura del narcotraficante como personaje comercialmente redituable, cuyo efecto útil al mediano plazo es promover la recreación, vía telenovela o serie de mas delincuentes de la misma estirpe, tal como ocurre en el caso de El capo 2, producto que lanzó RCN para hacerle tardía competencia.

Retomando de nuevo el hilo argumental, ahora vamos con algunas de las horrendas propuestas del prime time, esta vez por el lado de RCN: la versión grasienta de La quiero a morir se representó en 2012 con Pobres Rico, donde Paola Rey y Juan Pablo Raba tienen menos química como protagónicos de la ya trilladísima historia de ricos dedo parado caídos en desgracia vs. Pobres-pero-honrados-“echaos pa´lante” que creen que con el amor de familia todo se soluciona. Gracias a esto me atreví a vaticinar que la telenovela había muerto entre nosotros, en una de mis columnas más comentadas.

Y los de Las Américas se dispusieron a activar a la joya de su corona: Protagonistas de Nuestra tele: el formato de telerrealidad que al principio marcaba cifras ridículas, subió como espuma a costa de participantes que confesaban haber vendido su virginidad, bulos como que una participante fuera transexual, el estado de embarazo de otra de ellas, reingresos a diestra y siniestra, las peleas, mechoneadas, expulsiones, lágrimas, complots, prepagueo venteado, prospectos de travesti de pueblo, estúpidas tuertas,  participantes rajados en geografía, presentadoras que deliran teniendo en sus manos el sobre, mujeres que se creían que Colombia las apoyaba y un larguísimo etcétera que demostraba como se podía explotar este sancocho de telepornomiseria hasta los límites de lo admisible…

Pero existe una regla del karma en la vida y RCN lo supo pagar caro: mientras Caracol lanzaba el edulcorado formato de La Voz Colombia, ese formato donde “nadie” desafinaba, “nadie” peleaba con nadie, donde “no había envidias ni humillaciones” pero sí había una rosca del carajo, RCN vio naufragar su barca con Mundos Opuestos, ese reality, donde anuncié como primicia que iba a estar Laura Acuña, y en el cual el escaso brillo de los tales “famosos” elegidos (sobre los cuales se especularon listas y listas) y nulo carisma de los no-famosos, mostraría que el prefabricado paquete chileno no funcionaría. Y es largo el rosario de errores de este formato: la poco verosímil convivencia, lo predecible e infantil de las competencias, la pésima elección de presentadores (si, incluida la desertora Sara Corrales), lo monótona que se volvía la baraja de conflictos, hicieron que pronto RCN empezara a recortarle la emisión y luego trasladarla al late, en competencia con deliciosos formatos que no tenían ni pies ni cabeza en el canal del molusco como Relaciones peligrosas.

Y es que RCN aplicó con sus estrenos (todos ellos ambientados con sus grasientas tarimas Vamos por ti Colombia como estrategia de lanzamiento) la política del conductor de buseta de la Costa: Córranse que atrás hay puerta de salida. Solo a una “brillante” cabeza se le ocurre embutir en 4 horas de emisión 6 programas: En su orden: La segunda “temporada” de A mano limpia, Casa de Reinas (spin-off de Chepe Fortuna), El Capo 2, Corazones blindados (lo que evidenció la pésima – o inexistente- policía de programación de RCN es ver a Oscar Borda en dos programas consecutivos y distintos haciendo casi el mismo papel), Pobres Rico y luego si el malogrado reality de párrafo anterior.

Mientras  La traicionera se acabó sin pena ni gloria, en Caracol pasó casi en las mismas la serruchada y descongelada Amor de Carnaval, que fue más llamativa por los conflictos entre dos de sus actrices de reparto que por la historia en sí misma, que fue más que prescindible, tanto como lo es, así el rating diga otra cosa, al enésima bio-corroncho-novela denominada Rafael Orozco, el ídolo, producción que nos demuestra que, según Caracol, el ultimado cantante vallenato debió tener bigotes desde que salió del vientre materno, que ser intensos con la labor de promoción sirve para que alguien se crea la artificial empatía entre una aburridísima Taliana Vargas con el Duro Isaza, digo, Alejandro Palacio. Y como en diciembre la gente consume menos TV, embutámosle, dirán en La Floresta, a la gente programitas que ya ni gracia tienen como el Festival internacional del humor o Un minuto para ganar.

Renglones aparte merece una malograda producción de RCN: Donde está Elisa. Las críticas fueron mixtas respecto a este otro refrito de una producción chilena. Pero su mala suerte estuvo signada desde el comienzo: thriller policíaco necesita ser visto atentamente desde sus comienzo para poderse entender en su dimensión. Caracol supo esto, y la estrategia para acabar con el debut de esta producción: alargar miserablemente Yo me llamo a casi tres horas de duración (casi como un Festival de Eurovisión, pero con votaciones incluidas y menos talento, claro está). Además, otra garrafal falla fue la elección del elenco: personajes como Jorge Enrique Abello ya generan repulsa en cierto sector televidente, y encima, la pésima e inveterada manía de RCN de moverla por todos los horarios posibles, hasta ese abrupto final un domingo, lejos de su habitual emisión. En esta era globalizada, el riesgo de copiarse de formatos exitosos en algunos países es que ya la gente sepa el final del mismo (si, aquí Elisa también murió, pero modificaron la forma de su muerte, haciendo más insufrible la situación después de su muerte), y más si se tiene en cuenta que hasta Telemundo ya le sacó versión propia.

En materia de eventos internacionales, destacar el bochornoso cubrimiento de los canales a eventos como la Cumbre de las Américas (donde me daba tanta pena ajena la estupidez de Luis Carlos Vélez queriendo acaparar la pantalla, aun entrevistando a Barack Obama, escándalos del Servicio Secreto con Dania Londoño o la pifiada de Ublime aparte; o las “genialidades” de los locutores deportivos con eventos como los Olímpicos de Londres 2012 -por Caracol, que mandó, sin saberse ni porqué o para qué a Linda Palma- o la Eurocopa (que demostró que en RCN no hay quien pronuncie bien los apellidos de los futbolistas).

En los fines de semana, la pelea se situó entre los ya existentes tres formatos de los programas de chismes: La red ofreció una recompensa por el infame video de Laura Acuña y su presunta “pega” en una reconocida peluquería, y luego Sweet y El Lavadero se transaron a querer desmentir chismes del programa de Jessurum y sus aliados, favores que se siguieron devolviendo constantemente; o los amarillistas reportajes de Especiales Pirry o Séptimo día – ¿o deberé llamarlos “CSI: Caso Colmenares”?-. Y aunque Sábados felices cumplió 40 años al aire, con todo y su humor caducado, poco puede hacer la mal denominada Franja del humor de RCN con programas  de tan malo gusto como The Suso´s show, Fuera de chiste o Los comediantes de la noche.

