miércoles, 27 de junio de 2018

Enamorándonos y La Piloto: colombianos, bienvenidos a la TELEBASURA


Canal Caracol decidió estrenar Enamorándonos, en el horario vespertino de lunes a viernes. Ah, las tardes de Caracol, esa cosa asquerosa y putrefacta, plagada de un noticiero del medio día infumablemente largo, un culebrón turco apto para personas con muy limitado coeficiente intelectual y ahora, el ingreso pleno a una de las peores categorías televisivas posibles: LA TELEBASURA.

A la presentadora principal, Carolina Cuervo, el rol le queda muy grande #LoQueSeHaceParaTragar. Quien le puso en el libreto que nos contase su historia de amor en el carnaval de Negros y Blancos…no, el chiste no funcionó (haberlo hecho con Ana Karina Soto). Susy Mora haría el papelón de reportera de redes sociales (obvio, solo leerá los predecibles trinos lambones al programa, que fijo hacen desde “la bodega” del canal) y Camilo Arbeláez como el psicólogo asesor de esta mamarrachada, con unas opiniones tan #GraciasFaryd que podría hacer hasta un niño de primaria. En el debut les dieron saludos los conductores del formato original turco (¿qué le habremos hecho de malo a los otomanos para ahora tragarnos sus telebobelas estúpidas y realities inmamables?) y de la edición mexicana.


Este dating show nos demuestra, con sus resultados de audiencia (donde comenzó con poco mas de 4 puntos y ya ha descendido a tres), que la idea de concursos en vivo con personajes tan cartoony  no necesariamente va a gustar.  Nicolás fue el primer participante en buscar el amor en ser presentado. Parece sacado de cualquier casting de aspirantes a actores de Tu Voz Estéreo. Para supuestamente ser un programa en vivo, se notó libreteadísimo el participante, tal vez más que la misma presentadora. Ana María, otra de los 24 aspirantes, que parecía una versión wannabe de Mary Mendez, con el uso inapropiado de la palabra “demasiado”. A Juan José (el modelo y estudiante de administración de empresas) lo quisieron vender como el galán de vereda de Cartagena que dio la dosis de softporn para cachifas, desempleados y gente inmunda. Les hicieron una mecánica de los secretos de los 24 elegidos con datos aun más anodinos como los 8 gatos negros de una de ellas o que uno de ellos, llamado Wilson, fue Mister Boyacá. No me creí ni poquito la historia de la “maestría en solteronía” –sic- del “empresario de fiestas”. Y ni hablemos de la modelo curvy  que trataba de llamar la atención.


El público del programa es como las encuestas tan culas que hacen en este programa. No, Caracol, no nos interesa la opinión de Diva Jessurum o de Felipe Zuleta respecto del “amor a primera vista”. Ni hablemos de los que supuestamente “llaman” por teléfono al programa, que se oyen casi tan subnormales como los ejecutivos del canal que le dieron luz verde a esta bazofia. Al primero que llamó, poco más que lo abrieron como la yuca por loser.  A otra que llamó la invitaron a la sección del Muro, para aspirar a conocer al modelito de Cartagena. Del resto, Enamorándonos no aporta nada de contenido en su interminable hora y media de duración, alargada con trucos tan manidos como la llamada del esposo de Carolina Cuervo, la llamada del padre de Susy, el cumpleaños de otro participante o el cierre con Andrés Cabas. La verdad, pensaba que no podía haber un contenido en vivo más inútil que Guerreros, pero Caracol sigue cavando más en el pozo de la mediocridad.




Pero como supuestamente a ustedes les fascina la basura que programa Caracol, en reemplazo de la interrumpida Sin tetas sí hay paraíso 2 llega La Piloto, la enésima narconovela que aterriza en el horario de las 10 de la noche. No, Caracol, el hecho que Mafe Yepes sea antagónica NO vuelve producción nacional a esta inmundicia.  No nos vale que se indignen en este canal con lo del ex trabajador de Avianca que camufló licor en un estadio en Rusia  cuando programan este tipo de ficciones que cuentan por enésima vez los líos del narcotráfico y luchas de carteles. 


El tema de rotación de temáticas en los productos en Caracol no mejorará, si tienen quien le maquille las cifras de rating, cual Betty la fea en Ecomoda. Y eso que se debería suponer que nos molesta que la imagen de nosotros en el extranjero se ligue a la delincuencia. Pero si STSHP2 cerró por encima de los 16 puntos su emisión, con todo y el “maltrato” que fue pasar en su horario ese paquetazo de La Vuelta a Rusia en 80 risas, es porque el televidente colombiano o es muy manipulable o ya perdió todo el sentido del gusto (que tampoco es que abunde en el canal rival) .


¿Hasta cuando esas sobreactuadas escenas con chroma key de persecuciones imposibles de narcos? –esta vez en el aire- ¿Otra vez más flashbacks desde el comienzo? ¿En qué estaban pensando con esa escena del pretendido accidente de Yolanda Cadena, que prosigue en un interrogatorio militar? Puede que esto tenga su público, pero ya es hora de cambiar este ciclo de malos productos, sean nacionales o extranjeros.


