sábado, 7 de abril de 2018

Reflexiones Hertzianas, segunda parte



Hola de nuevo, queridos lectores. En este nuevo episodio de Reflexiones Hertzianas, analizaremos otros grupos que se fueron asentando en el AM y el FM nacionales, el auge y caída de los radioteatros y del bachillerato por radio.

Capítulo 2: No todo fue Caracol o RCN...
En 1947, el sacerdote José Joaquín Salcedo inicio desde la pequeña parroquia de Sutatenza, un pueblo ubicado en el corazón del Departamento de Boyacá, Colombia, un proyecto de escuelas
radiofónicas, bajo una organización denominada Acción Cultural Popular, ACPO que mantuvo una importante presencia entre 1954 y 1978 y terminó cuando Caracol Radio compró la emisora.

Los programas de formación a campesinos se continuaron en los Institutos de formación en Sutatenza hasta 1994, cuando ACPO suspendió estas actividades. El proyecto de radiodifusión tuvo como objetivo la educación no formal de los campesinos con una filosofía de lo que en su momento se entendía como desarrollo integral para su propio bienestar. La escuela radiofónica no se restringía  a la emisión del discurso de un profesor, pues el programa se apoyaba por un lado en cartillas diseñadas para ser seguidas por los grupos de oyentes, con la participación de líderes campesinos voluntarios preparados en los institutos (25.000 entre hombres y mujeres pasaron por el Instituto en Sutatenza entre 1954 y 1994) y en otros casos, por personas de la comunidad que tuvieran un poco más de formación. Además y esto es muy importante, se estableció una nutrida correspondencia escrita entre las comunidades y los coordinadores del programa, de manera que
diariamente se recibían más de cien cartas de los oyentes.

En 1948, Radio Sutatenza obtuvo licencia de funcionamiento con una potencia de 100 vatios que en elevó al año siguiente a un kilovatio que llegaba a los mil transistores de onda media y corta vendidos inicialmente como parte del proyecto. En 1955 llegó a 30.000 receptores y se había creado 9.000 escuelas radiofónicas. A comienzos de los años cincuenta se hizo la primera conceptualización reunida luego en un documento conocido como Libro azul.

En 1969, la emisora pasó a 600 kilovatios y de media hora diaria a 19 horas al día, con cinco centros de transmisión (Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y Magangué) que cubrían prácticamente la totalidad del país. La preparación de los programas involucraba a grupos de personas que correspondían a los cinco campos definidos para la formación integral: Alfabeto, Número, Salud, Economía y Trabajo, y Espiritualidad. Se diferenciaban dos niveles, uno básico de alfabetización y enseñanza de las operaciones aritméticas, que era de media hora diaria y duraba 90 horas, y otro progresivo, de educación fundamental integral, de una hora diaria que duraba dos años. La emisión de este se repetía tres veces al día. Además de difundir los conocimientos fundamentales sobre agricultura, economía doméstica, higiene y salud, se desarrollaron campañas específicas tales como  Conservación del suelo, Mejoramiento de la Vivienda, Salud preventiva, Nutrición, Recreación y Procreación responsable.

La nueva programación propuesta en un documento que ha sido llamado Libro rojo, incluyó, además de los cursos, una franja de noticieros, y otra de entretenimiento. Se creó un grupo de reporteros que recogían noticias de las distintas regiones, de distintas comunidades y les daban resonancia en todo el país. Además permitieron la participación de los campesinos en debates sobre temas de importancia nacional de manera que sus voces tuvieran cierta presencia en la formación de la opinión pública. En los horarios de entretenimientos se difundió la música popular, programas de humor y se produjo y emitió una serie de radionovelas. En todas las franjas se siguió el lema “ningún programa sin contenido”.

Entre 1968 y 1994, ACPO trabajó en conjunto con el Gobierno Nacional para la implementación de proyectos de desarrollo rural (específicamente con el Departamento de Planeación Nacional, el Ministerio de Agricultura, el ICA, la Caja Agraria y el Sena) y con el Ministerio de Comunicaciones y el Ministerio de Educación para ampliar el sistema de educación a distancia y fortalecer los procesos de educación de adultos (Capacitación Popular, 1968, y programa Camina y creación de la Universidad a Distancia, 1982-1986).