Y bien, en 2012, así como la ANTV fue el reemplazo de la extinta CNTV, se fueron al refrigerador en pleno efecto Vostok propuestas como La promesa, Retrato de mujer, Bazurto o Las santísimas – estos últimos por una desacertada columna de la impertinente señora Azcárate-.

Aquí quiero destacar, como mención especial, la labor hecha por CityTV de querer ser una alternativa -aun bajo la televisión cerrada- y atreverse con un formato como Gran Hermano. Creo que el canal capitalino, más acostumbrado a programas comoNaruto, Arriba Bogotá, sus múltiples programas de información o Bravissimo, no alcanzó a imaginarse todo lo que significaba tener en sus filas al papá de los realities. Sin embargo, parece que le faltó más inversión a los de este canal para sacar adelante un formato como este. Se notó, de hecho, hasta algo de juego sucio de la Casa Editorial El Tiempo adelantando resultados y desconfiando, cifras de rating mediante, del formato producido por RTI, que tuvo que remar casi solo con este formato, para darle un final al menos decente. Aunque tuve la oportunidad de estar tanto en la productora como en el canal, creo que el formato que tardó 9 años en volver a nuestras pantallas mereció una mejor suerte.


Y si, hay que rescatar un formato, y el cupo de los rescatados se los lleva la segunda temporada de Los puros criollos, nuevamente emitida por Señal Colombia. Un formato que demuestra que la televisión cultural no tiene que ser aburrida, elitista o academicista. Porque, en medio de los más tenebrosos años, aquellos donde nuestra televisión colombiana perdió el norte, siempre hay una luz al final del túnel, una flor en medio del fango. Pero otra televisión es posible. Ya se nota a leguas que el único propósito de los canales privados es que sus programas tengan rating que, para ellos, es lo mismo que éxito. Es triste en verdad ver como se daño la televisión colombiana en estos últimos 15 años, a punta de ramplonería y morbosidad. . Me sorprendo a mi mismo por haber llegado hasta este punto. Quisiera mirar al futuro con más ilusión por nuestra “caja tonta”, pero, la verdad, no cesa nuestra horrible noche… ah, ¡qué lejanos se ven nuestros años maravillosos! Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan…

2013
2013 puede decirse que fue año de bajos ratings y aun más escasa calidad de los productos televisivos que tanto Caracol como RCN nos mostraron. Y aquí estoy, viviendo otra entrega de esta tenebrosa saga.

Comenzó el año y desde el canal del molusco celebraban el inmerecido éxito de Rafael Orozco, el ídolo, la misma cachifo-bionovela donde su protagonista debió tener bigotes desde el vientre materno. Y así, como un tsunami de manteca, nos llegaron  los dos primeros concursos del año: Colombia´s Next Top Model que nos demostró que mientras la versión de Tyra Banks premia a la ganadora con una portada en Marie Claire; los criollos solo podemos elegir a cuatro Chicas Águila. Glamour de vereda ante todo. Al formato de telerrealidad lo fusilaron con ediciones diarias y no semanales como su original estadounidense, concursantes que daban física pereza y el comienzo de la Operación Activia, para despejar los intestinos televisivos del canal del molusco de la mierda que les representaba este reality de pacotilla, el macheteado final de Donde carajos está Umaña y la anodina Relaciones peligrosas, para así darle cabida en su prime time a La Pista, remedo de concurso de bailes con pseudofamosillos en decadencia que solo lo hicieron para poder tragar y unos jurados que daban física pereza verlos, entre ellos, El Puma.

A su turno, en RCN imitaron lo propio, eliminado en un lapso no mayor a una semana bazofias asquerosas como El Capo II, Pobres Rico y Casa de Reinas y  lograr medio consolidar un prime time que llegó a tener bodrios infumables como la excremental Amo de casa o la bio-paraco-novela de Tres caínes. Simultáneamente, en La Floresta lanzaron La Promesa, que tuvo un paso sin pena ni gloria por nuestras pantallas. Como estaría Caracol que prefirió repetir La Reina del sur y hasta lanzar la fracasada Diosa coronada antes que la pronto ignorada La Hipocondríaca. De hecho, esta historia ¨diferente y divertida¨ de vaina sonó por mi affaire con Tolima Estéreo.
   
Hasta ahí, el tête-à-tête se daba  entre los de la Floresta y Las Américas día tras día. Pero  los segundos lanzaron el peor error de programación posible del 2013: Colombia tiene talento 2, enfrentada a un Desafío África que, visualmente, fue mucho más atractivo, así las pruebas fueran la repetición de la repetidera, que solo se sostuvo gracias a estrategias más propias de la competencia como mechoneadas, borracheras, peleas de verduleras, gente de sexualidad ambigua (¿Cierto, estúpida Crespa?). Caracol se consolidó y lanzaron La Selecc10n, GUISADA oportunista del buen momento de la actual selección de futbol rumbo al Mundial, y su plaga de sobre y sub actuaciones que enamoró a la teleaudiencia con algo tan insustancial y de pésima calidad como este sainete de pelucas

En las tardes, Chica Vampiro  evidenció el estruendoso fracaso de RCN por lograr conquistar la franja vespertina, aun cuando la competencia sean porquerías como los episodios de Mujeres al límite o las “verosímiles” historias de Tu Voz Estereo. Para empeorar, retransmitieron Marimar (si, la del alarido ultrasónico de Thalía) y lo intentaron con casi todos los formatos: Concursos (La Ruleta de la Fortuna, Atrévete a cantar), Talk shows (Laura, Doctor S.O.S, Al Derecho) y hasta los nunca bien ponderables doramas coreanos. Es triste pensar que en nuestra televisión de las tardes, los niños y jóvenes solo pueden optar entre ver pura chusma abrazando como locos posesos a Iván Lalinde o la basura de turno de una oligofrénica programación del canal de las tres letras, y no programas educativos para estos.

RCN siguió descongelando sus producciones engavetadas por años de Efecto Vostok y lanzó  Retrato de una mujer, el innecesario refrito de La Madre, que pasó inadvertido para el target de sirvientas, desempleados y gente inmunda que suele ver TV en las tardes. Pero hasta ahí llegó, porque Las Santísimas y Un sueño llamado Salsa no han contado con esa suerte.