La Piloto irradia una estética y jerga mexicana impuesta de malas maneras en Colombia, tanto como la violación de Yolanda, una escena repugnante como toda la telenovela en sí, y ni hablemos del violento reclamo de ella contra su padrino violador que la engañó con el pago de la matrícula del curso de aviación. Una escena tan sobreactuada como la de la “maldita lisiada”…  y acto seguido , el recurso de los “X años después”, con música norteña en un bar, donde hace su ingreso Mafe Yepes, quien se repite, poco más, poco menos, como La Diabla de “La novela basada en Sin tetas no hay paraíso”. Solo que esta vez no convierte a Yolanda prepago, sino aeromoza. Pero, a efectos prácticos, vienen a ser tres cuartos de lo mismo. Si “Catalina” en STSHP2 pudo ser agente de la DEA en tiempo record – los de esta agencia antinarcóticos deberían evaluar cuan perrateada tienen su imagen en las telenovelas latinas-, Yolanda podría ser azafata en segundos. Y en poco más de ellos, ganarse un lío gordo con un equipaje con “sorpresa”. Y todo, sin saber que el “galán” de la trama es un agente encubierto como sobrecargo, y para más Inri, la “sorpresa” se les pierde. Vamos, coherencia ante todo…

Ya alisto mi cara de asombro cuando este ladrillo predecible y fastidioso marque por encima de los 12 puntos de rating (bueno, en realidad marcó 12.4), inmerecido, por demás ¿De verdad esto es lo que merecemos ver en TV?

sábado, 16 de junio de 2018

Reflexiones Hertzianas, quinta parte




Hola de nuevo, queridos lectores. Volvemos a la carga con la quinta entrega de Reflexiones Hertzianas, esta vez vamos a centrarnos en un estudio de caso antes de entrar con la primera parte de nuestro análisis de la radio juvenil y de entretenimiento, y pronto vendrán los temas espinosos: las payolas y cómo hacer una lectura acertada de un ECAR.

Capítulo 11: Estudio de caso 2: Colorin Colorradio: Una buena idea que se desvaneció
Colorín ColorRadio fue una emisora infantil privada que hacía parte de Caracol Radio, y estuvo orientada a un público infantil, generándoles sentimientos positivos, diseñando una programación respetuosa y estimulante. La emisora manejaba el concepto de que era hecha para niños por los propios niños. La mayoría de su programación de la emisora estuvo dirigida a una población infantil entre 3 a 8 años, pero también tuvo una franja conformada por los bebés y sus mamás, y otro para preadolescentes. Fue creada por Adriana Giraldo y María Isabel Murillo, más conocida como “Misi”, y comenzaba a las 6:00 a. m. tenía como locutor a Mario Ruiz quien también hacían las voces de algunos personajes como: El Perro Perroberto, y contaba también con otros personajes como: El Oso Motoso, La Vaca Clarabella, Pillo muñeco intergalactico, El Monstruo Fangoso, Rita la cotorrita, Los viejos Inocencio y Bonifacio, Juanpies el gusanito ciempiés, etc. También participaron como locutores: Tachi Neira, Martha Lucía Gómez, Dora Luz Moreno, Manuel Otalora, Andrés López Giraldo, Diana Marcela Tinjaca, Martha Lucía Gómez y Fredy González. Con ello,  meses después ganaron el Premio Ondas de España a la nueva propuesta radial y Colorín llegó a ocupar el cuarto lugar de las emisoras más escuchadas entre comienzos y mediados de la década de 1990.

Salió al aire desde el 11 de Mayo de 1.992, justo en una época en que la radio tuvo un ascenso, dadas las restricciones del racionamiento de energía. En ese momento  no existía internet tal como lo conocemos, los únicos videojuegos eran los famosos atari o las cabinas de juegos en algunas tiendas. Las cartas por correspondencia eran negocio para las empresas transportadoras, los telegramas funcionaban a medias y las líneas telefónicas ya estaban cubriendo a todas las ciudades, aunque con precios un poco exagerados para llamadas de larga distancia. Los niños y jóvenes de aquella época se divertían, sea en juegos al aire libre, o haciendo deportes a las horas de tarde de lunes a viernes, o ir a los parques los sábados y domingos, los más estudiosos querían ir a la biblioteca. Tener computador en esa época era lo máximo, pero lo más maravilloso era para los jóvenes y para los niños de esa época escuchar emisoras o ver televisión. Desde marzo de 1.996 se le encontró en los 1310 AM. Vía satélite la emisora estuvo en los 1140 AM en Quito, las estaciones WSUA, 1260 AM de Caracol Miami, (USA) Radio Barrancabermeja y Caracol Armenia, en Colombia. La emisora cerraba con una sección llamada Dulces Sueños del cual culminaba el día de la emisora a las 10:00 p. m.