Para la implementación del programa educativo ACPO contó durante su historia con el apoyo de diferentes instituciones internacionales: para el desarrollo de los contenidos de la Educación Fundamental Integral y la producción de las cartillas recibió la asistencia de la Unesco a través de educadores, al igual que de miembros de la Congregación de Hermanos Cristianos, enviados desde Francia. Para el diseño, instalación y mantenimiento de la red de emisoras, recibió la asistencia técnica de Philips y del gobierno holandés, al igual que de RCA de los Estados Unidos. Para la financiación la impresión de las cartillas y documentos contó con el apoyo del gobierno y de la iglesia alemana a través de sus agencias de cooperación internacional. Con el apoyo económico de las agencias católicas alemanas Misereor y Adveniat, de Cebemo de Holanda, de Secours Catholique de Bélgica y de Catholic Relief Services de los Estados Unidos se otorgaron becas completas (educación y manutención) a 20.000 jóvenes campesinos que se formaron en los institutos campesinos y para los cursos de formación de expertos en educación radiofónica provenientes de trece países latinoamericanos: México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.

Es importante destacar que el modelo de ACPO se convirtió en referente para muchas emisoras radiales de América Latina, que lo utilizaron para la implementación de programas de educación y  desarrollo rural realizados por la Fundación Radio Escuela para el Desarrollo Rural (FREDER) en Osorno, Chile; el Instituto de Cultura Popular (INCUPO) en Reconquista, Argentina; las Escuelas Radiofónicas Populares de Ecuador (ERPE); Radio Onda Azul en Puno, Perú; la Asociación Cultural Loyola (ACLO) en Sucre, Bolivia; Radio Occidente en Tovar, Venezuela y las Escuelas Radiofónicas de Nicaragua, emisoras que posteriormente se afiliarían a la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER). Esta Asociación se constituyó el 22 de septiembre de 1972 en Sutatenza como resultado del Segundo Seminario de Directores de Escuelas Radiofónicas de América Latina convocado por ACPO, con sede primero en la Argentina y posteriormente en Quito, Ecuador.

Problemas económicos y administrativos, así como las polémicas y conflictos generados con la jerarquía eclesiástica por la campaña de la procreación responsable; las difíciles relaciones con algunos sectores políticos y gubernamentales por su independencia y planteamientos frente al desarrollo del sector rural y campesino en el país; y el gran desarrollo de los medios de  comunicación comerciales (radio y televisión) en la década de los ochenta llevaron a la pérdida de influencia de la emisora y a su gradual desaparición. El proyecto finalizó en 1994, fecha en la cual Radio Sutatenza fue clausurada y sus instalaciones vendidas a la red de emisoras comerciales colombiana, Cadena Caracol.  La colección documental de este proyecto educativo está conformada por más de 100.000 documentos producidos por la Fundación Acción Cultural Popular (ACPO) entre 1947 y 1994 para la formación no escolarizada de adultos campesinos de Colombia a través de las escuelas radiofónicas de Radio Sutatenza. Los ítems que la componen contienen grabaciones con el audio de los programas que transmitió la emisora, los guiones que se usaron, la colección completa del periódico El Campesino, los discos de acetato o vinilo con grabaciones para las escuelas radiofónicas y de campañas adelantadas (las de Reforma Agraria y Procreación Responsable fueron las más importantes), gran cantidad de publicaciones impresas, así como documentos de registro del programa educativo (hojas de vida, fotografías, diapositivas, sonovisos, películas de 16 mm, y videocasetes) y un gran acervo de correspondencia.

En el mes de octubre de 2013, la colección documental de Radio Sutatenza y Acción Cultural Popular, custodiado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, se incorporó en el Registro Memoria del Mundo de América Latina y el Caribe en reconocimiento de su significación para la memoria colectiva de la sociedad de América Latina y el Caribe.