Le tocó asumir en ese horario el fracaso de esa guisada nauseabunda llamada El día de la suerte, que no tuvo nada de suerte en el prime time, y a la cual desplazó otro gran bodrio de baja audiencia: Los Graduados, relegada hoy al late.  Y es que ni Protagonistas de Nuestra Tele 2013, con sus 22 participantes, revoluciones, reingresos, expulsiones por lanzar cuchillos y demás  trucos pudo hacer frente a las propuestas caracoleras, que tuvieron como plato fuerte las altas dosis de TELEPORNOMISERIA y escaso talento de la segunda temporada de La Voz Colombia, Mentiras Perfectas (el remake tercermundista de Nip/Tuck, pero con abundante mojigatería), Cinco Viudas sueltas y hasta la repetición en “versión internacional” de Escobar, el patrón del mal. Mientras tanto, RCN ha tenido que arañar las migajas del rating de la mano del limitado éxito con producciones como La prepago (teniendo a Katherine Porto en el elenco, sería un milagro que a la bionovela de Laura Acuña le fuera bien), Comando élite, Alias El Mexicano y Mamá también, pero parece que el divorcio con los gustos de los televidentes se sigue alargando con los días.

Las cifras de rating fueron a la baja. Ya ningún producto marca, ni por error, los lejanos 20 puntos o más de años anteriores. Y es que, tal vez, en algún punto de esta tenebrosa historia, el televidente colombiano se hartó de realities que solo apelan a la lástima y no al talento, de refritos de novelas que perfectamente puede ver en YouTube o en canales de cable, de canales públicos donde el egoísmo desmedido de algunos programadores, orquestados por concepticos por ahí de que el escenario televisivo  es incierto, solo ofrecen televentas o musicales pueblerinos.  Por más que los fanboys de los canales lo traten de ocultar o saquen pecho de lideratos ridículos, estamos acudiendo a la muerte de la TV colombiana, la misma que creó un referente de calidad, hoy sucumbe al facilismo de hacer bionovelas indiscriminadamente, de liderar como sea. Sin embargo, la TV por cable dejó de ser un lujo, de ahí que la gente migre a otros canales y deje de lado la TV nacional.

Por eso destaco la labor de canales públicos como Señal Colombia, ganador de cinco Premios de la Red de Televisiones Culturales de América Latina, TAL, entregados este 25 de julio en Montevideo, Uruguay, dedicados reconocer la excelencia y la calidad en la producción de contenidos que realizan las televisiones públicas y culturales de la región, y entre ellos a nuevos formatos como En Órbita, donde está presente mi muy apreciado Santiago Rivas, quien participó de Los Puros criollos, rescatados de esta saga en 2009 y 2012.

Y quien se une por mérito propio a este grupo de producciones rescatadas en los episodios anteriores, para este año, y aunque no sea una sorpresa para ninguno, es Allá te espero. Logró liderar por pocos días las mediciones de rating, pero la cuidada historia coral de amores y trata de personas sobrevivió a la no siempre excelente actuación de algunos miembros de su elenco. Tal vez su pareja principal no tuvo tanta química como se esperaba, tal vez no tuvo una franja que la lograra acompañar en debida forma, tal vez la lentitud de su historia de amor aburría a algunos y confundía a otros, pero esta fue de las pocas telenovelas con las que me pude encarretar de principio a fin. Desde su música, bien medida y sin mayores estridencias, hasta escenas donde actores de la talla de Carlos El Gordo Benjumea lograron imponerle el dramatismo necesario. Como olvidar esa escena donde Nazario renuncia a Magnolia a que ella siga atada a una relación donde su amor se esfumó, o cuando Cecilia se entera de la noticia de que Pacho, su hijo, aquel por cuya llegada a Estados Unidos había luchado hasta caer en el fondo de su propio infierno, moría en la frontera mexico-estadounidense.


Para mí, ha sido todo un exorcismo televisivo, Los años maravillosos/tenebrosos de la TV colombiana es mi gran legado editorial. Es realmente triste y decepcionante ver que este año 2013 fue prácticamente el año oficial en que la creatividad y la originalidad de la televisión murieron casi que por completo, este 2013 desde comienzos de año hasta finales de año ha estado lleno de “remakes” y  “adaptaciones” y todo indica que lo único que tiene por aportarnos nuestra parrilla de tv es mas y mas de series que fueron éxito en otros países y que acá las reencauchan a lo colombiano descaradamente o incluso toman series que fueron éxito hace pocos años y las reencauchan con la falsa esperanza de que vuelvan a tener rating.  La verdad es que difícilmente  me engancho con ningún producto: se perdió la identidad, las historias son predecibles, mal actuadas y vuelven simpáticas las grandes tragedias nacionales, en el caso de las narconovelas. Luego, se me hace ridícula la tendencia a hacer versiones nacionales de series estadounidenses. El que quiere ver esas series, las ve en el cable, que ya está bastante masificado. Aparte, en las versiones colombianas reina la mojigatería. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan…



2014
Sé que pongo verdes a muchas de las producciones aquí referenciadas por diversos motivos, pero, al menos en mi defensa, debo decir que me tomo el trabajo de verlas una a una, previo a criticarlas. Eso es mucho más de lo que un talifan de un canal haría.

2014 comenzó y culminó con el liderato, muchas veces inmerecido, y en otras, sospechoso, del canal Caracol. Eso es indudable, pero bien debo recordarles que rating nunca es sinónimo de calidad, y de ellos bien podrían hablarnos los primeros bodrios que saltaron a nuestras pantallas: El primero de ellos fue la segunda temporada de Colombia’s Next Top Model, con Carolina Cruz en el rol de presentadora, y el relevo de Raúl Higuera por Mauricio Vélez en el pool de jurados. La verdad, ninguno de ellos fue un valor agregado al concurso cuya única función es mostrar la criollización de las mismas pruebas que hacen en la franquicia tanto en EE.UU., Brasil, México, etc. O sea, casi que cumplir un libreto frío y vacío, cuya única diferencia, y esto lo dije desde el año pasado, es que el glamuroso premio principal es ser Chica Águila. Muy aspiracional la cosa…

Inmediatamente después, Caracol lanzó Bazurto, bailando con el enemigo, programa que, bien sea llamado El Golpe o Made in Cartagena, poco más que FRACASÓ, así, en mayúsculas, internacionalmente. Era tan forzada la historia del “Mundial de la champeta”, tan de cajón el romance entre sus aburridos protagonistas y tan vista ya internacionalmente, que bien pueden darle agradecimientos los de La Floresta a las erráticas políticas de programación de sus rivales de patio en ese horario.