Su lenguaje era infantil, directo, creativo, metafórico, objetivo, entusiasta y tierno. Sus locutores  eran creativos, cultos, y en general, congruentes con su discurso de trabajar con los niños y niñas, con amplio sentido de la comunicación. Llegaron a manejar concursos telefónicos, por cartas y presenciales en eventos, buscando fomentar la creatividad, el conocimiento y la habilidad de sus oyentes: concursos de dibujo, cuentos, poesía o invención. Sin embargo, durante su puesta al aire se esforzaron por no incluir pautas de productos que tuviesen que ver directa o indirectamente con la generación de consumo en los niños. Entre su programación tuvieron programas con temas como la ecología, deportes, inventos, las 10 canciones más solicitadas por los niños y las niñas, ejercicios aeróbicos bajo la conducción de Tula Nota, la coneja que rebota, canciones, poesías, comentarios alusivos a las actividades en colegios, jardines y centros culturales, con canciones para mirar los diferentes “mundos” (el deporte, las artes, la naturaleza, el fondo del mar, etc);  cuentos de habla hispana o incluso escritos por los propios oyentes, consejos sobre el buen comer, juegos tanto didácticos como recreativos (caer en la nota, corre que te pillo, el tuttifrutti, entre otras), donde los niños participaban telefónicamente en vivo, mensajes de amor y ánimo, así como diferentes temas, con el propósito de ampliar el conocimiento y actividades propias del mundo infantil (películas, noticias de los colegios, entre otras).

Pasaron más de 10 años, la generación de niños y de jóvenes eran otros, el gusto era diferente, los celulares empezaron a salir  pero un poco más costosos y la revolución del internet comenzó en aparecer, aunque sea en las universidades, colegios, bibliotecas y los primeros café internet. Los videojuegos comenzaron a tomar forma poco a poco y los términos de anime y manga aparecieron en Colombia por cuenta de la televisión abierta y de la televisión parabólica. A raíz del boom generados por anime como Supercampeones, Caballeros del Zodiaco, Dragon Ball, Sailor Moon, Guerreras Mágicas, Samurai X, Detective Conan, Dragon Ball Z, Ranma 1/2, Pokemon, Digimon, Sakura Card Captors, entre otros, los oyentes pidieron canciones de esos anime, la emisora trató de conseguirlos y lo consiguieron, solamente pasando canciones de algunos de esos anime en la versión en español, aunque no llegaron en gran cantidad, eso marcó una nueva etapa de la emisora, aunque los integrantes en eso entonces: el director Andrés López Giraldo, Dora Luz Moreno y Manuel Otálora no conocían esos dibujos animados y los términos de los anime y manga. Ese vacío de dudas sobre los anime y manga fueron llenadas por la colaboración de uno de los oyentes veteranos de la emisora: Juan Carlos Quenguan, quien a mediados de 2003, convenció al entonces director Andrés López Giraldo en realizar programas especiales para explicar sobre los anime. El momento llegó cuando en la emisora de Colorín pasó la primera canción cantada en japonés: Catch You Catch Me de Sakura Card Captor, cantada por la seiyu Sakura Tange, dicha canción generó gran impacto para los oyentes de esa época, solicitando varias canciones de otros anime que ellos vieron. El primer especial de anime fue pregrabado para el día 8 de diciembre de 2003.

Sin embargo, desde el año 2002, la emisora comenzó a dar muestras de agotamiento a nivel de programación que cautivara al público infantil, lo cual gradualmente fuera perdiendo audiencia, sumado a que si bien con los temas de anime y manga compensaron su falta de ideas, el cuento fue que el internet poco a poco les vino quitando público. Para más Inri, para el grupo Santodomingo,  el factor económico resultaba determinante a la hora de establecer el rating y la permanencia de la emisora, y eso que la correspondencia por cartas, llamadas telefónicas y el nivel de convocatoria, especialmente de tipo cultural, habían podido mostrar paulatinamente que no solamente tenía su propio nicho de audiencia sino también que había crecido. Sin embargo, para el grupo Prisa, la Radio infantil educativa estaba mandada a a recoger, y era obvio: La empresa privada no tenía como prioridad invertir económicamente en una emisora que difícilmente gozó de la confianza necesaria en los adultos, ello hacía complejo el proceso de pautar en la emisora, ya que eran pocos los llamados a anunciar debido a las limitantes obvias de una emisora netamente infantil.

En otras palabras, aunque la publicidad como la programación era congruente con el discurso que manejaban los profesionales a su cargo, donde propendían en los niños por todos los valores,  derechos y deberes que poseen, generando actitudes positivas, generando, por ejemplo, en ellos, una conciencia ecológica; la falta de interés de muchas empresas por no poder anunciar de manera “sana” en Colorín ColorRadio generó permanente incertidumbre en su interior. Si no había pautas publicitarias, no se mantenía una emisora[1]. Y por ello, tras muchos avatares, el 11 de diciembre de 2006, 14 años y unos meses después de su salida al aire, salió del AM y pasó a emitirse por Internet por http://www.colorincolorradio.com, porque su frecuencia fue comprada por una comunidad cristiana, hasta salir definitivamente en 2013 después de 21 años[2]

Capitulo 12: La radio Juvenil  en Colombia: Un mosaico en creación.