ACPO decidió que esta invaluable fuente documental debía estar al servicio del público e investigadores y lo donó a la Biblioteca Luis Ángel Arango de la República. Los documentos que lo conforman ofrecen un registro extraordinario de múltiples voces, música, usos, costumbres, creencias, actividades económicas, religiosas y de entretenimiento de numerosas comunidades del país, lo que le da un valor incalculable como acervo del patrimonio intangible y como fuente para la producción de conocimiento sobre nuestros procesos sociales y culturales.

De otra parte, en 1960, Jaime Pava Navarro, fundó Radio Super con la emisora “La Voz del Llano”. En 1971 la Cadena se consolida con su primera emisora en Bogotá. Por su parte, la Organización Radial Olímpica fue creada en 1969 gracias al empeño de la familia Char de la ciudad de Barranquilla, con un perfil netamente musical, donde el vallenato y la salsa eran los ritmos preponderantes. Posteriormente, en 1981 inició operaciones el Grupo Radial Colombiano y años más tarde es vendida a una organización religiosa que adopta el nombre de Colmundo Radio.

Pocos saben que la historia de la cadena Todelar se remonta a la fundación de “La Voz de Pereira”, creada por Bernardo Tobón de la Roche a mediados de la década de 1940. Diez años después y basado en el éxito de esta emisora, Tobón de la Roche decidió radicarse en Cali, asociarse con Céfora de la Roche, su señora madre, y comprar en 1950 “La Voz de Cali”, emisora que luego sería la base para la creación del Circuito Todelar de Colombia. Este Circuito se planteó como una empresa comercial conformada por Tobón de la Roche, su esposa Isabel Martínez, el técnico de sonido Carlos Cajia y Luis Uribe, uno de los mejores programadores de radio en la época. 

El nombre de la Cadena Todelar, salió del apellido de su propietario Tobón De La Roche, y como cadena, su primer “slogan” se convirtió en uno de los que más impacto ha causado en la radiodifusión colombiana: “Todelar, el Circuito del Pueblo Colombiano”. El historiador Reinaldo Pareja señala sobre el tema, que el nacimiento de Todelar se facilitó debido a la ausencia de cadenas en el occidente del país. En Colombia, para el año de 1953, el occidente del país se encontraba prácticamente libre de señales radiales. Como hombre de negocios, Tobón notó la ausencia de una cadena radial en el sector occidental semi olvidado por la concentración de los polos de desarrollo de Bogotá y Medellín. “La Voz de Cali” tenía una programación basada en música popular, avances informativos, y otros espacios que se enraizaron fácilmente entre sus oyentes caleños. Su importancia radicaba en que ofrecía una programación diferente a la tradicional, otorgando gran importancia al oyente. Aprovechando esto, Tobón de la Roche se dio a la tarea de configurar una tercera cadena radial con suficiente capacidad en potencia y número de emisoras como para hacerle competencia a las otras dos cadenas existentes.

El 15 de Agosto de 1957, se protocolizó el nacimiento de Todelar como circuito nacional. El centro o eje seguía en Cali y participaron otras cuatro emisoras de igual número de ciudades. Las  estaciones que iniciaron a Todelar como cadena nacional fueron “Radio Nutibara” de Medellín, la más tradicional de la capital de Antioquia y que en ese año tenía como gerente a Jaime García Lobo, en Bogotá fue “Radio Continental”, que fue la emisora matriz del circuito y con la gerencia en esa época de Jorge Palacio, en Barranquilla “Emisora CRC”, cuyo gerente Fernando Franco Bossa, fue uno de los más destacados de la radiodifusión de la Costa Atlántica y en Santa Marta “Radio Magdalena”, que contaba con la gerencia de José Manuel Conde.