Esas erráticas políticas a las que hacemos mención en las huestes de RCN, son las mismas que tuvieron este año la gallina de los huevos de oro y la mataron miserablemente: Compraron Avenida Brasil, que venía de liderar prácticamente en toda Latinoamérica y la programaron, casi sin avisar, como reemplazo de una Mamá también que hizo aguas y terminó relegada en la franja vespertina. El problema del “fenómeno mundial” de Rede Globo es que hacía muchos años, nuestra chauvinista televisión colombiana no pasaba una telenovela extranjera en pleno prime time, y las críticas vinieron, principalmente, de esos que perpetúan el statu quo de producciones nacionales ramplonas.

Y si, el culebrón brasilero hizo lo que mejor pudo ante la funesta administración de la parrilla de programación del canal de las tres letras, que corría de horarios la historia de venganza de Rita/Nina justo cuando mejor lograba rendir, hasta masacrarla con esa edición a los machetazos del final. Muy a pesar de la calidad del producto del vecino país, es intrínsecamente imposible rescatarlo en este post porque a) No es un producto nacional, como sí sucede con los 22 programas honrados con ese título en entregas anteriores, y b) Tampoco es un producto nuevo, es un programa del año 2012 que llegó ya bastante trasnochado a nuestras pantallas. Claro, Caracol también hacía subrepticiamente la tarea (con unos cuantos esbirros en redes sociales) de despotricar de la novela brasilera, pero muy calladita transmitió la teleinmundicia de La patrona y ni quien diga nada.

Siguiendo con los estrenos de la TV privada nacional, volvemos a Caracol con la sobrevalorada bionovela La Ronca de Oro. Y digo bien lo de sobrevalorada, porque, muy al margen de su cuidada estética y alguna que otra actuación destacada, la historia era más de lo mismo de todas las bionovelas de cantantes: Los pintan desde niños con su sueños de cantar, cantan porque sí y porque no en cada capítulo, cual malditas rockolas, muestran todos los obstáculos que se interpusieron en su camino, y luego, la consagración de los mismos, y una que otra vez, sus muertes. Reflexionen si ese mismo patrón de conducta no lo hemos visto antes en otras bionovelas como El Joe, la leyenda, Rafael Orozco, el ídolo; y se darán cuenta que, muy probablemente, este se repetirá en otras que ya se anuncian para el venidero 2015. Es esa aburrida y predecible zona de confort de los libretistas nacionales la que impide que, a pesar de las “altas” cifras de rating, este producto opte siquiera por el rescate.

Llegó, por los lados de RCN, la diezmillonésima corronchonovela donde los personajes no hablan, vociferan: La playita. La patética producción donde Carlos “Piti” Camacho deshizo con los pies lo que había logrado hacer con el papel de Guido en Allá te espero: Volverse casi un “Don Armando/Ingeniero Andrade” en un centro comercial capitalino invadido de costeños clichés y sobreactuados. Aunque los creadores de esta “ideota” tuvieron en mente hasta una “segunda temporada”, vuelve y juega, la errática programación de RCN, gracias a Dios, nos libró de tanta manteca. A veces, hasta equivocándose, se logra algo bueno.

De la que no nos libramos fue de ese esperpento televisivo que era La Suegra, otra telenovela de oficina de Caracol hecha a los alaridos (como si ya no hubiésemos tenido suficiente con La teacher de Inglés, Nuevo Rico, Nuevo pobre, El Secretario y otras de cuyo nombre no queremos acordarnos), que partía de la premisa de una madre absorbente, que tras enfrentar un conflicto laboral, regresa a casa para seguir manipulando la vida de sus hijos, chocando con sus respectivas parejas y donde, como no, estaban en el elenco Christian Tappan (¿este tipo tiene acciones en Caracol, cierto?), Isabel Cristina Estrada haciendo de, sí señores, antagonista cantaletosa y donde, tras ver a Jacqueline Arenal hacer tan deplorable papel, me daban ganas de mandarla a la cárcel de Guantánamo en su natal Cuba.

Y es que cuando tu rival se equivoca una y otra vez, correlativamente, la competencia por el rating se vuelve anodina y gris, tanto como lo fue la tercera temporada de Yo me llamo. Y es que ya todo estaba más que visto en el formato de imitación: los agarrones del jurado, las “salidas en falso” de Calzadilla pasado de revoluciones y escarcha, y unos imitadores que, realmente, producían bostezos. Tan regular tres cuartos fue esta temporada, que tuvieron que reconocer que, por un error en el sistema de votación, el imitador de Sandro, quien aparentemente “ganó” la temporada, en realidad no ganó, y otro cheque igual tuvo que salir para el enésimo imitador de Vicente Fernández que pasa por este formato.

Y frente a Yo me llamo T3, flaco favor hizo la entrada abrupta de Dr. Mata moviendo por vez primera de horario a Avenida Brasil: Su perenne bajo rating, pese a la calidad de la fotografía, reflejaba muy bien lo que producía la soporífera historia de una pretenciosa cachifa devenida en detective, personificada por Yuri Vargas (risas), enfrentada a un Nepomuceno Matallana, personificado por un Enrique Carriazo, que más bien parecía Beto Reyes en la Bogotá de comienzos del siglo XX. El resultado de este menjurje fue tal que hasta Sergio Cabrera, director de la telenovela, se lamentaba tan mal avenido horario que en suerte le correspondió. Hay quienes buscan el muerto río arriba.

Y siguieron los fracasos para los de Las Américas, esta vez de la mano de la Locademia de Guerrilleros, digo, El estilista (que no, que no es la bionovela de Norberto). Y es que esta historia, que parecía un descarte de Comando Élite, nunca caló en un público que no se convenció de las actuaciones de un secuestrado con una barba horrorosamente postiza, con otra fracasada aparición de Yuri Vargas en pantalla, en medio de ese campamento de guerrilleros y secuestrados tan artificial como las tetas de Laura Acuña.
RCN exploró más bien poco la telerrealidad en 2014, y lo que hizo, fue un desastre:Idol Colombia le quitó el dudoso honor que ya tenía Mundos Opuestos de ser el concurso o reality más fracasado de nuestro país. Y como no serlo, si lo lanzaron con un inusual concierto dominical de tres de sus ¿cuatro jurados? ¿Para qué tanta gente dando cháchara? Para más INRI, Juan Pablo Espinosa bien puede decir que como conductor es muy buen actor y del mismo modo en el sentido contrario (nota paradummies: NO ES UN HALAGO). Y es que lo que mal comienza, mal acaba: esa nada transparente salida de Alejandro Marín “cajoneado” por su tocayo Alejandro “El rey de la payola radial” Villalobos sentó muy mal, y en la práctica, ese rol del jurado mala leche que quiso ejercer Villalobos ya estaba muy trillado. Ya suficiente tenemos con Amparito, la Azcárate, José Gaviria… Y no olvidemos ese “prometedor” horario que le fue asignado: Primero las 10 pm, luego las 10:45… así no se puede.