El florecimiento de la radio juvenil colombiana forjó pasiones, abrió oportunidades  para nuevas carreras dentro y fuera de la señal aérea, involucrando ejecutivos, cantantes, talentos y desde luego un gran negocio. Como en todo negocio hay beneficios y hay desventajas, la mayor de ellas era crecer y envejecer; otros nunca crecimos pero maduramos [al menos un poco]. Pero ¿por qué la llamaron radio juvenil? Tal vez porque la radio corriente del momento era la de los adultos, envejecida, formal… la  nuestra fue vanguardista, arriesgada y en cierto modo contestataria, pero conservando la ética. Sin embargo, hubo que aprender hacer dinero y oyentes. Por otra parte, los buenos DJs son como las buenas canciones, que llegan y se quedan como clásicos, otros pasan desapercibidos o se convierten en “Macarenas".

Es a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando el concepto de juventud comienza a preocupar a los poderosos de la industria y el comercio, en particular dentro del contexto norteamericano. Hasta entonces, niños y niñas pasaban a convertirse en hombres y mujeres, de la noche a la mañana, sin lapso transicional de ninguna especie y sin mayores consideraciones intermedias ni miramientos de índole alguna. 

En Estados Unidos, la posguerra y las condiciones económicas subyacentes traen consigo la necesidad de generar nuevos espacios de mercado. La televisión prorrumpía como nuevo medio por excelencia a la vez que revolucionarios patrones de conducta y consumo se inoculaban en nuevos grupos objetivo. Los adolescentes, terreno hasta entonces inexplorado, se convertirían en adelante en una obsesión para la industria cultural. La radio, en procura de mantener una necesaria vigencia y un nivel de competitividad aceptable ante medios más novedosos, haría lo propio con el objeto de capturar a este “nuevo público”. 

El rock’n’roll, con Elvis Presley como uno de sus más granados representantes, sería una demostración de cómo, lo que de entrada podía surgir como un grito de rebeldía contra la sociedad adulta, tendía a transformarse con el tiempo en el más dócil y rentable hijo del sistema. El papel de la radio en esa masificación del innovador movimiento musical quedó manifiesta gracias a la labor de personajes como Alan Freed, famoso lanzadiscos de los cincuenta, quien desde los micrófonos de radioestaciones como WINS consiguió aglutinar a numerosos grupos de adolescentes en diversos ceremoniales rítmicos. La mayoría de éstos culminaba en desordenadas jacarandas y actos vandálicos sin precedentes, algo que, como es de suponer, suscitaría gran zozobra dentro del gremio de padres de familia, maestros, miembros de la fuerza pública y el gobierno. Freed sería por cierto, protagonista del primer gran escándalo de corrupción radial en el que la llamada “música joven” se vería envuelta. Era la renombrada Payola – de la cual hablaremos posteriormente-, cuando se le acusaría de dar rotación privilegiada a ciertos temas a cambio de remuneraciones adicionales de las casas disqueras, con lo que quedaba claro el inmenso poder de manipulación de las predilecciones populares que desde la radio podía ejercerse.

Por su parte, las clases altas colombianas vivirían su propio remedo de rebelión: Hacia 1954 se lanzaba el que con los años llegaría a ser recordado como uno de los primeros éxitos de Rock’n’Roll:  Rock around the clock, de Bill Halley and The Comets, y que sería gracias a los buenos oficios de Carlos Pinzón, famoso hombre de radio, a través del programa de radio Monitor, transmitido por la emisora Nuevo Mundo de Caracol. Días después, la película "Al compás del rejoj" se estrenaría en el teatro El Cid de Bogotá, inaugurando de paso las en adelante infaltables hordas de energúmenos destructores de butacas y demás indumentos cineastas, a la fecha aún activos. Otro pionero fue Jimmy Raisbeck, decano de los Disk Jockeys en Colombia, quien a principios de los sesenta lanzaba discos de rock’n’roll a través de un programa nocturno en Radio Continental, programa en el que curiosamente colaboraba como operador de audio el mismísimo Alfonso Lizarazo.

De esta manera y pese a la fragilidad de la infraestructura generada en torno a la comercialización y divulgación del rock’n’roll en la Colombia de los sesenta, surgen valientes intentos por producir una radio en donde la juventud tuviese cabida. Es éste, por ejemplo, el caso de Radio 15 de Caracol, emisora ubicada entonces en los 1310 Khz del AM. El concepto, tal como su nombre lo indica, era el de reunir a los llamados “teenagers” en torno a un receptor de radio. El proyecto, lejos de haber sido montado tras complejos estudios de mercadeo o análisis de sintonía obedeció a la intuición y el olfato comercial de sus gestores, Alfonso Lizarazo. Diego Fernando Londoño y el músico y locutor Edgar Restrepo Caro entre ellos.