Estas cinco emisoras del nuevo circuito Todelar de Colombia, hacían sus enlaces por vía telefónica, ya que la red nacional de frecuencia modulada  sólo fue instalada después del año 1975. Posteriormente la FM también fue vital en el desarrollo de Todelar, porque alivió una gran tensión económica que tenía en la época. Inicialmente este sistema cubría a las ciudades de Bogotá, Cali y Medellín, lo que se denominó como el “Triángulo de Oro” de la radiodifusión colombiana. En esa época aparecieron 218 emisoras nuevas, cifra que demuestra la gran rentabilidad registrada por la radiodifusión. 

Desde el principio de su creación, Todelar buscó desde los inicios de sus espacios noticiosos transmitir la información desde el sitio de los acontecimientos. También Todelar se distinguió por apuntarle a las transmisiones internacionales. El crecimiento de la radio continuó. Para 1977 el número de emisoras ya era de 344. Muchos empresarios vieron en este medio de comunicación un sector ideal para sus inversiones. Además, el café ayudó a diversificar la expansión de la radiodifusión hacia ciudades intermedias. Entre los años 1960 y 1975, Todelar logró convertirse en la cadena líder del país gracias a su gran visión a la hora de presentar la información noticiosa.

Hasta 2017 estuvo conformada por Radio Continental en 890 Kcs, La Voz de Bogotá en 930 Kcs, Radio Cordillera en los 1190 Kcs, Radio Única en 1280 Kcs en la onda media a las que se suman dos emisoras de FM, La X en 103.9 (Que continúa en vigencia) y La Z en los 92.9 que en 2012 se reformateó a La 92 y cuya frecuencia fue vendida a la organización Olímpica, luego de la muerte de su fundador, Bernardo Tobón de la Roche.

Capítulo 3: Cómo subió y bajó el telón de los radioteatros
El Radioteatro fue uno de los principales componentes de la Radio Nacional de Colombia, desde que la emisora entró en funcionamiento en 1940 y durante los siguientes treinta años. Mientras estaba al frente del grupo de la Radio Nacional, en 1946, Bernardo Romero Lozano fundó el primer grupo de teatro experimental en la Universidad Nacional de Colombia. Este tipo de avances fueron la base para la consolidación del movimiento teatral de la década siguiente, el cual se fundamentó, precisamente, en la actividad de diversos grupos teatrales:
Fausto Cabrera fundó la primera escuela teatral de Medellín. Octavio Marulanda estableció el grupo “Aristas del Pueblo” que, en 1956, se convirtió en el grupo escénico del Instituto Popular de Cultura de Cali. También en Cali, la Dirección de Bellas Artes estableció en 1955 la Escuela Departamental de Teatro, bajo dirección de Enrique Buenaventura. El panorama de la capital vallecaucana se completó con el Teatro Estudio de la Universidad del Valle. En Bogotá, en 1954, se estableció la Escuela de Teatro del Distrito, bajo la dirección de Fausto Cabrera, ya radicado en dicha ciudad. También el Teatro Colón tomó parte al establecer, ya a finales de la década, la Escuela de Arte Dramático, dirigida por Víctor Mallarino.

Luego de dejar la Escuela del Distrito, hacia finales de la década de 1950, Fausto Cabrera fundó el teatro “El Búho”, que tuvo gran influjo y donde confluyeron figuras destacadas del teatro. Entre otros, Romero Lozano, su esposa Carmen de Lugo [Anuncia Pereiro Lopera] y Víctor Muñoz Valencia, vinculados también al grupo de radioteatro de la Radio Nacional. El repertorio de obras y autores presentados allí, enfocado en tendencias internacionales de vanguardia (Eugene O’Neill, Tennessee Williams, Bertold Brecht, etc.) se vio también reflejado en el Radioteatro dominical de la Radio Nacional. Por otro lado, varias obras escritas y producidas para radio por colombianos vinculados a la Radio Nacional como Oswaldo Díaz o Rafael Guizado (primer director de la emisora) también fueron escenificadas por esos grupos de teatro.