Poco a poco el país se preparaba para sus elecciones presidenciales, y los dos canales privados se esforzaron por sacar sus mejores galas para recibir a los candidatos en contienda. RCN hizo el suyo primero, en un set tan lúgubre, que ahí se podía organizar un sepelio perfectamente, con temas manejados muy comme ci, comme ça,pero el afán de protagonismo que tuvo el ególatra Luis Carlos Vélez y sus infinitas réplicas en Caracol, exasperaron al respetable y a los mismos candidatos. Paralelamente, vendría el cubrimiento del Mundial de Futbol, donde nuestros canales nacionales mostraron su lado más verbenero, demostrando porqué teníamos 16 años de no clasificar. El mismo Vélez abandonaría la dirección de Noticias Caracol meses mas tarde, pero el daño ya estaba hecho. Vélez se fue de Caracol dejando un rastro de sangre y de morbo en las noticias, más que profundidad periodística y de investigación.

De poco valieron las expediciones, hashtags y contrataciones onerosísimas como las de Valdano o Chilavert, por lo único que destacó RCN en sus transmisiones en Brasil fue porque le robaron el iPhone a Cristina Hurtado (si, como lo leen, a ella la enviaron de corresponsal allá) o pensar si Andrea Guerrero estaba o no borracha o eran “síntomas del embarazo”. Sí, admítanlo, colombian@s, sois masoquistas, criticáis la ramplonería de Hernández Bonnet y Javier Fernández narrando partidos, pero los veis a ellos, porque ya no toleráis a Viñazco y Pérez. Y menos toleraron a Descaradas Mundial, el experimento donde Miss Analía, Sara Uribe, Mabel Cartagena y una presentadora rumana (ya ni me acuerdo el nombre) hablaban de futbol.

Al otro lado del espectro, lanzaron La Selecc10n 2, que vino a demostrar que el rayo no cae dos veces en el mismo sitio. La segunda “temporada” del sainete de las pelucaspasó por el prime time con más pena que gloria ( y es que no era para más, si era ver las mismas ridiculeces de la primera parte, solo que esta vez, a la fórmula se incorporaba el manteco personaje de Iván René Valenciano, que solo comía y comía) y su reemplazo, Fugitivos, a pesar de tener una pareja protagónica sobre el papel atractiva, no logró cautivar, y así, la franja de las 9 pm vivió del físico arrastre que le brindaron tanto Yo me llamo T3 y luego Desafío Marruecos. La undécima iteración del formato de supervivencia pasó a tener en esta entrega unas celebridades ni fu ni fa, unos sobrevivientes que prometieron mucho y cumplieron poco y unos retadores tan melodramáticos como hipócritas, siendo, sin embargo, la receta por la que Sampedro y los suyos duermen tranquilos. Tampoco es un halago.

Solo vino a escampar brevemente para RCN con El Capo 3, que comenzó con un inmerecido buen rating, ya que era seguir alargando al infinito una historia que ya no daba más de sí. En medio de las dosis industriales de rimmel y frases casi sacadas de Ricardo Arjona o Pablo Coelho del personaje de Marlon Moreno, la historia sucumbiría por la misma “mano invisible” que en RCN mueve horarios sin son ni ton (¿será por “mermeladas” provenientes de Caracol?)

Y es que el espinoso tema de la fidelidad de horarios ha hecho que, mientras RCN agoniza por irrespetar a sus televidentes con horarios imposibles; hasta productos de tan baja factura e inmamable propuesta como la traquetonovela La viuda negra(donde una actriz mexicana trata de imitar un acento paisa y parece más bien cubana) prosperan en un canal Caracol que, casi echado a la petaca, lidera la franja.

El único “gran éxito” televisivo de la TV privada este año vino de la mano de La Voz Kids, modificación del formato senior que pasó de cuatro a tres coaches, mandando a uso de buen retiro a Gilberto Santa Rosa y a Ricardo Montaner y en su lugar, para que las jovencitas (y no tan jovencitas) mojaran bragas, poner a Maluma. Pero el formato fue más de lo mismo: Un festival de lisonjas por todas partes, promesas de una carrera musical, esta vez a niños, niñas y adolescentes, cuando ni las de sus ganadores de la versión adultos terminan de despegar. Se hizo muy famoso por el polémico paso de Gerónimo Ángel y el matoneo twittero de Mónica Rodríguez contra quienes criticaban o se burlaban del programa, y porque críticos de la talla de Florence Thomas y el suscrito aborrecimos el carrusel de miel y teleexplotación infantil que traía consigo. Pudo vencer, pero no logró convencer. Lo mismo podemos decir de Niche, la musiconovela wannabe, que primero vivió del arrastre y ahora “lidera” con cifras penosas.

Quienes ni vencieron ni convencieron fueron, en el canal de las tres letras, Rastros de mentiras, la novela brasilera que Rede Globo vendió en pack con Avenida Brasil, cuyos fugaces buenos primeros días engañaron tanto como la publicidad que la vendía como todo un éxito en Mozambique. Tampoco el descongelamiento de Un sueño llamado salsa  y los remakes criollos El Laberinto de Alicia y Secretos del paraíso. Del paso por las pantallas de Caracol de programas como Locos x la Tele o La Prueba, creo que ellos preferirían correr tupido velo, pues no se destacaron precisamente por la acogida ni del público ni de la crítica.

En otras franjas televisivas, RCN lanzó Profesión Hogar, que nos hizo pensar que el fin del insoportable programa de Jota Mario y sus secuaces estaba cerca, aunque la perspectiva de soportar en su reemplazo los alaridos de Yaneth Waldman y la mediocridad de Carlos Calero no era nada halagadora. Sin embargo, poco han logrado unos y otros. Casi lo mismo podemos decir del cambio de su set de noticias. Muchas inversiones en slogans, jingles, contratación de presentadores y diseño gráfico, y de rating, y sobre todo, calidad, nada.

De otra parte, el gran flop de los de La Floresta provino de su decisión de reemplazar las otrora “Tardes ganadoras”, que incluían a El precio es correcto y Do re millones, por ese aborto televisivo que fuera Divino Niño. Programar dos horas de esa tortura televisiva, y luego rematarla con las sobreactuadas chocoaventuras de Mujeres al límite y Tu Voz Estéreo eran todo un atentado coronario. Rápidamente, la serie turca embutida a los empellones en horario de telenovela latina Las mil y una noches ocuparía el lugar, para delicia del colectivo de cachifas, desempleados y gente inmunda que tienen que elegir entre ver esta basura o las novelitas pecuecas de Televisa que transmite RCN como La gata, Muchacha italiana viene a casarse o La Rosa de Guadalupe. Ah, porque en la tarde, las producciones nacionales en RCN probaron ser todo un fiasco, o si no, que lo digan los de Contra las Cuerdas o Contra el destino o como quieran llamar a esa vaina que nadie sabe a dónde fue a parar.