Luego vendría El Club del Clan (reconstrucción idéntica de un programa argentino del mismo nombre), un espectáculo radial transmitido por Radio 15 y más tarde por el entonces Teletigre. Es curioso el carácter multimediático que alcanzaría la radio en ese entonces. Radio 15, por ejemplo, fue –sin exagerar- discoteca, radioestación y a la vez sello disquero.  Así, contrario a lo que con frecuencia y categórica ignorancia suele afirmarse, la historia del rock y la radio joven colombiana no es tan joven como parece –al menos cronológicamente hablando-. Después de todo ya han pasado cerca de cuarenta años desde la aparición de los primeros atisbos discográficos nacionales en ese sentido, y casi cincuenta desde sus primeras incursiones en las ondas hertzianas. La paradoja está en que la única constante de dicha historia es su intermitencia y su amnesia recurrentes, haciéndola, por tanto, una crónica de hechos aislados y poco conocidos. Jóvenes, rock, inconformismo, escándalo y drogas son conceptos que, por causa de la desinformación frecuente y a veces deliberada de sus detractores, suelen combinarse en una orgiástica, inexistente e indiscriminada mezcla. Porque además de los jóvenes de clase media alta residentes en sectores como Sears, La Soledad o Palermo, estaban los inmigrantes campesinos engrosando involuntaria y forzosamente las filas de la pobreza bogotana.

El club del clan también disponía de una página completa en el periódico, una revista exclusiva y un programa de televisión.  El rock ‘n roll’ nos vendría entonces –por rebote- de los territorios gaucho y azteca. Mucho se les debe a bandas como Los Daro Boys o los Daro Jets, por allá en 1963, ambas pioneras del Twist en Colombia. Tras ellos llegarían Los Danger Twist, Los Speakers, Los Flippers, Los Streaks, Los Wallflower Complextion, Los Yetis, Los Young Beats, Los Ampex y los Beatnicks, entre otros.  Curioso es que la abrumadora mayoría de estos conjuntos apelara a la lengua inglesa a la hora de buscarse un nombre. Al comenzar dedicados al surfing y el go-go, algunos incursionarían después con fortuna en la psicodelia, y más adelante en el campo progresivo. Otro tanto se diluiría en el tiempo. El otro restante cambiaría las guitarras eléctricas por los ritmos tropicales: el caso,por ejemplo de Gustavo Quintero y Los Graduados, agrupación cuya indumentaria a las claras imitaba la de las bandas beat de moda pero cuya música estaba más cerca de la parranda tropical que del sonido del Mersey. A contrapelo estaban los artistas llamados suaves, hoy injustos adalides de la cultura de los sesenta, Oscar Golden, Vicky, Lyda Zamora y otros.  Mientras en los barrios populares se formaban pandillas de sonoros nombres como Los Villanos, Los Yanquis o Los Golden Eagles, los adolescentes de clase alta derrochaban el combustible de sus vehículos último modelo en las famosas carreras go-go, en las inmediaciones de la entonces despoblada calle 116.

Sorprende el sospechosamente amplio interés de las disqueras en prensar los trabajos de las nuevas bandas criollas. Viene el hippismo, los movimientos estudiantiles, lugares memorables como La Bomba, El Diábolo o La Píldora, las comunas de La Miel, los almacenes de la calle 60 en Bogotá, el nadaísmo, giras musicales patrocinadas por la empresa privada como el Milo a Go-go, el festival de Ancón en Antioquia, conciertos en Silvia (Cauca), algo así como unos Woodstocks  o Monterrey Pop Festivals a lo criollo. Ninguno de estos acontecimientos tuvo, como se verá, solución de continuidad alguna.  Prueba de ello es que en la década siguiente la producción  discográfica disminuiría en forma notable hasta llegar a un virtual letargo por inanición, que se prolongaría hasta finales de los ochenta. Los pocos sencillos, ep’s y larga duraciones sobrevivientes  de este período son hoy piezas incunables, fuera del alcance del público común. De entonces nos quedan uno que otro disco qué recordar, conciertos masivos y la memoria falaz de quienes afirman haber vivido tal época a plenitud, al mismo tiempo que incurren en toda suerte de imperdonables despropósitos y errores al respecto. Muchos de ellos son nostálgicos desinformados, otros ejecutivos exitosos y arrepentidos, otros, deambulantes consumidos por la droga o el alcohol, y los más afortunados, defensores a ultranza de la llamada “década prodigiosa”. Algunos de los mejores talentos emigraron en busca de más fértiles espacios para el desarrollo de su arte. Otros dedicaron sus vidas al servicio de la música publicitaria, música que por supuesto da fe de su indudable talento. Otros han muerto o han desaparecido en el camino. Poco o nada saben los jóvenes de hoy acerca de estos pioneros del rock nacional, un  desconocimiento que pone en evidencia uno de nuestros más grandes vacíos en cuanto a cultura contemporánea se refiere y la amnesia colectiva que nos aflige desde siempre.