Los programas Radioteatro infantil, Radioteatro para muchachos y Radioteatro dominical tuvieron la mayor estabilidad. El tercero fue uno de los productos bandera de la Radio Nacional[1]. El enfoque de Radioteatro dominical y su motivación fueron expresados por Bernardo Romero Lozano[2] en el boletín de junio de 1954 cuando se refirió al radioteatro como “un arte de nuestros días… un arte que aún puede moverse con el espíritu alerta a la experimentación, a la evolución, a la búsqueda de nuevos horizontes”. Esquilo, Shakespeare, Calderón, Ibsen, O`Neill y Franz Kafka fueron autores allí mencionados. Pero, aún en su admiración por Europa como referente cultural, el radioteatro fue concebido por Lozano como “un arte americanista a través de las posibilidades que nos brindan estos modernos medios de expresión artística… Tales empeños, por lo demás, llevan un sello colombiano”. La radio, entonces, fue el medio para adueñarse de expresiones foráneas y hacerlas propias. En ese “americanismo” pregonado por Romero Lozano, latía la esperanza puesta en el continente tras los años oscuros de la guerra en la que Europa hundió los preceptos de su pretendida superioridad cultural. Por los grupos de Radioteatro de la Radio Nacional desfilaron importantes figuras que después protagonizaron el desarrollo del cine y la televisión: Carlos Muñoz, Carmen de Lugo, Dora Cadavid, Fausto Cabrera, Bernardo Romero Lozano…

Entonces, en el Radioteatro dominical se reprodujeron obras canónicas del pasado pero en un marco de vanguardia, como lo era la radio. Y, a la vez, se dio proyección a obras representativas de su propio tiempo. Allí estuvo representado el ideal de incrementar el nivel cultural de los colombianos, a través del contacto de la audiencia con los grandes clásicos de la literatura en versátiles y amenas adaptaciones. Con el paso de pocos años, también se incluyeron allí las producciones locales, como fue el caso de María, de Jorge Isaacs, o algunas obras de Gabriel García Márquez. Las emisiones de estas obras se mantuvieron con estabilidad durante los primeros 25 o 30 años de la emisora. El radioteatro fue un crisol de tendencias, autores, estéticas y estilos que duró desde los años 40 hasta los 70. Fue la definición de un género expresivo propio del siglo XX, propio de la radio.  Pero ya en los años 70, al parecer, hubo altibajos, muy probablemente, derivados del auge de la televisión como medio alternativo.

Un aspecto muy importante para la difusión del Radioteatro, del mismo teatro y sobre todo la formación de un público fue el Boletín de programas de la Radiodifusora Nacional. En los años 50 y 60, el Radioteatro tuvo un espacio especial en esta revista mensual. Contó allí con las ilustraciones de Rafael Achury Valenzuela, para apoyar textos analíticos de cada obra[3]. Son pocos los radioteatros que se conservan de esa década. Infortunadamente, el Boletín de Programas (otra fuente para indagar por lo sucedido en el pasado, además de los archivos conservados) se interrumpió en 1971 y solo volvió a ser publicado en 1983. De los años 80 también se conserva poco. Es probable que, ya establecida la televisión a color y multiplicada la oferta radial de entretenimiento, el radioteatro cayera en franco desuso.

La de los años 80 fue la Tercera época del Boletín. Empezó en 1983, pero también duró poco. Ya en 1990, el 1 de febrero, cuando la Radio Nacional llegó a 50 años de existencia, se lanzó el primer número de la Cuarta época. En página entera, allí se anuncia: “a partir del mes de abril la Radio Nacional invitará semanalmente a los más importantes grupos de teatro, en la reanudación de su tradicional Teatro Radial”.