En los fines de semana, terminaron cancelando ese cadáver insepulto que ya era También caerás, pese al trasteo de horario que sufrió, y se llevó de paso el debut y despedida con más pena que gloria del innecesario refrito de Los años maravillosos. Pero la cura fue peor que la enfermedad: Ahora soportamos horas y horas de Mary Mendez´s Drag Race La red y La Fila, que es casi la misma basura que También Caerás, pero con la insufrible Linda Palma. Y también, El lavadero tocó a su fin, despidiéndose de Rodrigo Castro y de Iván “No me quito estas camisas de flores ni para cag…” Charria y cambia de nombre para ser En exclusiva…o sea, la copia fusilada de TMZ pero con los mismos chismes flojos de NeGrasienta.

También vimos pasar sin pena ni gloria el ladrilludo biodocumental de Falcao, a una Mision Impacto, tan impoluta como aburrida, y a las transmisiones de un Concurso nacional de Belleza que, ausencia por embarazo de Andrea Serna aparte, no sonó ni tronó, salvo por las declaraciones de la Señorita Huila sobre quien era Nelson Mandela y por ese desfile en traje de baño a puerta cerrada y en estudio, que a su vez era una mala copia de los de Victoria’s Secret, porque Especiales Pirry y Crónicas RCNsiguen sin hacerle ni cosquillas a Los Informantes y Séptimo Día.

Pasando a la TV pública, mientras el Canal Uno sucumbe en la guerra por emular a sus rivales privados con presupuestos de tres centavos y aun peor creatividad y un cada vez más marcado gobiernismo noticioso, nos demostró que fue una "venta de humo" su pretendido "relanzamiento", que poco o nada aportó al mercado televisivo colombiano y más bien dejo serias dudas sobre la legalidad de la prórroga de esos espacios a las empresas concesionarias ( Jorge Barón, NTC, CM&, etc);  y ni hablemos de la engavetada tan olímpica que el Gobierno le está dando al proyecto del tercer canal, lo último que llegue a escuchar de algún "experto" en esos temas (me imagino que afectó a los gemelos diabólicos) es que un canal de televisión abierta en estos tiempos no es buen negocio.

Por todo eso, es justo y necesario decir que Señal Colombia se lleva las palmas por ofrecer contenidos de calidad, con variadas propuestas como los ciclos de En Cine nos vemos, con lo más granado del cine francés de la Nouvelle Vague o el neorrealismo italiano; sin desdeñar de las cintas del cine colombiano o de Cantinflas; las más diversas manifestaciones culturales con el formato multimedia En órbita, documentales de propia cosecha como Hijos de las Estrellas, Leandro, el último juglar o Invisibles, sobre las comunidades afrocolombianas en nuestra historia; DocTV Latinoamérica, con lo mejor de las producciones documentales latinoamericanas; las retransmisiones de clásicos televisivos como Dejémonos de vainas, San Tropel, Revivamos nuestra historia, Caballo Viejo y Los pecados de Inés de Hinojosa, un grato especial sobre Jaime Garzón que ha gozado de gran aceptación, y desde ya se negocia la transmisión de más eventos deportivos como la Vuelta a España, el Giro de Italia y el Tour de Francia del 2015 y los Olímpicos de Rio de Janeiro 2016.

Por cuarta vez, Señal Colombia se alza con el honor de tener en sus huestes al rescatado, esta vez en 2014, y lo hace con su producto más aclamado: la tercera temporada de Los Puros Criollos logra revalidar la distinción alcanzada por sus temporadas 1 y 2 en nuestros episodios de los años 2009 y 2012, respectivamente. Se une por derecho propio a ese selecto grupo conformado por ellos mismos, al igual que La luciérnaga (1992), Señora Isabel (1993), Brújula Mágica (1994), Quac (1995), Hombres (1996), El Siguiente programa (1997), Música Líquida (1998), Cine arte(1999), Quien quiere ser millonario (2000),  La banda Francotiradores (2001),  Noticias Uno (2002), Pecados capitales (2003), Así se vio en televisión (2004), Juegos prohibidos (2005), Hasta que la plata nos separe (2006), Pura Sangre (2007), El último matrimonio feliz (2008), NP& (2010), La Bruja (2011) y Allá te espero (2013). Los puros criollos nos demuestra cómo, superándose a sí mismos temporada tras temporada, se puede hacer Televisión cultural sin grandes campañas publicitarias, ostentosos presupuestos, ni presentadores sacados de los cánones de un reinado de belleza o reality show, y sin caer en el academicismo aburridor; sin más pretensiones que ayudarnos a entender mejor el cómo, de donde y porqué de las claves de ese entramado que llamamos colombianidad.

Antes  pensaba no estar aquí redactando este memorial de agravios anual de todo lo que nuestras retinas, tímpanos y memoria sufrieron por culpa de la “caja tonta”. Ahora creo que es mejor no decir “de esta agua no beberé”.  Este tipo de análisis despiertan sentido de crítica y de "no tragar entero" lo que emiten los canales colombianos actualmente. Dios mío, en tus manos colocamos la bazofia que ya pasó y los bodrios que llegan…

2015
Hay que comenzar diciendo que, hasta el 13 de enero de este 2015, Caracol vivía en su inmerecido curubito de rating, con ese mega bodrio de Niche todavía al aire y el Festival Internacional del Humor, el habitual relleno de todos los diciembres y principios de enero. Por ello, ningun empacho tuvieron en La Floresta para que reptara en el late ese paquete chileno de mediocridad llamado El señor de los cielos, enésima narconovela, esta vez made in Tele(in)mundo.  Y es que la bionovela-que-no-era-bionovela-y-donde-todos-masacraban-las-mismas-canciones lideraba ante la falta de un rival de peso por RCN, que no tuvo otra que terminar casi a las patadas a Un sueño llamado salsa, y así, los de Las Américas pudieron combatir fuego con fuego, o mas bien, manteca con manteca, con el lanzamiento de Diomedes, el cacique de la junta, la bionovela preferida por cachifas, desemplados y gente inmunda, contra la cual, el innecesario y vergonzante remake latino de Breaking bad nada pudo hacer. Y es que Metástasis estaba condenada a fracasar, no solo por ser una adaptación de tres pesos (dos de ellos invertidos en la fea peluca que fue usada por Diego Trujillo), sino porque fue mal programada en una franja que pronto se volvería una larga temporada de plomo-plomo-plomo. Mereció el ostracismo del que fue victima.