Cuando los sesenta terminan, tiene lugar un éxodo masivo por parte de un considerable grupo de los más destacados músicos de la década. Mientras muchos representantes de la clase alta optan por adelantar sus estudios en el extranjero, Colombia vivirá su propio proceso migratorio interno gracias a los jóvenes de escasos recursos desplazados del ámbito rural por diversas circunstancias. Pareciera como si el movimiento anterior no fuese más que un destello pasajero, producto del fugaz entusiasmo de la década. Por desgracia, lo que con más fervor se recuerda de entonces es el menos interesante de los movimientos musicales encabezado por extraños híbridos colombomexicanos como Oscar Golden, Harold, Vicky o Lyda Zamora. En el otro extremo estaban, por ejemplo, Pablus Gallinazus o Jotamario Arbeláez, vinculados a la izquierda o a corrientes intelectuales bastante más sólidas, el nadaísmo entre ellas. Con el tiempo, de las extintas bandas de rock de los sesenta aparecerían nuevas formaciones haciendo uso de exintegrantes de los ensambles anteriores, mucho más experimentales. Humberto Monroy formaría Génesis, una de las más interesantes y persistentes bandas del rock en el país, creadora del folk rock colombiano. Los Flippers sobrevivirían con distintos integrantes. Siglo 0 y Columna de Fuego reclutarían a músicos ya famosos en diversas agrupaciones de los sesenta. Algunos ensambles del tipo Malanga encontrarían en discos de 45 revoluciones por minuto y una canción en cada cara, su único testimonio para la posteridad. Habría, contra todas las adversidades, excelentes grabaciones como La Gran Feria, de La Banda Nueva o Pronto viviremos un mundo mejor de Los Flippers, algo más progresivos que diez años atrás.

Pese a que las condiciones económicas del país parecen mejorar, no ocurre lo mismo con la eterna ausente infraestructura de divulgación y ventas, ahora evidente. Las disqueras dejaron de poner sus ojos en las jóvenes bandas nacientes y –de seguro- en los jóvenes también. Las utopías de amor y paz desaparecen: al igual que en gran parte del mundo se van diluyendo para dar paso a ideales más propios de músicos mortales que de sabios sobrenaturales. Así, muchas de las mejores bandas colombianas de los setenta no consiguen dar testimonio alguno de su paso por la historia, algo lamentable si nos comparamos con los casos de México o Argentina. Se pone de manifiesto, por primera vez, la inexistente industria del rock en Colombia así como la ausencia absoluta de un impulso necesario para dar alguna medida de continuidad al boom comercial de años pasados.

Surgen así, iniciativas radiales para nuevos públicos. Radio 15 se convierte en Radio Visión. Manolo Bellón, quien siendo un adolescente había llamado a la emisora para corregir la mala pronunciación de un tema anunciado por Restrepo Caro, se constituiría en el arquetipo del Dj del momento. Todelar responde con Radio Tequendama, dirigida por Gonzalo Ayala, un proyecto algo menos elitista en donde se combinan los últimos éxitos del pop mundial con la balada local y extranjera. De otro lado viene Radio Fantasía en los 1550 de AM, al principio bajo la batuta de Álvaro Monroy Guzmán, veterano símbolo de la radio y la televisión en el país y luego en manos de Cenpro, de la Fundación Social. Son muchos quienes aprendieron a oír rock con Radio Fantasía, emisora en donde se combinaban anécdotas pregrabadas en relación con la música, y las mejores canciones de la época, por lo general bajo el patrocinio de Disco Club... Todas las ondas en música. HJCK, emisora clásica por excelencia también abriría algunos espacios para la transmisión del rock progresivo del momento. Cada una sintonizada por un segmento distinto de la población joven.

Cada una excluyente e incluyente a su manera. Casi al final de los setenta, aparece HJJZ, última sucesora de la saga Radio Quince-Radio Visión con el slogan: “H doble J Z... Sobradísima” que terminaría por convertirse en “La emisora “Menuda” de Colombia”, en alusión, claro está al grupo Menudo. Es de mencionarse también el aporte de la cadena radial de la familia Sánchez Cristo: Emisoras Eldorado en donde empezaría la carrera de Julio y Jaime Sánchez, hoy verdaderas y controvertidas estrellas de los medios criollos.

En la escena musical, los ritmos se diversifican como nunca antes. Heavy Metal, Hard Rock, Progresivo, Disco, Punk y Rap, son sólo una mínima muestra de las muchas posibilidades sonoras planteadas por los setenta. En los ochenta, al menos desde el punto de vista comercial, en Colombia el pop impera por antonomasia. Al iniciarse la década, con la llegada del FM y el cada vez menos competitivo sonido de las producciones colombianas de entonces, el rock nacional se convierte en una excentricidad marginal y olvidada, en el más reducido sentido de la palabra. La juventud encuentra nuevos espacios en estaciones radiales con formatos un tanto acartonados, por causa de las estrictas regulaciones iniciales del Ministerio de Comunicaciones.