Esto fue una decisión muy ilustrativa sobre lo sucedido en la Radio Nacional por ese entonces. Volver sobre el radioteatro significaba volver sobre las expresiones que tuvieron los ideales de los años 40, 50 y 60. Porque un ideal, por ejemplo “educar” o “aumentar la cultura”, puede realizarse de formas muy diversas y cambia mucho con el paso de los años. Pero cuando ese mismo boletín de 1990 nos dice en su editorial: “el Boletín de Programas de la Radio Nacional, reaparece esta vez siguiendo el modelo de los Boletines de las décadas de 1950 y 1960… ofreciendo un espacio para toda manifestación de la cultura… el Boletín dará cabida al Teatro, las Artes Plásticas, el Cine, la Literatura y, evidentemente, la Música, teniendo como único criterio la calidad que siempre ha caracterizado a los colaboradores de la Radio Nacional”; hay allí al menos la intención de mantener en alto las banderas del pasado, sus ideales, pero también la forma de llevarlos a la realidad.

Las emisiones de Radioteatro se retomaron en abril de 1990. En el editorial del boletín de ese mes se dice: “La migración de los actores hacia la televisión o su consolidación en los escenarios, dejaron vacío uno de los espacios que más satisfacciones ha dado a la Radio Nacional… Este retorno del Radioteatro a la Radiodifusora Nacional hará posible que en muchos lugares del país se conozcan piezas teatrales que difícilmente podrían llegar de otra forma diferente a las ondas de radio. Halaga pensar que de nuevo, como en las mejores épocas de la Emisora, los estudios serán tomados por la gente de teatro”.

Así las cosas, el regreso del radioteatro a la programación de la Radio Nacional fue motivo para celebrar y se circunscribe en “las bodas de plata” de la emisora. Los editoriales citados los firma Fernando Orjuela Lozano, director del Boletín y encargado del programa de Radioteatro (él mismo fue el locutor presentador de los Radioteatros que se conservan del año 1990). Pero hay aquí una diferencia fundamental con lo ocurrido años antes en la emisora. Como se mencionó, en sus inicios la Radio Nacional de Colombia contó con grupos teatrales de planta. Al reanudar el espacio en los años 90, la emisora quiso engranarse con el medio cultural del país y en el programa estuvieron los principales grupos teatrales del momento.

En el citado boletín de abril de 1990 figuran: Teatro Libre con Gargantúa de François Rabelais (adaptación de Fernando Cruz) y La agonía del difunto de Esteban Navajas (adaptación de Jorge Plata); Teatro La Candelaria con Corre, corre carigüeta (adaptación y dirección de Santiago García), Teatro Popular de Bogotá con El Contrabajo de Jaime Barbini, y La Libélula Dorada con El dulce encanto de la Isla de Acracia[4].

En la actualidad, el Archivo Señal Memoria[5], desde 2011, conserva decenas de radioteatros grabados en grandes discos de acetato de 16 pulgadas. Este soporte, hoy en desuso, fue crucial para el desarrollo que tuvo la radio a nivel internacional, cuando pasó de ser programada en vivo a contar con el uso grabaciones cada vez de mayor calidad. El disco de acetato de 16 pulgadas no solo permitió reproducir las señales de audio, sino que se ubicó como un elemento fundacional para los crecientes archivos de audio y la concepción patrimonial de la que gozan actualmente. Gracias a la recopilación digital hecha por la Fonoteca de RTVC, se volverá a escuchar a actores como Manuel Cabral, Alicia de Rojas, Héctor Pachón y Gaspar Ospina, de la mano de directores reconocidos como Hernando Vega, Bernardo Romero Lozano y Víctor Muñoz. Estos aspectos (el programa, sus contenidos y su contexto, sumados al soporte en que se conserva y la generosa cantidad) nos indican con cierta claridad el lugar que ocupó el radioteatro no solo en la Radio Nacional de Colombia, sino en la historia social y cultural colombiana. Con los radioteatros es posible vislumbrar cómo se entroncó el país dentro de tendencias internacionales y cómo renació un medio como el teatro, que hasta el momento se encontraba anclado en el costumbrismo del siglo XIX[6].