En materia de telerrealidad, RCN lanzó la temporada senior de Masterchef, que, a pesar de sus alargues innecesarios, su emisión de lunes a viernes (que nunca compartí), logró subir punto a punto a puro pulso, hasta lograr vencer a la predecible, aburrida y poco vistosa temporada de Yo me llamo, la conquista de América, que esta vez no contó con las "erizadas" de Amparito.

En lineas generales, mientras la corronchobionovela del cantante costeño estuvo en su también inmerecido liderato (no veo cómo defender esa novelucha barata, plagada de sobreactuaciones,  libretos planos, la cara de Kimberly Reyes haciendo pucheros episodio si y episodio tambien, mas el desfile de mozas de Diomedes aderezado por la jartísima presencia de un papel tan unidimensional como el de Adriana Ricardo - la infumable mamá regañona de Diomedes-, que hizo que a la larga fuera una produccion aburrida, clichesuda, repetitiva....), toda la franja nocturna de RCN se benefició, incluso El laberinto de Alicia se recuperó, despues de su gélido debut a finales del 2014, pero ¿vale la pena exaltar en estas líneas un frío y desangelado remake de una telenovela chilena? La respuesta es un rotundo NO, y punto en boca. RCN simplemente sostuvo su franja AAA, algo inusual en ellos, solo porque las mieles del rating les sonreían, no por algun legítimo interés en respetar al televidente, y ello se evidenció cuando, por las premuras de edicion de Diomedes, recortó, sin comerlo ni beberlo, su emision a solo media hora.

Paralelamente, y como el que no quiere caldo, se le dan dos tazas, la crisis del quinquenio parecía enraizarse en La Floresta, pues su siguiente lanzamiento, Tu cara me suena, fracasó en su empeño por recuperar el liderato perdido. De hecho, Masterchef, su rival de horario, tambien la superaba con facilidad. Ni siquiera Tiro de gracia tuvo el beneplácito de audiencias ni de crítica. Y es que el doble personaje que hacía Robinson Diaz mostraba sus facetas mas sobreactuadas, y su coprotagónica, Greeicy Rendón, no precisamente daba la talla, cuando ya el tema del narco exaltado como personaje telenovelesco satura, apesta y marea.

Sala de Urgencias fue el siguiente estreno, esta vez en le lado del canal de las tres letras. A pesar de su horario, contó con buenas cifras, las mismas que no acompañaron a Esmeraldas, del lado de Caracol. Pero las buena racha para RCN empezaría  a decaer tras el fracaso de Separados, ese malogrado, patético y flojo reality de parejas,  tan malo como bodrios como Mundos Opuestos o La isla de los famosos 2007, que ya criticamos en su momento. Y así, a pasitos agigantados, Caracol recuperó el horario de las 8 p.m., así fuera con  esa basura de Desafío India, con sus peleas de gatas, expulsiones, renuncias, sanciones y finales pregrabados. Frente a él, poco pudieron hacer tanto Un minuto para ganar Kids como Masterchef Junior ¿A qué ejecutivo en su sano juicio se le pudo ocurrir programar dos concursos con niños, uno seguido del otro?.

Y aunque Caracol seguía fracasando con ficciones de nula calidad como La tusa, los hombres también lloran o Dulce amor- descafeinado refrito de la novela homónima argentina, apta solo para celadores y fufas-, aun en RCN sacaban pecho de su liderato, gracias a Lady, la vendedora de rosas, telenovela sobrevalorada, sin gusto, que no aporta nada ni dramática ni argumentalmente y que solo hinchaba de humo el ego de un canal que no mostró ni una sola ficción digna de ser exportable. Bueno, en honor a la verdad, sus rivales de patio, tampoco, y no me vengan a defender la ñoñez extrema representada en  Laura, la santa colombiana, porque todas las bionovelas son exactamente igual de malas. Sí, Las Hermanitas Calle, tambien el varillazo va para ustedes. La produccion sobre el dueto de musica de cantinas no es mas que otra mediocre produccion, con figurettis de medio pelo aqui y allá, que no produce ni llanto ni sonrisa. Como lo fue Niche. Ninguna de ellas se salva de la quema actoral.

En las postrimerías de su buena pero mal fundamentada racha, RCN descongeló Las santísimas.  Pero todo estaba por caer: Aunado a la pobre competencia que siempre fue Factor XF, hundido en el fondo de la tabla de ratings ( y no los culpo, menudo coñazo de concurso  que fue, de principio a fin, un naufragio musical que ni la señora que delira con tener en sus manos el sobre pudo evadir, como lo fue el desastre de PDNT, pero  con  F de Familia...digo, mas bien F de FRACASO). Y claro, Caracol lanzó otra temporada mas de La voz Kids su concurso de telepornomiseria musical, pero esta vez, aun con sus cifras predeciblemente infladas, nada evitó que en su debut quedase en un flojo segundo lugar, y que su despedida, compitiendo con uno de los juegos de la final del torneo de futbol marcase la realidad de este formato, del cual aun estamos a la espera de alguna carrera musical sustentable. 

Los últimos cartuchos lanzados este año fueron por el lado de RCN: Celia, la bionovela pretenciosa, innecesaria y de plots predecibles, pagó caro el error de meterse embutida con calzador en sus días de estreno, debiendo cambiar de horarios mas de tres veces en menos de un mes de emisión, echando abajo el castillo de naipes que tenia RCN hasta ese momento. Amén del garrafal error de tener en el elenco a una de las protagónicas de la competencia, la siempre plana e insustancial Carolina Gaitán; ni la fotografía salva a la "maldita rockola" de los éxitos de la Guarachera de Cuba de la quema. Y pensar que solo es puro lipsync...  No entiendo qué le pueden ver de bueno a una novela con la infumable actuación de Aida Bossa - la reina de la actuacion a los alaridos- y que, con el correr de los días, no deja de parecer un simple calco al carbón de La Ronca de Oro, versión La Habana. Y hablando de pretensiones no logradas, Anónima fue el tercer fracaso como protagónica de Verónica Orozco en el prime time de RCN, y no es para menos, esa fementida versión telenovelizada de Gloria( pelicula de 1980, remakeada en 1999), no hay por donde cogerla. 