La polarización entre AM y FM señala de nuevo cierta brecha social entre los oyentes de una y otra banda. Mientras Tequendama (cuyo slogan en mal inglés rezaba “somos el six ten A.M. de la capital” y en donde se efectuaban traducciones bastante lamentables en español de los éxitos de moda) se aferraba a un formato algo ecléctico, orientado hacia lo popular, en donde se podían oír indistintamente y en la misma franja el dulzón pop de Daniela Romo, los sonidos duros sobreproducidos de Deff Leppard o la potente voz varonil de Nino Bravo.  El formato FM tendería hacia los éxitos del rock y el pop internacionales sin dar mucha cabida al joven músico o locutor. De vez en cuando se organizaban pequeños festivales, murgas o presentaciones en vivo. Algunos músicos tocaban de forma esporádica en musicales televisados como Telectrónico Musical, El Club de la Televisión, Espectaculares Jes, El Show de Jimmy, o incluso  en la nada remozada y muy poco afortunada nueva versión de El Club del Clan que en los ochenta y luego en los noventa intentaría por segunda y tercera vez, sin éxito, hacer presencia en la televisión.

Las emisoras anglo se rehusaban a transmitir éxitos en español. Habría que esperar hasta el tardío advenimiento del rock “en tu idioma” para que un nuevo espejismo surgiera para los cultores de éste en Colombia. Nombres ligados a esta primera etapa de la radio juvenil FM en el país son el de Carlos Alberto Cadavid, Chucho Benavides “Show”, César Ramírez, Leslie Abadi o Hernán Orjuela, un estilo intermedio entre la solemnidad de la década pasada y la informalidad venidera. Desde el norte y el sur nos bombardearían los sonidos de bandas y solistas. A raíz de la guerra de las Malvinas, el gobierno argentino restringe la transmisión de temas en inglés, lo que favorece el resurgimiento del rock local, una música cuya tradición era en el cono sur, por sí sola, innegable. Hacia 1988, Colombia se treparía a este tren con representantes del pop como Compañía Ilimitada, Pasaporte, Distrito Especial, Signos Vitales, Sociedad Anónima, Alerta Roja, Zona Postal y otros músicos de la línea más dura, Kronos, Kraken, Darkness y La Pestilencia, entre ellos.

La infraestructura se mantiene incipiente y el reconocimiento de las bandas colombianas no trasciende las fronteras locales. El Concierto de Conciertos, de 1988, promovido en gran parte por la administración distrital del entonces alcalde Andrés Pastrana, sería, tal vez, el momento cumbre de este fugaz entusiasmo por el rock local. El trato recibido por los músicos colombianos en comparación a sus colegas extranjeros seguía siendo de segunda clase. Las disqueras parecían manifestar un renovado interés en sacar provecho del movimiento que, a la postre, no pasó de ser un nuevo destello pasajero, sin menores repercusiones en el largo plazo. Por iniciativa de Hernán Orjuela y AIRE (Asociación Internacional de Rock en Español) se celebra en 1989 la primera, última y única edición de los premios Coca Cola Rock y Pop en Español en donde se reúne a gran parte de los más famosos músicos extranjeros en el ámbito local. Con excesivas precauciones, la radio volvería sus ojos hacia el nuevo rock local y por primera vez desde los lejanos setenta el idioma castellano volvería a cobrar alguna importancia, al menos en las “grandes” ciudades.

Pero si hay algo que debamos agradecerles a los ochenta fue la virtual (luego un tanto falsa) resurrección del rock colombiano, aunque ésta no gozara de la continuidad esperada. Algunos trascendieron tímidamente las fronteras locales y participarían con discreto éxito en festivales internacionales. Cabe preguntarnos qué hubiera sido de los artistas nacientes por entonces si hubiesen contado con plataformas de despegue como el MTV o el decidido apoyo de los todopoderosos líderes de la industria del espectáculo.

Con todo, la radio cobró considerable importancia dentro de este proceso de apropiación idiomática. El formato de las estaciones y sus locutores permanecía algo alambicado y ceremonioso. Medellín había dado el salto un poco antes gracias a las innovaciones iniciadas por personajes como Donnie Miranda y Tito López, primero en estaciones de bajo perfil en
AM como Emisoras El Poblado y La Voz del Cine, hasta el inicio de los programas de la mañana, calcados de los Morning Zoos norteamericanos y reconstruidos bajo el nombre de Despiértese con Veracruz, en Veracruz Stereo.

Y así dejamos esta Reflexión Hertziana. Los esperamos muy pronto con los casos de las emisoras juveniles y de entretenimiento, analizando qué razones llevan o llevaron a sus éxitos y desaciertos. Los esperamos.


[1] https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwjFz6HSlN7aAhWPm1kKHa87CwkQFgg7MAI&url=http%3A%2F%2Fwww.oas.org%2Fudse%2Fdit%2FSISTEMATIZACION%2520DE%2520EXPERIENCIAS%2520OEA99Educacion%2520Inicial%2520Colombia.doc&usg=AOvVaw3-I_1Xw8ssXu9MxdcLVup3

[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Color%C3%ADn_ColorRadio

miércoles, 13 de junio de 2018

Ideas creativas para diligenciar el formulario de Enamorándonos



Caracol TV no deja puntada sin dedal (de hecho, pueden hacer un reality de flatulencias e igual ustedes verían esa basura), y desde ya adelanta uno de esos proyectos que huelen a sábado (donde esa programación da física grima). Su slogan: “es momento de que demuestres frente a toda Colombia qué tan amoroso puedes ser”. Y como ya es costumbre en esta casa editorial pobre pero honrada, vamos a darle los tips para que su historia de amor llegue a las pantallas del canal de La Floresta.