Capítulo 4: De cómo el bachillerato por radio perdió el año

En los años 70, cuando el país tenía como reto superar el analfabetismo, la Radiodifusora Nacional impulsó el programa de bachillerato por radio[7]. Esta metodología, que no nació propiamente en Colombia, pero si se desarrollo en el país desde 1948, como educación formal y como en el comentado caso de Radio Sutatenza, siempre estuvo asentada en tres pilares: emisión radial, presencia de facilitadores en el sitio incluido un telecentro y material impreso

El “Bachillerato por radio” fue un proyecto de educación a distancia emitido en la Radio Nacional de Colombia entre los años 1973 y 2004 y con él había formado a más de 2 millones de colombianos. Nació como una alternativa para las personas que quedaban al margen de la educación secundaria por su trabajo, por su lugar de residencia o por la falta de recursos pedagógicos. Quienes terminaban sus estudios podían validar estos ante el Icfes.

Esta iniciativa tuvo su raíz en el Fondo de Capacitación Popular, creado en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966 – 1970). Para su desarrollo confluyeron esfuerzos de la Radio Nacional, los Ministerios de Educación y Comunicaciones y la Secretaría de educación de Bogotá. El Fondo de Capacitación Popular había sido creado en el año 1967 para atender la educación básica. En ese momento la situación de la educación era bastante difícil. Había casi un 30% de analfabetismo. La posibilidad de acceso a la educación secundaria era también limitada y se vio en los medios, en la televisión y en la radio, la posibilidad de llegar a muchas más personas. En ese momento el canal 11, que era el canal del Fondo de Capacitación Popular, hoy Señal Colombia, no cubría sino Bogotá y poco más de Cundinamarca y Tolima. Entonces, era mejor el bachillerato que fuera por radio[8]

Además de las emisiones, estaba la publicación de cartillas y las asesorías presenciales. Para su desarrollo, estuvieron trabajando de manera conjunta los Ministerios de Comunicaciones y Educación y la Secretaría de Educación de Bogotá. Fernando Gutiérrez Riaño, persona que traía la experiencia lograda en Radio Sutatenza, además de algunas indicaciones para la locución y la expresión a través del micrófono, se encargó de la producción radial. Estaba entonces el diseño de los cursos, luego la adaptación para radio a través de libretos y finalmente el montaje del programa.

Confieso que en mis años escolares, escuchaba asiduamente el “Bachillerato por Radio” como un apoyo educativo, en unos tiempos en que Wikipedia o siquiera la Encarta eran una utopía. El estilo de locución, la música usada y los complejos contenidos, todo en conjunto, hoy resulta como un poco extraño, porque los contenidos no necesariamente se actualizaron con el tiempo. Ya en 1994, cuando personalmente cursaba séptimo grado, escuchar que aún hablaban de la Constitución de 1886, de intendencias y comisarías, me resultaba un poco hortera.

Un verdadero reto a la lógica, por ejemplo, se presentaba con las lecciones de matemáticas. Aunque contaban con una impecable locución, la verdad es que sin la cartilla respectiva difícilmente puede uno llegar a entender el cómo de los mágicos resultados en cada operación, pero no se dudaba de la verdad absoluta que se exponía. Cada programa duraba una hora y se componía de diversas asignaturas, con lecciones de 10 minutos. Nada fácil sintetizar en tan poco tiempo una clase que, de forma presencial en un colegio, podría tomarse la hora entera pero en una sola materia. Dentro de las virtudes que presentó el “Bachillerato por radio” se tuvo la diversidad de voces, todas muy acordes con las tendencias del momento en relación con la buena dicción y la locución profesional. Está también la congruencia entre música y contenidos y la síntesis lograda para el cumplimiento de los tiempos estipulados. Pero sobre lo anterior, un aspecto que vale la pena resaltar es la concepción integral del programa, en relación con el entorno colombiano y el público al que estaba dirigido[9].

Sin embargo, desde el año 2000, el entonces existente Inravisión y el Ministerio de Educación, acordaron brindar otras alternativas a las 120 personas que en ese año se inscribieron para cursar esta modalidad de estudios secundarios[10]. A los que desearon, se les brindaron cupos en colegios distritales nocturnos y a los que no pudieron, se les entregaron textos y casetes que contengan 100 horas de clases de las materias que iban a cursar en el grado correspondiente (de sexto a once). Ya para esos tiempos, Inravisión tenía otros dos programas de educación: educación básica primaria para jóvenes y adultos por televisión y Espacio Maestro, de educación informal, que reemplazó desde 1996 a la televisión educativa para niños.