Lineas aparte merecen los grandes gazapos televisivos de los fines de semana: Mientras Caracol canceló Club 10 y lo reemplazó al tiempo por el fiasco de Taggeados, que, como analizamos en varios videposts, demostró que los youtubers han hecho pobres transiciones a la TV convencional. No era para menos. Taggeados nunca contó con el real beneplácito ni de la crítica ni de la audiencia, y eso que sus rivales de horario son los trillados episodios de Chespirito. Similar mala suerte corrió el otro programa con un Youtuber en sus filas: Gana con ganas nunca ha podido ganarle a su enfrentado, ni cuando este era Sabados felices, ni cuando lo era La red.  Siguiendo con las cancelaciones y malas suertes, RCN hizo lo propio con Cronicas RCN y Especiales Pirry, pero nunca conquistó el horario dominical, ni con  Escape perfecto, Descárate sin evadir o 4 caminos. De la guillotina de cancelaciones tampoco se salvaron Nuestra semana, nuestra tele, Cancheros, Vamos pa´futbol, pero sí En Exclusiva, que sigue sin despeinar a sus rivales de Lavanderías Jessurum, digo, Se dice de mi

En cuanto a transmisiones especiales, hay que decir que lo mas visto del 2015 fue el partido Colombia-Brasil - al menos este sí se ganó, sin Yepes en la cancha-, en medio de una Copa América tan deslucida como el equipo nacional, lo que hizo que Caracol comenzara a correr horarios , en medio de sus desespero por superar a  RCN. De transmisiones como las del Concurso Nacional de Belleza y del Miss Universo, Steve Harvey aparte, es mejor correr tupido velo...

Mención aparte en medio de esta cloaca de pésimas propuestas televisivas de este 2015 que toca a su fin  merecen funestos comerciales como los de Silk-Medic, Lomecan V y Tukol. Al final, nunca supimos quien ganó el menesteroso y desagradable "reality" del pie de atleta comandado por Jorge Barón. Y no nos deja de repugnar cuando las propagandas del medicamento para infecciones vaginales o el de la tos que expulsa las flemas salen en nuestras pantallas en inoportunas horas de almuerzo y cena ¿Y qué se supone debe hacer la ANTV? ¿Ser tan convidada de piedra como lo fue la extinta CNTV? Del tercer canal, ni hagamos sangres, que este año, tampoco fue... Y del canal Uno, solo podemos decir que el año 2015 les pasó por encima, como si fuera una larga prolongación del 2014, su esperada reestructuración nunca mejoró contenidos, siendo una opción anodina, salvo en cuestiones de informativos.

Por eso hay que destacar aquella noticia surgida desde el ya lejano 14 de marzo del 2015, donde, en los no poco cuestionados Premios India CatalinaSeñal Colombia lideró con 11 estatuillas de 12 categorías posibles. Fue la primera vez que el canal público cultural lideraba en estos premios. Y es que  la TV cultural., aquella que las mediciones de audiencia y otros pseudo-críticos televisivos tanto ignoran, ora por mermeladas, ora por posar de irreverentes, nos ha brindado en sus pantallas productos nacionales y extranjeros de gran factura como  Pasos de cumbia, Mr. Trance, XY, El reemplazante, trasmisiones deportivas muy bien logradas como las del Tour de Francia o la Vuelta a España y nuestra nueva rescatada de este 2015, Puerto Papel, coproducción multinacional que se beneficia del modelo de produccion audivisual que el canal público ha mostrado en tiempo reciente. 

La divertida historia animada, hecha en papermotion, de Matilde y sus poderes mágicos que poco puede controlar  es el programa que se une por derecho propio a ese selecto grupo conformado por La luciérnaga (1992), Señora Isabel (1993), Brújula Mágica (1994), Quac (1995),Hombres (1996), El Siguiente programa (1997), Música Líquida (1998), Cine arte(1999), Quien quiere ser millonario (2000), La banda Francotiradores (2001), Noticias Uno (2002), Pecados capitales (2003), Así se vio en televisión (2004), Juegos prohibidos (2005), Hasta que la plata nos separe (2006), Pura Sangre (2007), El último matrimonio feliz (2008), Los puros criollos (2009, temporada 1; 2012, temporada 2 y 2014, temporada 3)  NP& (2010), La Bruja (2011) y Allá te espero (2013). Es la quinta vez, y  segunda consecutiva, en que el rescatado de Los años tenebrosos recae en Señal Colombia. Porque una TV inteligente en Colombia es posible.

¿Cual es mi perspectiva frente a 2016?: La peor: Nada despierta mi interés legitimo, en términos de calidad, al menos en cuanto se refiere a Caracol y RCN.No es para menos, si lo que se ofrece, a primera vista, son mas refritos (Azúcar, Hermanos y hermanas, Sala de Urgencias T2), bionovelas - por favor, no llamemos serie a lo que no lo es-  sin son ni ton (Regálame la vida, Pambelé, La Cacica y las que se anuncian frente a Gali Galiano y Patricia Teherán) o concursos y realities vergonzantes (Asia Express, Bailando con las estrellas, muy probablemente otra iteración del Desafío o de la Voz -sea la de adultos o la de niños, ambas son perversas-...) Ya hasta la antes vilipendiada Perubólica se debe reír de la escasa variedad y menor calidad televisiva de sus vecinos del Norte. 

Por ahora me despido, y como decíamos en algunos posts anteriores, Dios mío, en tus manos colocamos esta bazofia que ya pasó, y los bodrios que llegan...

8 comentarios:

  1. En 1993 hubiera rescatado a Crónicas de una Generación Trágica. una de las mejores series historicas que se haya hecho en colombia, por encima incluso de las exageradamente acartonadas dramatizaciones de Revivamos Nuestra Historia.

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    1. Muy buena parte de tus aportes han sido tenidos en cuenta, no solo en Los Tenebrosos, sino tambien en los Maravillosos. Ya pensados en frío, terminé coincidiendo con todos ellos.

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    2. En el tema de los rescates, preferí pulir los argumentos del rescate, pero conservar la producción nominada de cada año.

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  2. A proposito, me alegra que hayan sido tenidos en cuenta mis humildes aportes hechos en los post originales. ;)

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  3. hola ya no salen articulos? q paso con la fiscalia.com? en algunos coincidiamos pero megusta mucho su estilo ahh recorde algunos programas de nuestra tv la mujer doble el cacique y la diosa , pequeños gigantes, sombra de tu sombra, y varias novelas series q nadie recuerda la quinta hoja del trebol, geminis, pecado santo, zarabanda, espumas, la fuerza del poder (carlos muñoz excelente)unas q daba rcn los sabados tipo victoria, maxi mini como concurso no se si los destruyan o rescaten o elogien les agradezco q me ayuden arecordar mas!!

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  4. Deberias condensar estos articulos en hilos de twitter por año. Mas de uno te odiaria pero mucho lo leerian!

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  5. Hey, ud recuerda que en un tiempo rcn o caracol pasó una serie erótica? La daban como a la media noche..recuerda el nombre de esa serie?

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