Como es de esperarse, hay la información general que debe diligenciarse, y donde no puede mentir: Nombre completo, edad, fecha y lugar de nacimiento, sexo, tipo de documento, número de identificación, ciudad y dirección de residencia, teléfono, celular ( o sea, debe tener ambos, y a ser posible, uno donde conteste usted, y si no ha salido del clóset, no lo pongan en evidencia), correo electrónico, y le preguntan redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram. O sea, si le gusta publicar pendejadas en estas redes sociales, vaya borrando todas sus críticas al canal del molusco – por eso yo jamás participaré en ninguno de estas vainas- y sea más mostrón(a) que la Epa Colombia en playa ( sí ese es el perfil de participantes que adoran en Caracol, así se hagan los morrongos), ocupación ( de nuevo, ojalá sea una bien exótica), Estado Civil, si tiene hijos, cuantos ( mientras más, mejor)

Ahora viene la información personal, y aquí si es donde hay preguntas bien delirantes, que aquí le ayudaremos a resolver:

1.       ¿Cómo te defines en el amor?: Nada de respuestas de reina de belleza, que eso está muy visto. Ahora, si usted es de los losers que van a Starbucks solo para que les escriban vainas lindas y no le dan ni el saludo, desquítese con el universo. Sea cínico. Piense “Qué pondría Christian Grey en esta mierda”.
2.       ¿Qué estas buscando en el amor?: Sea sincero: Usted solo busca CULEAR y figurar en TV. En la proporción en que le guste más, pero ese es el objetivo final. Véndase cual prostituta veneca en este ítem. Respuestas cursis, déjaselas a la revista .
3.       ¿Cuál es tu tipo de pareja ideal?: Saque esa bendecida y afortunada que lleva por dentro, asuma que quiere un sugar daddy que le financie sus lujos, viajes y demás excentricidades. Piense como cliente de Studio F. Si es gay, piense como twittero alharaquiento que le arma drama en redes sociales a una periodista radial para que hablen de un premio que supuestamente Ud. se ganó en LGPM y que a nadie le importa.
4.       Edad de tu pareja ideal: Si tiene hasta 40 años, súmele 10 años a su edad y listo. Si Ud. Supera los 40 años, réstele 20. Aritmética simple.
5.       ¿Qué es lo primero que te atrae de una persona?: Yo respondería “la verga”, pero como yo ni por error participaré, absténgase de decir memeces como “que sea de buenos sentimientos”. Piense como participante de Guerreros, Desafío XV o Exatlón Colombia. O sea, no piense.
6.       ¿Qué cosas no te gustan ni aceptas en otra persona?: Aquí volvemos a pensar en 50 sombras de Grey, pero esta vez, del lado de Anastacia. Puño en el culo incluido. Sea explícito. MUY EXPLÍCITO.
7.       ¿Qué hobbies te gustan compartir en pareja?: Si el único que medio ha compartido en pareja es espicharse espinillas, no sirve para este programa. Piense en grande, algo como “Ir a un restaurante de Andrés carne de res y dejarme medio riñón como medio de pago de la cuenta”.
8.       ¿Hace cuánto estas sin pareja?: Si Ud. Es de las personas tipo “Verano eterno”, este programa lo verá en su casita. Igual, nada de raro tendrá que, en el caso que participe y gane, le pase como a los participantes de aquel malogrado reality El mejor partido, que programó Caracol hace la friolera de 14 años atrás: Las cosas no funcionaron, supuestamente. Si lleva sin pareja entre 2 meses a 3 años, es lo ideal. Ojo: No le garantizamos que no le echen en cara durante el programa a su ex. El giro dramático que le dicen.
9.       ¿Por qué termino tu última relación amorosa?: Aquí sea sincer@: si fueron cachos, dígalo o confiéselos. Si fue porque su pareja era mal polvo, suéltela. Mientras más trapitos sucios haya de por medio en su historial sentimental, mejor. Eso sube el rating. Ojo: TODO LO QUE DIGA PODRÁ SER USADO EN SU CONTRA.
10.   ¿Por qué te gustaría participar en este programa?: Misma respuesta a la pregunta 2
11.   ¿Has estado en televisión antes? En caso afirmativo, ¿en qué tipo de actividad o programa?: Preferiblemente no haber estado en programas de la competencia. No, Los niños buscan su hogar no cuenta.

Ahora le toca hablar de usted mism@ en video, y responder ¿Qué es lo más loco que has hecho o harías por amor? Aquí si desátese y haga locuras y diga cualquier cosa, por más absurda que pueda ser o haya sido. Igual, el video debe ser subido previamente en YouTube o Vimeo y deberá copiarles el link. El video debe tener como duración máxima 30 segundos. Cosas mucho peores han visto esta gente con los aspirantes al Desafío. 

¡Esperamos verl@ pronto en este programa! Y rajaremos de usted…