La última emisión del “Bachillerato por radio” fue el 28 de octubre de 2004, fecha en la que fue liquidado el Instituto Nacional de Radio y Televisión, Inravisión. Irónicamente, duró 8 años más que su contraparte televisiva, que salió de nuestras pantallas de los entonces canales Uno y A en 1996. Gabriel Gómez Mejía, en cabeza de la Radio Nacional antes, durante y después de la liquidación, explicó para el diario El Tiempo, en mayo de 2005[11], las razones que se tuvieron para finalizar el programa. Fueron, entre otras, el desmoronamiento de entidades que hacían parte del sistema como el Fondo de Capacitación Popular o la Caja Agraria, sumados al auge de la televisión, la falta de presupuesto, el ingreso de nuevos medios de comunicación como Internet al país y la ya comentada desactualización de la enseñanza. Si uno revisaba experiencias internacionales, se podía dar cuenta de que el tiempo de la educación formal por radio ya había pasado.

De hecho, cuando desaparecieron los radiocentros, no había quien distribuyera los materiales en los municipios, la gente debía ir hasta Inravisión en Bogotá a buscar su juego de libros. Tampoco había una oficina que sostuviera la correspondencia. Todo fue despareciendo y hoy solo nos quedan las grabaciones, archivo histórico que está en proceso de inventario y digitalización. En la última etapa del programa, en octubre del 2004, no se tenían cifras que sustentaran la mera viabilidad del programa. Se desconocía cuántas personas estaban haciendo el bachillerato por radio, de qué municipios eran, sus edades y en qué cursos iban. Según un cálculo de los ingenieros de la extinta Inravisión en 2004, el solo hecho de tener prendidas las estaciones 8 horas diarias, les costaba 200 millones de pesos mensuales al Estado. Si a veces criticábamos los contenidos de la televisión educativa y cultural por parecer anclados en los setentas y ochentas, habría que ver (o mejor, oír)  qué se enseñaba en las ondas hertzianas… 

Y así termina otra apasionante entrega de nuestras Reflexiones Hertzianas. Los esperamos la próxima semana, donde reflexionaremos las derivas de las grandes cadenas radiales nacionales, Sigan en sintonía.


[1] https://www.senalmemoria.co/articulos/radioteatro-y-teatro-un-poco-de-su-historia-en-colombia
[2] Bernardo Romero Lozano (1909-1971) fue uno de los fundadores de la Radio Nacional de Colombia en 1940. Ejerció como director y actor del grupo de radioteatro de la emisora. Fue adaptador de muchas de las obras presentadas en Radioteatro dominical y ocupó cargos directivos en la emisora. Con sus designios, el radioteatro fue un medio de modernización que llegó a nutrir un espectro cultural denso como lo fue el de Colombia en las décadas centrales del siglo XX.
[3] https://www.senalmemoria.co/articulos/teatro-radioteatro-colombia
[4] https://www.senalmemoria.co/articulos/radioteatro-en-los-a%C3%B1os-90-un-poco-de-la-historia-de-la-radio-nacional
[5] https://www.elespectador.com/content/rtvc-revive-el-radioteatro
[6] https://www.senalmemoria.co/articulos/el-radioteatro-en-la-radio-nacional-tesoros-discogr%C3%A1ficos-6
[7] http://www.elcolombiano.com/historico/del_bachillerato_por_radio_al_mooc-JEec_235873
[8] https://www.senalmemoria.co/articulos/el-%E2%80%9Cbachillerato-por-radio%E2%80%9D-fundamentos-de-un-novedoso-proyecto-educativo
[9] https://www.senalmemoria.co/index.php/home/archivo-sonoro/item/1896-el-bachillerato-por-radio-la-educaci%C3%B3n-a-distancia
[10] http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1248792
[11] http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1637440

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